Capítulo 2.

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Los días en Hwarang eran tan largos para Lya. Las pláticas con Ah Ro eran un buen entretenimiento pero aún así, las dudas sobre el rey de Silla la inquietaban. Ahora, frente al río donde conoció a Ji Dwi y a Paoh, sus ojos dejaban brotar las gruesas lágrimas que se resbalaban por sus mejillas. Y entre sus manos, mantenía el ligero recuerdo de su hogar. 

Ella miró su reflejo en el agua, distinguía los rizos de su cabello que habían sido heredados de su padre y un triste dolor volvió a embargarla. Se sentía tan cobarde y miserable por haber huido de su hogar sin pelear por el pues desde la muerte de sus padres, quedó en la miseria. Lya sabía que nunca podría volver, que su tío se había llevado todo y la dejó en la miseria. 

"Puedes quedarte a mi lado como mi mujer"

Aún guardaba el anillo que su tío le había dado con la promesa de que la obligaría a casarse con él para tener más derechos sobre su pequeño reino. En su mente, aquel día retumbaba junto con las miradas lujuriosas que él le ofrecía. Había llorado desde el alma cuando estuvo a punto de casarse y atar su vida a alguien que nunca podría querer pero ese mismo momento, su instinto de supervivencia le gritó que debía irse, que aún podría ser libre. 

Pero no siempre se puede tener lo que se quiere. 

Llegar a la corte de la reina Jiso fue una travesía que marcó partes de ella. El ver la crueldad e hipocresía humana le dejó en claro que si bien debía servir a la reina con lealtad, también debía respetar sus ideales. Y aunque lo intentó, todo se fue por los suelos el día que la reina la encontró escuchando un mensaje secreto por equivocación. 

"El rey está en Hwarang".

Lya no conocía a aquel rey del que se hablaba tanto. Si bien es cierto, se decía que era un rey cobarde y falso que escapó y los dejó a merced de los enemigos. Pero ella como ex miembro de la realeza, podía asegurar que fue una medida de seguridad contra los nobles. Era tan cierto que los reyes debían ser servidos así como que los nobles eran los verdaderos gobernantes y en muchos casos usaban a los reyes como títeres para sus fines perversos.  

Aquel día, la reina mandó  a que fueran por ella y matarla. Nuevamente querían hacerla prisionera pero aquel lado de ella que solo brillaba en su cobardía, la llevó hasta toparse con Ji Dwi, aquel Hwarang del que no conocía nada pero guardaba un agradecimiento profundo por darle protección aún cuando parecía que él no la soportaba. 

°

Las comidas en Hwarang eran ligeras aunque sustanciosos. Las mesas de las comidas estaban abarrotados de aquellos hombres tan bellos como las flores. Han Sung se sentaba a su lado como de costumbre mientras comía una gran porción de arroz y sonreía conversando con uno de sus amigos. 

Lya observó alrededor de ella. Ji Dwi comía alejado de todos, con un solo plato solitario como compañía cuando Paoh llegó con una fuente entre sus manos. Ah Ro había ido a su hogar por aquel ya que aprovecharía para traer más medicina que se hacía falta. Probó un sorbo de sus sopa sintiendo el sabor de las verduras.

—¡Lya-ssi! —gritó Han Sung tocando su hombro con su típica sonrisa cuadrada—. Él es Soo Oh —indicó señalando a "otro hueso" como le llamaban allí. Ella sonrió por cortesía. 

Han Sung se quedó callado por unos segundos mirando de un lado a otro hasta que sus ojos se quedaron fijos en los de Soo Oh.

—¿Qué? 

—Ella tiene los ojos más grandes que los tuyos —dijo Han Sung provocando que Soo Oh se sonrojara. Lya revoleó los ojos acostumbrada al típico sentido del humor de su amigo. 

—Y tu no tienes ojos —le respondió Lya mirando con los ojos entrecerrados a Han. 

—Huh... —los labios de Han estaban entreabiertos dejando ver la hilera de perfectos dientes blancos en contraste de su boca pálida—. No, tus ojos son más grande que crees que los míos son chicos. 

IMPERIAL || Hwarang ° Ji Dwi x OOC° Fanfic||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora