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Paseándose de universo en universo, sólo esparciendo dolor, tragedias y miserias. ¿Qué haría ahora? Necesitaba una nueva víctima para sus retorcidos planes; pero claro, nadie se le uniría luego de tanto tiempo de ausencia de su montón de estúpidos lacayos que le dejaron de lado, ¿por qué? Amor.

Qué reverenda mierda.

El amor no era más que una estupidez, que volvía débil a cualquiera que cayera en sus garras. El amor era una fuerza poderosa, temible, asquerosa... Nightmare no sabía cómo sentirse por ello.

Él nunca iba a enamorarse. ¿Quién sería tan idiota? No él.

Tan sólo en medio de sus paseos llegó a toparse con ese nuevo Sans... ¿Cuál era su nombre? Ccino... Vaya, un nombre tan estúpido como ese universo, como esos gatos, como ese mismo esqueleto que le miraba embelesado. Puto asco. Sólo estaba ahí por el aroma relajante del café, pateó a un gato parecido a su hermano para poder tomar asiento, haciendo al felino hacer ese característico sonido de odio y molestia característico de su especie, huyendo hacia las piernas de Ccino para frotarse en él.




— No eres de por aquí, ¿o sí? —Nightmare volteó ligeramente, notando con diversión la expresión molesta del contrario —, es la primera vez que alguien se atreve a lastimar a uno de mis gatos. Más te vale disculparte de inmediato o...

— ¿O qué? —soltó enseguida, su voz salió con un tono tan burlón y tétrico, que consiguió que el menor diera medio paso hacia atrás, intimidado —¿Me lastimarías~? Me gustaría verte intentarlo... pero por ahora, seré bondadoso; más te vale tratarme como merezco, escoria, o tendré que despellejar a tus peludos amiguitos, ¿te parece? Ahora vuelve a tu cocina y tráeme un café negro, sin azúcar.


Ccino tragó saliva, nervioso. ¿En qué acababa de meterse?

Asintió totalmente resignado, ese tipo era realmente escalofriante... y sexy.

It's overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora