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Apoyó la espalda en la puerta para que Alex no lograra entrar.

Era el día de la boda y David había planeado irse antes de las ocho, pero por razones muy sospechosas, la alarma no había sonado.

- ¡Vete de una vez, no pienso ir!-

- Si no abres entraré por la ventana.-

Hubo un silencio que duró unos segundos. Alex dejó de intentar abrir la puerta. Se temía lo peor. Ese chico era capaz de entrar por la ventana. Y si no lograba entrar por ahí, estaba seguro de que derribaría la pared.

Abrió la puerta, parando a Alex.

- Iré, pero no hagas ninguna tontería.-

Tragó saliva al ver lo guapo que estaba su vecino. Ese traje que se ajustaba perfecto a su cuerpo, su pelo tan bien peinado y ese perfume tan ponente que le hacía querer estar más cerca de él.

Rápidamente Alex agarró el brazo de David, arrastrándolo hasta el ascensor.

- Debemos darnos prisa, llegamos tarde.-

- ¿Tarde? Si vamos con tiempo de sobra.-

Apretó el botón de la última planta para después tocar su pelo. Era la primera vez que David lo veía nervioso. Pero era normal, su hermana se iba a casar.

- Sin querer entré en tu casa, quité tu alarma y por error también la mía.-

- ¿Sin querer?-

- David, son las dos de la tarde, espero que estés contento.-

El ascensor abrió las puertas cuando llegó a la planta baja. Ambos salieron de él, dirigiéndose hacia fuera para coger el coche de Alex.

- ¿Me has echado la culpa?-

Alex abrió la puerta del coche, frunciendo el ceño.

- Si no te hubieras negado a venir, yo no tendría que haber quitado tu alarma y sin querer también la mía.-

Entró, dejando a David con la boca abierta. Este tío no podía ponerle de más mala leche porque el día no era más largo. Suspiró, entrando en el coche enfadado.

El viaje fue muy silencioso. Solo a veces se escuchaba a Alex resoplando. Por alguna razón David se sentía de veras culpable. Sabía perfectamente que era culpa de ese imbécil, pero por alguna razón lo que le había dicho Alex le había hecho sentir que de veras tenía la culpa.

Lograron llegar al convite. El primero en bajar del coche fue Alex, que le abrió la puerta a David. Este solo le dedicó una mirada asesina. Sabía perfectamente cómo se abría una puerta. Odiaba cuando la gente se comportaba así con él. Odiaba a Alex.

Se levantó, dejándose arrastrar por Alex hacia el edificio.

Cuando entraron solo había ruido. La música de fondo, todas las personas hablando y los niños corriendo y jugueteando.

- Llegas un poco tarde cuñado.-

Ambos dirigieron su mirada a Ray.

- Ray ¿Dónde está mi hermana?-

El esposo de Abby señaló hacía dónde estaba. David no se dio cuenta ni de cuando se fue a por ella, había ido muy rápido.

Entre cerró los ojos, mirando al novio.

- ¿Te llamas Ray?-

- Sí.-

- ¿Ray de... Raymond?-

Mi vecino raritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora