Capítulo N°12: «Flores silvestres» - Quirinus Quirell -

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¡Lumos!

11:15 – 8 de Enero de 1976.

Llevaba gran parte de la mañana cumpliendo con sus tareas, acompañado en todo momento de sus compañeros de Slytherin, Severus apenas si pudo cruzarse un momento con Lilian durante el desayuno y en la biblioteca.

El mediar el día, Lily decidió acercarse a él para preguntarle cómo estaba, él la tranquilizó asegurándole que su estado gripal había mejorado notablemente, pero fue tan escueto y frío aquel encuentro que la pelirroja sintió un vacío intenso al separarse de él.

—Está raro, ¿verdad? —comentó a su espalda el joven Remus. Lilian se sobresaltó y se giró para mirarlo.

—Sí, lo está —confirmó—. Vamos a la sala común.

—He querido agradecerle a él y a ti por haber preparado la poción, bueno, esa que tú ya sabes... —musitó Lupin, sonrojándose.

—A mí no tienes que agradecerme, Remus, yo sólo colaboré con Severus, él es quien pasó días sin dormir para prepararla —comentó la joven.

—De todas maneras, gracias, Lily, por guardar el secreto —insistió el muchacho.

—Está bien, pero me gustaría que el agradecimiento se lo dieras a él.

—De acuerdo —aceptó el jovencito—. Entonces... ¿ustedes dos son novios? —Lilian detuvo su paso en seco y lo miró con el entrecejo fruncido, luego sonrió levemente y asintió—. Bueno, no es muy cálido, ¿no es así?

—Lo es, pero, últimamente, no sé qué le está sucediendo —observó la pelirroja antes de emprender nuevamente su caminata—. Sospecho que tiene algo que ver con su madre, lo noto triste, distante, como... no sé explicarlo, como si quisiera alejarse de mí.

—¿Crees que su madre se lo haya pedido?

—No, él me ha hablado muchas veces de ella y sé que me apreciaba —aseguró la joven—, pero no dejo de pensar que algo malo sucede y no consigo hacer que me lo cuente.

—Quizás no sea nada, tal vez sólo está presionado por los exámenes —arriesgó Lupin.

—Remus —vaciló ella—, puedes decirme muchas cosas de Severus, pero, ¿que tenga preocupación por un examen? Durante el verano se ha preparado mucho más que tú y yo juntos, créeme.

—Entonces, tal vez sólo sea un chico raro —bromeó el castaño. Lilian rio y sacudió la cabeza. Ambos continuaron rumbo a su sala común, conversando de otros temas y olvidando por un momento a Severus y su extraño comportamiento.

Pasadas las dos de la tarde, Severus sintió cierto alivio de no tener que asistir a la clase del profesor Binns, pues tenía planes de ir a la biblioteca y esa hora libre le daba una buena oportunidad de hacerlo.

Caminó con paso apretado por el largo pasillo que conducía a esta y en uno de los recodos previos a la llegada de la puerta de entrada a la misma, logró ver a través de una de las ventanas la delgada y temblorosa figura de Quirinus Quirell.

El muchacho se hallaba de cuclillas en medio del patio, observando lo que parecía una muy rara clase de flor silvestre. Severus desistió de entrar a la biblioteca y se dirigió muy a pesar suyo hacia donde se encontraba Quirell. Había decidido seguir la recomendación de Dumbledore y aunque todavía pensaba que no era bueno confiar en él, sentía que no tenía muchas alternativas por las cuales volcarse.

—Quirell —lo llamó apenas estuvo junto a él. El muchacho se sobresaltó de manera exagerada y lo miró con los ojos muy abiertos en un gesto de sorpresa.

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