Ese torbellino de sentimientos que a tanta gente atrapa, y derriba, esa llamarada de fuego que arrasa con todo a su paso, llego a mi, un día cualquiera y destruyó todos mis esquemas. Jamás pensé que mi corazón fuera capaz de sentir tanto y es que é...
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Dove Cameron como Úrsula
Inmediatamente una señora entrada en edad nos abrió la puerta. Tendría unos 70 años aproximadamente pero milagrosamente todavía se podían apreciar brillos dorados en su pelo. Se podía ver todo el estrés al que había estado sometida de joven, y es que Hans me contó como su abuela, siendo aún una niña perdió a sus padres y tuvo que buscarse la vida ella sola. Igualmente siempre había sido una mujer positiva y alegre, tal como su nieto.
-¡Hans, mein Kind (mi niño)!-exclamó nada más verle
-Hola, Oma (abuelita)-Hans enseguida la abrazó
-¿Y esta bonita chica?-preguntó mirando hacía mi
-Ella es Iraultza-le aclaró Hans
-¿No será tu...?-
-Oh no no, simplemente somos amigos, pero sospecho que se está enamorando de mi- bromeo
-¡Iraultza!- salta Hans avergonzado
-Es guapísima y encima tiene un sentido del humor maravilloso, no me molestaría si surgiría algo entre vosotros-
-¡Oma, no empieces!- ella haciendo caso omiso a Hans me cogió del brazo y me acercó a ella
-Vayamos pasando Liebe (cariño)-
-Pero las maletas...-recuerdo
-Ya las meterá Hans, el sabe donde dejarlas ¿verdad mein Kind?-
-Sí, Oma-dice Hans resignado
-Por cierto puedes llamarme Oma, aunque mi verdadero nombre es Rosmarie-
Oma me llevó ante el resto de la familia. Todos aparecían en la foto familiar que me enseñó Hans en una de nuestras paradas, y por suerte recordaba todo los nombres. Ruth la madre de Hans estaba sentada junto a su marido, Peter, en el sofá. Junto a Peter estaba su hermana, la tía de Hans, Elisabeth y por último en el sillón, presidiendo la sala, Rudolf, el abuelo de Hans. Nadie se había dado cuenta de mi llegada hasta que una joven igualita a Hans (deduje que era su hermana, Ursula) bajó por las escaleras.
-¿Y tu quién eres?-preguntó
Justo en ese momento llegó Hans y respondió por mí.
-Ella es Iraultza, una amiga-
-¿Solo una amiga?-preguntó Ursula con cierta picardía
-Sí, solo una amiga ¿Qué os pasa a todos?-
-No te preocupes, no me molesta-le calmé yo
-Hacía tanto que no traías a alguien, ven aquí hija- dijo Peter, atrayéndome a sus brazos.
Francesco tenía razón, la familia de Peter era como él alegres y cariñosos, sobretodo su hermana, que me acogió como a una más. Rudolf en cambió era más callado y arisco, y por su parte no sentí ninguna aceptación. Igualmente la familia de Hans era maravillosa y se notaba que estaban muy unidos.
Después de comer Ursula me arrastró a su habitación.
-¿Qué hay entre mi hermano y tú?-me preguntó nada mas cerró la puerta
-Nada, absolutamente nada-contesté tajante
-¿Estás segura?-insistió
-Totalmente-
-Está bien, te creo-
-Bueno, ¿Qué soléis hacer por aquí?-pregunto
-Bueeenoo, para mi familia simplemente voy a hablar con las vecinas, a dar paseos, lo típico de los pueblos...-empieza
-Por tu forma de contarlo deduzco que no es así-
-No, no es así, cada viernes organizan una fiesta en un granero cercano, y yo no me he perdido ninguno desde que lo empezaron a hacer, así que ya te puedes preparar porque hoy no va a ser la excepción-
-¿Hans lo sabe?-cuestiono
-¿Quién crees que comenzó la tradición?-pregunta divertida
-Dioooos, que pregunta más estúpida acabo de hacer, ¿a quien si no se le iba a ocurrir algo así?-
-Exacto, así que empieza a preparte, a las nueve tenemos que estar allí-
-No son más que las seis, hay tiempo de sobra-
-El granero no está cerca precisamente, tardamos tres cuartos de hora aproximadamente en llegar-
-Está bien, pero tengo un pequeño problema, no he traído nada adecuado-no pensé que en un pueblo con pocos habitantes organizasen algo así.
-Ya te dejo algo yo, tengo ropa de sobra-
Tras arrasar su armario Ursula encontró algo que en su opinión me iba a quedar impresionante, y sin dejarme siquiera verlo me metió al baño y me ordenó que me lo pusiese. Después me maquilló y me peinó y no me pude ver nada hasta que el trabajo estuvo acabado.
El vestido era negro y corto, lleno de trasparencias y me encantaba. El maquillaje era sencillo y solo me había alisado el pelo, pero el resultado me parecía maravilloso.
Ella no tardó más de media hora en prepararse, y al poco tiempo ya nos encontrábamos saliendo de casa. Su familia había salido a dar una vuelta, y menos mal, porque creo que nadie salía como salíamos nosotros para dar solo un paseo.
Hans nos esperaba en el coche. Estaba guapísimo, bueno como siempre, pero hoy tenía un toque rebelde que compaginaba con su dulzura habitual.
-Hola chicas, ¿preparadas para esta noche?-
-¿Me lo preguntas en serio, hermanito?-bromeó Ursula
-Tienes razón- nada más decir eso, arrancó y salimos hacía el granero.
