7

2.3K 242 60
                                    

No se lo podía creer. Más bien, no sabía cómo coño había Alex conseguido que se fuera con él. Y mira que se había estado diciendo a él mismo que no iría ni drogado. Pero es que el desgraciado puso una cara de cachorrito abandonado, y no se pudo negar. Tenía una debilidad muy fuerte por esas caras.

Lo miró mal, ya que él parecía bastante feliz.

- Que sepas que esto no es una cita.-

- Zumo.-

David no entendió muy bien esa respuesta de mierda. Pero no le tomó mucha importancia, seguramente estaba pensando en alguna de sus tonterías.

Llevaban un buen rato andando y empezaba a pensar que no tendría la fuerza suficiente para recorrer otra vez el caminito. Mucho menos si se llena su barriguita de comida.

- ¿Me estás llevando a China o qué?-

Alex solo sonrió por lo que dijo, cosa que le pareció rara a David. Él no solía sonreír, y menos con algún comentario suyo. Se detuvo cuando Alex entró a un restaurante. Entre cerró los ojos, mirando bien el sitio. Desde fuera parecía que era algo... caro. Entró, esperando que Alex hubiera entrado solo para ir al baño.

Nada más entrar, sintió como alguien le jaló del brazo para empezar a arrastrarlo hacia una de las mesas. Miró al que le había arrastrado hasta aquí, imaginándose ya que era Alex. Pero que va, era el novio de Abby, vestido con un abrigo negro, gafas de sol y una gorra.

- ¿Qué haces aquí?-

- Solo quiero que Alex no la cague en la cita. He estado notando que le gusta mucho estar contigo, y no puedo permitir que haga alguna de sus tonterías y tú te alejes más de él para que vuelva a estar depresivo.-

No escuchó mucho de lo que dijo, pero sí que se quedó con una parte.

CITA

- Esto no es una cita.-

David se fijó otra vez en cómo iba vestido el prometido de Abby.

- Sabes que llamas más la atención vestido así ¿Verdad?-

Abrió la boca para contestarle, pero en cuanto vio a su cuñado acercarse, se fue corriendo. Vete a saber tu cuantos meses viviendo en ese edificio y él aún no se sabía el nombre de ese tío. David se dio media vuelta, encontrándose con su vecino.

Alex se sentó en la mesa, esperando que David hiciera lo mismo.

David miró a su alrededor. No parecía un restaurante barato, lo cuál lo confundió. No tenía ni idea de dónde trabajaba Alex, pero si vivía en ese piso, suponía que no ganaría mucho.

Se sentó en la silla, cogiendo la carta que estaba en la mesa. Al abrirla, sus ojos se abrieron a más no poder. Los precios eran altísimos. Parecía que en vez de comer comida, aquí se comía lingotes de oro. Cerró la carta y la alejó de él.

- Alex... creo que te has equivocado de restaurante.-

Antes de que pudiera decir nada, un camarero apareció cual ninja blanco en su mesa.

- ¿Qué van a beber los señores?-

- Un zumito de piña.- le contestó Alex, más serio de lo normal.

David no pudo evitar reír cuando dijo eso. El camarero solo lo juzgó con la mirada y apuntó todo lo que dijo. Miró a David, que seguía riéndose. Alex sonrió al ver que no podía parar y comenzaba a ponerse rojo.

Cuando consiguió calmarse, secó sus lágrimas y miró al camarero con una sonrisa enorme.

- Yo... quiero algo de agua.-

Mi vecino raritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora