6

2.4K 222 38
                                    

Sábado por la noche, tranquilo, viendo una buena película y comiendo unas palomitas. Sí, todo muy bien. Salvo por una cosa, o más bien, persona, que está durmiendo apoyado en su hombro.

- Sherlock... yo no maté a Darth Vader...- Susurró en sueños Alex.

David suspiró. Su vecino hace unas cuantas semanas entraba cuando quería a su casa. Y no porque él le dejara. El muy psicópata había conseguido una copia de su llave. Con lo cual podía entrar cuando le saliera de lo más profundo de su alma. Y aunque intentara echarle, nunca lo conseguía. La última vez le mordió el brazo y amenazó con matar a su peluche favorito. Sí, tenía peluches a su edad, pero es que ese era especial para él.

Apartó la cara de Alex de su hombro lentamente para no despertarlo. Fue levantándose del sofá para estirar un poco las piernas. Cuando por fin estuvo de pie vio lo "mono" que se veía su vecino dormido. Luego tendría que limpiar todas esas babas que estaba dejando, y la verdad es que no le hacia gracia.

- David...- dijo su nombre mientras se removió en el sofá algo incómodo.

Sintió su cara roja al escuchar su nombre. Es verdad que no le caía bien ese hombre, pero últimamente estaba empezando a sentir cosas raras cada vez que se ponía muy cariñoso.

- ¡ALEX ABRE LA MALDITA PUERTA!-

Dio un pequeño salto en su sitio al escuchar a esa chica gritar. Vio como Alex frunció el ceño. La verdad es que no quería que se despertara. Cuando lo hacía, estaba de mala leche y siempre la pagaba con él. Por eso optó por salir para ver qué es lo que pasaba.

Cuando abrió la puerta, se encontró a una chica dándole patadas a la puerta de Abby. Menudos locos se reunían en este edificio. Se fijó un poco mejor en ella, le parecía haberla visto antes.

La chica se dio cuenta de que David no le quitaba el ojo de encima. Molesta, se alejó de la puerta para acercarse a él.

- ¿Qué pasa?-

David miró a los lados para luego señalarse a sí mismo algo confundido.

- Sí, tú, deja de mirarme. Sé que estoy muy buena, pero por mucho que me mires no me acercaré a un chico tan feo como tu.-

La verdad es que David no sabía si llorar o pegarle. La chica entre cerró los ojos, mirando a David de arriba abajo.

- ¡Tu eres el chico que me jodió el polvo con Alex!-

Al decir eso, David se acordó de ella. Era la chica sexy que le fulminó con la mirada en el ascensor. Al ver tal escenita que estaba formando, prefería mentirle antes de que le partiera la cara. Seamos sinceros, David tiene cero de fuerza. Hasta un bebé recién nacido le podría ganar en una pelea.

- N-no sé de qué me hablas.-

- Eres tú. Reconocería la cara del tío que me estropeó uno de los mejores polvos de mi vida.-

La chica dio un paso hacia delante, haciendo que David hiciera lo contrario a ella. Podría estar muy buena, pero es que parecía que le quería destrozar la cara. Y la cara es lo que más aprecia él.

- Busco a Alex. Le he estado llamando, pero no contesta. Al parecer tampoco está en su apartamento ¿Sabes dónde podría estar?-

David miró la puerta de su vecino, algo confuso. A lo mejor la tía las veces que había venido estaba tan borracha que ni se acordaba dónde vivía. Pobre Abby, cuando venga del trabajo y vea como está su puerta...

- Pues... habrá ido a comprar algo.-

Mintió porque no era plan de decirle que estaba durmiendo ahora mismo en su sofá. Ella levantó una ceja, sin creerse lo que había dicho. Intentó mirar dentro del apartamento de David, pero él movía un poco su cuerpo para que no viera nada.

Ya harta de tanta tontería, se alejó un poco para coger su móvil, escribir algo y ponérselo en la oreja.

Después de unos segundos se escuchó en el salón la canción de Bob esponja. David se esperaría ese tono de llamada viniendo de un loco.

- ¡JODER!- se quejó Alex al ser despertado.

Ella sonrió al escucharle, claro que después de dedicarle una mueca de desagrado a David. La chica apartó a David, entrando en su apartamento sin su permiso. Cogió aire, aguantando las ganas de chillarle a esa mujer.

Se quedó en su sitio, esperando que pasara algo. Solo se escucharon algunos golpes y gritos. Empezaba a entender por qué se acostaba con él. Los dos estaban igual de mal de la cabeza. Después de unos minutos vio como Alex se acercaba a él molesto y como la chica le seguía.

- Deja de molestar y vete.-

- ¿Me vas a cambiar por este orco?-

Iba a contestar por lo que le había dicho, pero la verdad es que ya se resignaba a toda esta mierda. Miró a su vecino, que pareció estar más molesto que antes.

Alex agarró la camisa de esa chavala, sacándola del apartamento. Ella solo se quitó su zapato para lanzárselo.

- ¡TE ODIO!- le gritó mientras le tiraba su otro zapato.

- ¡LOCA!- le contestó, cogiendo sus zapatos para intentar darle.

La chica cogió los zapatos y se fue bajando las escaleras. David no tenía palabras para lo sucedido. Solo miró a Alex, que se rascó la nuca enfadado.

- ¿Quién... era?-

- Nadie importante.-

Era la primera vez que lo veía así de enfadado. Él también lo estaría si esa loca lo despierta con esa cancioncilla y entrando para decirle vete a saber tú qué.

Tendría que importarle una mierda que estuviera así. Pero por alguna razón no le gustaba. Sin duda, prefería al Alex rarito que a este.

Hundió su dedo índice en el cachete de Alex, que le miró aún con el ceño fruncido. David infló los mofletes para luego moverlos muy rápido. Alex sonrió un poco y paró el movimiento con sus dos manos.

- ¿Quieres ver un documental de pingüinos?- preguntó David para ver si se animaba un poco.

Su vecino negó lentamente con una sonrisa ladina. Fue acercando su rostro hacia el de David. Quiso apartarlo, pero algo dentro de él deseaba que le besara. Cerró los ojos, esperando sentir sus labios. Cuando lo besó, soltó todo el aire retenido y sintió como su corazón iba a salir de su pecho en cualquier momento. Soltó un pequeño sonido de queja al sentir que se apartaba.

- Mañana a las nueve nos vamos a algún sitio a comer.-

Dicho esto, se alejó para abrir la puerta de su casa y entrar. No le había dado tiempo a negarse. Pero bueno, era mejor ir y comer por fin comida, que pedir otra vez una pizza. Entró en su apartamento, pensando a dónde le llevaría. Alex no parecía tener mucho dinero, seguramente lo llevaría a un burger o algo así. Abrió la puerta del cuarto de baño, para después quitarse la camisa. Antes de tirarla a la cesta de la colada se dio cuenta de algo.

- ¿Es una cita?-

Cogió el móvil que tenía guardado en el bolsillo de su pantalón. Buscó el número de ese idiota, cuando lo encontró, le dio y esperó a que contestara. Sí, por desgracia tenía su número. Pero porque Alex le robó el móvil y se añadió a los contactos. Después de esperar un rato, por fin contestó.

- No voy a ir a comer contigo.-

No dejó que contestara, solo colgó y dejó el móvil en su bolsillo otra vez.

Mi vecino raritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora