1. Capitulo

36 5 3
                                    


Inolvidable. Esa es la palabra para describir el verano que hemos pasado. Cuando me anunciaron que mis prácticas empezarían en Verona, mis amigos y yo decidimos pasar el verano allí, y es que ¿a quien no le gustaría disfrutar del sol de la Toscana?

Nos conocemos tan solo de un año, pero ya les quiero más que a nada en este mundo, ellos son mi apoyo, son el lugar a donde acudo no solo a ahogar mis penas si no también a reír, a divertirme y a simplemente disfrutar de la vida. Nos conocimos durante Erasmus, nos habían destinado a Praga, y todos estábamos igual de perdidos. Al final conseguimos encontrar la residencia entre todos, y para celebrarlo nos fuimos de fiesta. Ese fue nuestro primer gran error ya que con lo borrachera que nos pegamos fuimos incapaces de encontrar el camino de vuelta y acabamos pagando un hotel que de barato tenía poco, creo que aquella fue la noche en la que me di cuenta de que no nos volveríamos a separar jamás.

¡Iraultza!- me llama (más bien grita) Maya, un nombre curioso el mío ¿verdad?, significa revolución en euskera, y la verdad es que me encanta, me hace sentir fuerte, imparable...- Luego decís que tardo mucho en prepararme pero vosotros no os quedáis cortos- Maya había propuesto pasar toooodo el día fuera, primero iríamos de comida y cuando el sol diese paso a la luna nos iríamos de fiesta para celebrar el fin del verano por todo lo alto.

¡Ya voy!-grité ante la insistencia de mi amiga. Se la veía emocionada, y es que nunca se le acababa la energía y menos si se trataba de una fiesta. En este momento se encontraba hablando entusiasmada con Nacho, el único español del grupo junto a mí. Y es que todos proveníamos de diferentes lugares, yo soy de Bermeo, un pueblo pesquero del País Vasco; Nacho era madrileño y Maya brasileña aunque cuando era muy pequeña se había mudado junto a sus padres y a su hermana a Grecia. Los dos eran el alma de todas las fiestas, sobre todo Nacho, quien era bailarín de corazón y de profesión, era experto en cualquier estilo pero sobretodo en ballet, ir a una fiesta con él era como ir a una exhibición de baile. Después estaban Gabrielle, quien era portadora de la elegancia propia de las princesas de más alto prestigio; las hermanas Charlotte y Emily, cada cual mas diferente; y por último Nadia, la alegría y vida del grupo.

Cuando por fin terminamos de preparamos salimos a las bella calles de Verona. Tras recorrer varias manzanas llegamos al restaurante perfecto, tenía una terraza enorme y muchísimas sombrillas para protegerse del sol, que parecía no cansarse de azotarnos con sus resplandecientes rayos. Cuando decidimos qué queríamos pedir me dirigí a la barra y esperé a que el chico terminase de preparar unos capuchinos (¿Quién tomaba café en verano?¡¡¡¡). Pero menuda espera más bien invertida, y es que el chico lo merecía. Era alto, muy alto, con unos ojazos marrones, un pelazo color chocolate y un porte bien trabajado, este chico era todo un dios griego, y en su mirada se notaba lo bien que lo sabía.

-¿Me quieres en papel de regalo o envuelto en celofán?- ¿Pero este que se cree? Reconozco que le he estado mirando durante bastante tiempo, pero igualmente no tiene excusa.

-Te preferiría calladito, y con tu ego bien guardado, te sobrevaloras.- Le espeté, aunque parece que mi respuesta no le ha herido ni una pizca en su ego de playboy.

-Venga ya monada, si se te cae la baba por mi- Exasperada por este sujeto, decido abordar la misión y volver a la mesa, no sin antes soltar un gritillo de frustración.

Al llegar a la mesa mis amigos me observan con curiosidad al no verme trayendo nuestro pedido. Sin dar explicación alguna les pido a Gabrielle y a Charlotte las más tranquilas y pacientes de todos que vayan a hacer nuestro pedido por mí. Los restantes me observan atentamente pero sin pronunciar palabra alguna. Como se nota que saben que cuando estoy cabreada lo mejor es dejarme tranquila sino quieren ser objeto de mi furia.

Buen viaje, amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora