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Las 5 de la mañana y estaba despierto. No había dormido en toda la noche. Primero vio un poco la tele para ver si cogía algo de sueño, pero nada. Después bebió un poco de chocolate caliente, pero tampoco. Luego bailó un poco para ver si se cansaba y podría al fin dormir, pero no, surgió el efecto contrario. Y por último se quedó mirando al techo, imaginándose cualquier cosa.

Dentro de una hora tenía que ir a trabajar y estaba seguro que en cuanto tuviera un pie fuera de su apartamento tendría un sueño que te cagas.

Cogió su peluche para abrazarlo. Ya, era bastante mayorcito para esto, pero ese peluche era un regalo de su madre de cuando él era pequeño. Fue su peluche favorito desde siempre y nunca pudo tirarlo.

- David.-

Casi se cayó de la cama por el susto. Se sentó en la cama, viendo a su vecino con su pijama, pelo despeinado y unas enormes ojeras.

- Joder... casi me da un infarto.-

Se puso una mano en el pecho, frunciendo el ceño. De veras que algún día lograría quitarle las malditas copias de sus llaves.

- No puedo dormir.-

Se acercó hasta David hasta tirarse encima de él. David lo empujó hacia un lado para que dejara de aplastarle. Vio que se había quedado dormido, lo cual le molestó. Él tenía su propia cama, podría dormir allí. Además de que no le daba la gana de que creyese que podía entrar cuando se le venga en gana y hacer lo que quisiese. Comenzó a moverlo para intentar levantarlo.

- Alex, despierta, si no puedes dormir ve con tu hermana pe-

No pudo continuar, ya que Alex había rodeado su cintura para acercarlo a él. Cuando la cara de David estuvo en el pecho de Alex, su corazón comenzó a latir a mil. Puso su mano en el pecho de Alex para intentar apartarlo, pero este se pegó más a él. Cuando el olor de Alex entró por sus fosas nasales, sintió que sus parpados pesaban. Y sin darse cuenta se quedó dormido en brazos de ese chico que le sacaba de sus casillas.

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El despertador sonó, y aunque él quisiera moverse para dejar de escuchar ese ruido tan molesto, su cuerpo no respondía. Estaba demasiado cansado. Tanto, que no podía ni levantar el maldito brazo.

De repente deja de sonar, sacándole una sonrisilla. Pero esa sonrisa se borró cuando sintió algo en sus labios. Abrió los ojos lentamente, encontrándose con un pingüino de peluche.

Ya no se acordaba que su peor pesadilla había dormido con él.

Se quitó al pingüino de la cara para sentarse molesto. Vio a Alex, que estaba espectacular, como si hubiera dormido más de lo que en realidad durmió. En cambio él...

- Estás horrible.-

- Buenos días.-

Se levantó de la cama bostezando. Es verdad que había dormido una hora, pero aunque le joda admitirlo, había dormido mejor esa hora que en toda su vida. Aun así seguía teniendo sueño, con lo cual, lo primero que haría en cuanto viniera, sería dormir.

Mientras iba dando vueltas por toda la casa para prepararse para el trabajo, Alex, parecía un pollito. No paraba de seguirle. Incluso tuvo que darle con la escoba para que saliera del cuarto de baño y lo dejara hacer sus necesidades tranquilo. Ese chico era más pesado que una vaca. Siempre tenía tiempo libre para molestarlo ¿No trabajaba? ¿No tenía cosas mejor que hacer?

Cuando estuvo listo para salir, Alex le agarró de la muñeca.

- Mi hermana se casa dentro de una semana, así que vas a venir conmigo a la boda.-

Mi vecino raritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora