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Últimamente Ink no tenía descanso alguno.
Pasó unos dos días distraído vigilando a Lust en su día a día, esta vez sonriendo de una preciosa forma, tan honesta y adorable. Casi vomitó tinta al verlo ponerse un bonito vestido negro, ¡le hacía difícil dejar de espiarlo!

Sólo se detuvo cuando recordó cierto asunto importante, y fue a intentar averiguar qué ocurría.
Lamentablemente, Ccino se mantenía reacio a dejarle pasar, y él lo que menos quería era forzarlo a apartarse y que desconfiara más de él. Tuvo que irse, ¿para eso había dejado de ver a Lust dormir? Vaya pérdida de tiempo.


¿Cuánto tiempo habría pasado ya? ¿Semanas...? ¿Meses...?



Comenzaba a aburrirse, mirando cómo la ausencia de su vial con pintura morada era evidente y arruinaba el esquema arcoíris de sus accesorios...

Decidió despejar su mente y pasarse por otro AU, uno al azar. Parecía ser Underswap; y bueno, era mejor que nada. Detuvo su andar al notar a alguien conocido cerca, quizás... si se acercara a saludarlo le distraería un poco de esos pensamientos recientes.






Jamás esperó comenzar con una plática reveladora.
















— ¿Puedes creerlo? Al principio creí que sólo me estaba jodiendo, pero supongo que nadie tiene la culpa, creí que era mejor para ti saberlo —musita mirando de reojo al pintor pues aún estaba mimando a su hijo. Ink por su parte en ese instante tenía una mirada ensombrecida ante lo que recién escuchó.

— Es... imposible... ¡¿Y por qué lo dejaste escapar sabiendo todo esto?!

— Asustas al niño, cállate —bramó con severa molestia, el menor se acurrucó en sus brazos —. ¿Tengo otra opción? No quiero problemas en absoluto, estoy mejor así... fuera de su retorcido jueguito; sabes que prefiero no meterme en nada de esta índole, Ink, no ahora que tengo que cuidar lo único que me queda.





El pintor bufó. Ahora todo lo que ocurría últimamente cobraba cierto sentido. Tenía que advertirle a Ccino que se alejara de Nightmare.




— Gracias por la información —soltó para enseguida acariciar la cabeza de un pequeño ser de tinta que iba en brazos del contrario -, nos vemos, pequeñín...

— Adiós, abuelito —musitó el menor, aún jugando con un peluche de oso que ahora tenía manchas neón por todo el falso pelaje.

— Buena suerte, Ink —apenas se marchó el creador, el mayor volteó hacia su hijo tras acomodarse sus oscuras gafas —. Now, now, let's go, kiddo; este lugar será un caos cuando Ink llegue a Nightmare, ya'know?

It's overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora