5: ¿No hay siempre un único momento? ¿No es la vida ese momento?

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Dos semanas pasaron desde que Pol se le había declarado. Dos intensas y tediosas semanas, hasta que por fin llegaron las benditas vacaciones de Navidad. A Merli, la navidad le parecía una gran mentira.

A él, le molaba toda la decoración, el hecho de estar con la familia le parecía guay, pero como buen hijo de su padre, detestaba toda la hipocresía que aparecía junto con esas festividades.

La gente de un día para el otro se volvía caritativa y bondadosa, pero cuando llegaba el 1 de Enero volvían a ser las mierdas de siempre.

Y así, con las fiestas acechando, el 18 de Diciembre, se vio en el aeropuerto de Barcelona junto a su padre esperando que anunciaran su vuelo con destino a Roma.

Pol, Gina y La Calduch los habían acompañado para despedirlos.

Cuando anunciaron el vuelo, su novio, oh que bien se sentía decir esas dos simples palabras, le dio un largo beso, le acaricio la mejilla y le pidió, casi le suplico, que se cuidara muchísimo.

Se despidió de Gina y de su abuela, y, finalmente, abordaron el avión.

—Estas emocionado por ver a tu madre ¿No hijo? —pregunto Merli mientras ocupaban sus respectivos asientos. 

—Algo, pero seguro que no tanto como tú ¿No papá? —sonrió de medio lado y Merli se rio. 

—Estoy más emocionado que una persona siendo devorada por un tiburón.

No pudo evitar lanzar una carcajada ante su comentario y finalmente el avión despego.

Cuando el avión aterrizo su padre no tardo en levantarse, desembarcaron y cogieron las maletas.

Su madre los estaba esperando con un sonrisa algo tensa.

—¡¡Bruno, cariño!!! ¿Cómo has estado mi cielo? —le saludo, llenándole de besos la cara y abrazándole con fuerza. 

—Deja que te vea. Estas precioso. Y ¿Has subido algo de peso?.

La pregunta le cayo como un baldazo de agua helada y se mordió la lengua para no decirle ninguna parida, había empezado a tener cambios de humor muy bruscos, por lo cual todos cuidaban lo que le decían.

—Hola Bárbara, a mí también me da muchísimo gusto verte —su padre hizo uso de su característico sarcasmo.  

—Merlí ¿Cómo has estado? ¿El trabajo bien? — pregunto cortésmente su madre, mientras se encaminaban rumbo a la parada de taxis.

—Disculpadme, tendremos que coger un taxi, Salvatore esta trabajando y por eso no ha podido venir a buscaros —Bárbara detuvo un taxi, el taxista en seguida bajo y puso las maletas en el maletero mientras se subían al automóvil. 

Llegaron a la casa mas rápido de lo que pensó, y Merli puso una cara de hastío al ver la decoración tan impersonal y minimalista de la casa, si debía ser sincero, ambos preferian la decoración entre naif y rococó de la casa de La Calduch.

Su madre los llevo a sus respectivas habitaciones y, mientras desempacaba, su padre se tomo la libertad de entrar a mi habitación.

—¿Y cuando le dirás a tu madre que va a ser abuela? 

Estaba hasta los cojones de su insistencia, pero tenía razón, su madre debía saberlo y pronto.,

9 meses [EN EDICION] (Merli/Brunol/Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora