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Se quedó mirando la puerta durante un buen rato. Estaba pensando en si salir o no. Porque si salía a lo mejor se encontraba con ese psicópata. Pero si no salía faltaría a su primer día de trabajo. Que dilema.

Tocó el pomo, rogando que por favor su vecino no estuviera. Salió del apartamento y fue corriendo al ascensor. Pulsó el botón varias veces hasta que las puertas se abrieron. Entró rápido, pulsando la planta uno. Cuando las puertas empezaron a cerrarse soltó todo el aire.

- ¿De qué huyes?-

Gritó por el susto al escuchar su voz. Esto tenía que ser una broma. Le miró de reojo, poniéndose lentamente en la esquina. Por dios, que llegara ya a la planta.

Miró a su vecino, que de repente empezó a pintar la pared del ascensor con una brocha. David parpadeó un par de veces. Este tío estaba fatal. ¿Estaba en serio pintando a las seis de la mañana un ascensor?

- No me olvido de la multa. Me tienes que pagar 1.000.000 € de verdad.-

- ¿Por no tener un mapache?-

- Si no tengo el dinero hoy a las diez, sufrirás las consecuencias.-

David tragó saliva al imaginarse las torturas medievales que le haría ese hombre. El ascensor llegó a su destino, abriéndose así las puertas. Una señora iba a entrar, pero al ver a Alex se fue corriendo a las escaleras.

Lo peor es que no le extrañó a David. Si él le hubiera visto también se habría ido corriendo.

- Pero que mujer más rara.-

- Fue hablar.- Susurró.

Antes de que Alex dijera nada, se fue corriendo de allí. Ahora solo debía de trabajar. Por fin tendría un momento de paz. Se equivocó al pensar que estaría toda la noche tranquilo. No pudo dormir bien por culpa de que esos dos no pararon de follar. Seguramente la chavala no tenía ni idea de cómo era ese chico, porque él ni harto vino se acostaba con ese hombre.

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David estaba por cortarse las venas. ¿Momento de paz? ¡Y una polla! El loco ese había venido a tomarse algo en el bar que trabajaba él. David se asomó, viendo como uno de sus compañeros atendía a su vecino.

- Quiero... un... un... sándwich.-

- Vale.-

- No espera. Quiero un... café.-

- De acuerdo...-

- No no no no no. Mejor quiero un croissant.-

- Sí.-

- No, he mentido de nuevo. Quiero un zumo de piña.-

- ¿Seguro?-

- Claro.-

El chico se dio media vuelta. David vio que ese chico parecía como si quisiera meterle a Alex la libreta por el culo.

- Espere.-

Se dio la vuelta desesperado, jalándose de los pelos.

- ¿¡Qué quieres, maldita sea, QUÉ!?-

- Un unicornio.-

- ¿¡Y DE DÓNDE COJONES VOY A CONSEGUIR UN UNICORNIO!?-

Alex apoyó su barbilla en su mano.

- Que mal servicio.-

Tiró la libreta al suelo. Y salió del lugar llorando. David estaba temblando. Ese tío le hacía enloquecer a cualquiera. Estaba por esconderse, pero Alex le vio.

Mi vecino raritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora