'I tried to stop her! But she vanished into thin air!'

1.5K 307 98
                                    


[Jiho]

Desde aquella noche no volví a recibir contacto suyo. No podía denunciar a la policía al no saber que nombre dar, más dejé sus datos físicos en comisaría por si alguien pudiera ayudarme. De poco iba a servirme. No era un niño, si no volvía no sería porque no pudiera.

A pesar de todo le busqué por todas partes. Me negaba a que aquel momento de la noche del incendio fuera una despedida. Me negaba a que se marchara sin darme una explicación, me negaba a que se marchara. Quería verlo. No entendía qué pasaba y la duda me carcomía por dentro noche y día.

Mis padres ya estaban procediendo a vender el piso y yo llevaba esos días durmiendo con Hoseok en su departamento. Debía tener un aspecto horrible, porque cada vez que mi amigo me veía su cara se llenaba de preocupación e intentaba animarme de todas las formas posibles.

- ¡Traigo cerveza! –Dejé el móvil en la mesa y me coloqué un cojín sobre la cara, intentando volverme invisible. No funcionó. El castaño me quitó el cojín y empujó hasta hacerse un hueco a mi lado en el sofá. – Traigo cerveza y de la cara. Más te vale alegrar esa cara.

- Sigue sin responder –murmuré al tiempo que me hacía con una lata. Hoseok suspiró y a mi me dio exactamente igual. – Si te molesta que no hable de otra cosa no intentes hablar conmigo.

- ... –me miró desaprobatoriamente y yo aparté la vista avergonzado. No me gustaba hablarles así a mis amigos. Eran quienes menos se lo merecían, más ahora a penas controlaba mis palabras. Solo pensaba en el peliverde y sentía que me estaba volviendo loco. – No me molesta que hables de eso. Me molesta que no aceptes que se haya ido.

- No se ha ido.

- Jiho...

- Va a volver. No tienes ni idea de lo que dices –comencé a beberme la cerveza. Un trago. Luego otro. Otro y otro más. No respiraba, solo bebía de carrera bajo la decepcionada mirada del castaño. Cuando me la terminé, limpié mi boca con la manga de mi camiseta y sonreí amargamente. – Estoy perfectamente.

- Estás fatal. Deberías ver a un psicólogo.

- Solo necesito ver a Suga. Solo quiero hablar.

- Suga se ha marchad-

- Le llamaré otra vez –interrumpí a mi amigo, ignorando sus dolorosas palabras.

- ¡No! –Sin darme opción a oponerme, me agarró el móvil. Yo me lancé instintivamente hacia él provocando que ambos cayéramos al suelo con un golpe sordo. Incluso ahí no dejé de hacer esfuerzos para recuperar mi maldito teléfono, más me di cuenta de que Hoseok era mucho más fuerte de lo que aparentaba. – ¡JIHO PARA YA!

- ¡No! –seguí zarandeándome inútilmente. Debía ser una imagen penosa por mi parte. Ni siquiera alcanzaba a rozar el objeto y mi amigo ya no se molestaba ni en estirar el brazo. Únicamente permanecía con la mano cerrada en torno al aparato. – Desde cuándo... eres... t-tan... –le intentaba separar los dedos del dispositivo pero con cualquier mínimo avance conseguían recuperar su lugar en cuestión de segundos. Literalmente estaba sudando del esfuerzo. – ...fuerte, ah.

- Sigo igual que siempre –rodó los ojos y tras perder la paciencia se guardó mi teléfono dentro del pantalón. Le miré alzando una ceja. Si eso era un reto a que no me atrevía a agarrarlo en ese lugar iba a perder de seguro. Y él lo sabía, por lo que no tardó en levantarse y tras guardarlo en una bolsita, meterlo dentro de la cisterna del váter. Yo observaba todo eso desde el suelo, patético a más no poder. – Eres tú quien está hecho un trapo –dejó caer el móvil y mi corazón se encogió un poco. Sabía que de nada me serviría tenerlo porque Suga no respondería mis llamadas, más me daba una pequeña seguridad. Una esperanza. – Hasta una babosa podría ganarte a un pulso.

- Le cedería la victoria con tal de no tocarla –sonreí amargamente.

- Yo también lo haría –vino a sentarse a mi lado, en el suelo, y me golpeó cariñosamente el homrbro. Mi sonrisa no hizo más que ensancharse mientras el calor en mi pecho no hacía más y más que intensificarse. – No dejes que esto te hunda. Aún tienes a tus amigos.

- ... –asentí y me rodeó con un brazo, arrimándome a él. Antes de darme cuenta ya me encontraba llorando en su hombro como un niño pequeño. Y el pecho me ardía muchísimo. Y su camiseta se llenaba de mocos y lágrimas. Era tan asqueroso que alguna risa sin sentido se me escapaba entre la llorera.

- Quizás le surgió un imprevisto o no pudo avisarte... –tragué saliva. Yo mejor que nadie sabía que nada de eso era cierto. Se había ido y aunque me matara por saber la razón sabía muchas que no eran. – La cuestión es que se ha ido y tú tienes que aceptarlo. Tampoco es como si te hubieras quedado solo.

- Supongo que no...

- Y te está yendo muy bien en el trabajo...

- Supongo...

- No pongas pucheros –me apretó los mofletes y metió una lata de cerveza entre ellos. Yo comencé a beber de forma inconsciente mientras mi amigo me acariciaba la espalda. Era bastante relajante. Yo se lo había hecho al peliverde multitud de veces en el pasado. – Mentalízate de que se ha ido. Se ha ido y punto.

- Pe-p...

- Se ha ido.

- ....

- Se ha ido y no lo necesitas para nada. El único imprescindible en tu vida eres tú.

Agaché la cabeza y me quedé callado pensando en sus palabras. Mi amigo también hizo silencio y en pocos segundos se creó un aura digno de meditación. Un aura que no tardó en hacerse añicos cuando al poco rato sonó una melodía de un móvil. Miré a Hoseok quien me estaba sosteniendo la cerveza como su fuera un biberón.

- ¿Qué?

- ... –me terminé toda la cerveza y eché un eructo digno de competición. Hoseok se colocó la mano cubriéndose la boca y nariz pero no dejó de prestarme atención. – Es su tono.

- ¿Qué to-

No me quedé a explicárselo. Eché a correr tirando todo por mi paso, golpeándome con objetos que había y no había por en medio y ni me lo pensé dos veces antes de meter mi digna mano en la cisterna del váter. No pensaba. Si lo hubiera hecho, de seguro que el móvil seguiría hundido en ese asqueroso lugar en vez de estar siendo sacado de la bolsa de plástico con mis dedos.

Bloqueé la puerta cuando escuché que Hoseok se acercaba implorando que dejara el móvil. Yo estaba excitado. Me volvía loco cuanto más escuchaba la canción. Las manos se me enredaban y se me resbalaba una y otra vez por ellas. Solo atisbé a ver su nombre medio segundo en la pantalla antes de que desapareciera.

Llamada perdida

- ...

- ¿Jiho? –mi amigo seguía al otro lado de la puerta. Yo me fui deslizando por esta hasta llegar al suelo. Él golpeó con los nudillos un par de veces la madera y sin quererlo, me eché de nuevo a llorar. – ¿Jiho? ¿Estás bien?

No estaba bien. No sabía que hacer. Me daba un miedo horrible llamarle y que nadie respondiera al otro lado. Me aterraba entrar de nuevo en ese círculo vicioso sin respuesta. Me estaba volviendo loco. Ese móvil me estaba volviendo loco. Lo mejor que podía hacer era deshacerme de él.

Y de hecho estaba a punto de estamparlo contra las baldosas del baño cuando la pantalla se iluminó una segunda vez. Y la melodía volvió a inundar las cuatro paredes.

Me quedé de piedra. No reaccioné hasta que lentamente pulsé el botón de descolgar y lo acerqué con total desconfianza a mi oreja. No sé que pensaba en ese momento. Prácticamente nada. Simplemente mi corazón parecía que había dejado de latir y cada célula de mi cuerpo esperaba oír su voz.

- ¿Zico?

- ...

- ¿Podemos vernos?

Respondí en mi mente antes que con mis labios. Sí. 

Beautiful wings ░Ziga░Donde viven las historias. Descúbrelo ahora