Capítulo N°5: «Roce» - Prefectos -

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¡Lumos!

10:40 - 1º de Octubre de 1975

La clase de Historia de la magia había sido tan tediosa en la etérea y aflautada voz del profesor Cuthbert Binns, que Lily pensó que todavía no se había despertado esa mañana.

Apoyada en uno de sus brazos, escuchando pronunciar sílaba tras sílaba la historia de cómo una bruja había conseguido llevar al Ministerio de la magia un reglamento anti – apariciones en 1645, creyó que caería de aburrimiento sobre los libros que sostenían su codo.

Ella estaba siempre bastante atenta en las clases del profesor Binns, incluso le gustaban sus largas peroratas sobre la sublevación de los duendes, pero en las últimas semanas, había estado quedándose hasta muy tarde y a escondidas en compañía de Severus, ayudando a Pettigrew a aprender las pociones.

Imaginaba que su amigo estaría igual de agotado que ella, e incluso más pues a él le había tocado la parte más dura de la enseñanza: hacerle practicar todas y cada una de las pociones llevaba más tiempo que explicarlas.

Pettigrew también se notaba algo agotado, sus enormes ojeras delataban todas aquellas horas sin sueño que llevaba aprendiendo el mundo de las pociones. Lily lo miraba desde su somnolencia y se preguntaba si acaso estaba entendiendo algo.

Miró hacia el otro extremo del salón y descubrió que James Potter la observaba en medio del sopor que le causaba la aspirada voz de Binns mientras seguía su monólogo; apenas el muchacho notó que ella fijaba su vista en él, no perdió la oportunidad de sonreírle y guiñarle un ojo.

—Entonces—dijo Binns—, ¿alguno de ustedes es capaz de decirme por qué Heydi Mouriart presentó aquél reglamento?

—¿Para que nadie se le apareciera mientras dormía? —arriesgó Sirius Black bostezo mediante. El profesor Binns lo miró con aire capcioso y sin perder su gesto adusto miró al resto del alumnado que reía apretadamente por la broma del muchacho.

—Lo presentó porque las apariciones voluntarias en las casas provocaban grandes tazas de crímenes por parte de magos maliciosos y por eso se aprobó el reglamento, logrando así que cada casa a partir de 1645, estuviera protegida mediante hechizos anti- apariciones voluntarias. Sólo en 1647 se aprobó la única clase de aparición permitida que es la de materializarse cerca de una propiedad protegida y no dentro de ella —respondió correctamente Remus Lupin.

—¡Maravilloso, señor Lupin! —lo felicitó Binns. La campana que anunciaba el final de la clase nunca había sonado tan a tiempo. Los alumnos se levantaron, tomando sus libros y plumas y salieron prontamente del salón.

Binns atravesó una de las paredes y también desapareció del salón.

Un prefecto de séptimo año, se acercó a Lupin y luego a Lilian, respectivamente, para entregarle un pergamino a cada uno. Ambos jóvenes se detuvieron a leer los mismos a sólo unos pasos de distancia.

«Queda usted cordialmente invitada/o a presentarse a las 11:00 horas del presente día en el despacho del directo Albus Dumbledore.

Atentamente: Minerva McGonagall»

Ambos muchachos miraron el reloj que colgaba de la pared cercana al salón de Historia de la magia y notaron que faltaban apenas cinco minutos para las once. Se miraron y comprendieron que habían recibido la misma nota.

—¿Vamos juntos? —propuso Lilian y Remus aceptó.

Al llegar al despacho, fueron recibidos por la profesora McGonagall.

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