'Close your eyes. Now forget what you see.'

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[Jiho]

Los bomberos no tardaron en llegar y desmadrarlo todo aún más si era posible. Apagaron el fuego a la perfección, pero diez minutos después de su llegada ya estaba todo el vecindario pendiente de lo que sucedía en nuestro edificio.

- ¿Quieres agua? –le tendí una botella al peliverde. La rechazó moviendo levemente la cabeza, envuelto en una vieja manta que nos habían dado. Llevaba sentado en una ambulancia casi media hora sin hablar. Solo miraba al suelo y balanceaba los pies de vez en cuando, aunque por lo delgado que estaba, quizás hasta era el viento y no él quien lo hacía.

Me senté a su lado y le rodeé los hombros con mi brazo. No sabía que más decir, no podía asimilar lo que estaba sucediendo. Mi piso. Mis cosas. Todo reducido a cenizas. Hacía unas horas estaba riendo con Suga en la cama y ahora me encontraba viendo como virutas negras se desprendían de la que antes era mi ventanal.

Nada me cruzaba por la cabeza en esos momentos más que llamadas de ayuda. Necesitaba que me dijeran qué hacer. Abrazaba con fuerza a mi compañero pero sentía como me ardía el pecho al no obtener respuesta en ninguno de mis intentos.

- ¿Y comida? –no llevaba nada comestible y sólido encima, pero no me habría importado ir a donde fuera a comprarla con tal de hacer algo útil. De cualquier forma, volvió a negar. Eran movimientos tan pequeños que apenas se podían percibir. – Puedo comprar otra tarta. O cigarros. O cerveza.

- ... –de repente me abrazó escondiéndose entre mi costado y rodeó el cuello con ambas manos. Me sorprendió, dejándome unos segundos sin reacción antes de apegarle a mí. Posé mis labios sobre su cabeza e inspiré. Olía a humo. – Zico...

- Dime qué quieres. Qué necesitas.

- Creo qu-

Se calló de inmediato con la llegada de una tercera persona. Se soltó e incorporó adecuadamente, agachando la vista y envolviéndose de nuevo con la manta. Cuando vi todo ese retroceso odié enormemente al recién llegado incluso antes de saber su identidad.

Resultó ser un hombre trajeado. Detrás suyo también esperaba una mujer muy bien vestida, demasiado formal para andar a esas horas por esa calle con esas pintas de casualidad. Llevaban una carpeta entre las manos y cuando vi el nombre que destacaba en la parte frontal del plástico se me heló la sangre. Fruncí el ceño y me crucé de brazos.

- ¿Pasa algo? –pregunté a la defensiva. Ya me olía de que iba todo eso.

- Preguntamos por el propietario de la vivienda y nos condujeron hasta... –la mujer me echó un vistazo de arriba abajo y el hombre a nuestro alrededor. Seguramente ninguna de las imágenes era buena. – ...ti.

- Mis padres lo son.

- ¿Debería hablar con ellos entonc-

- ¡No vamos a vender el jodido piso! –exclamé de repente. Perdí los nervios y todos se asustaron. Miré al peliverde y me miraba agarrado a la manta con los ojos completamente abiertos. Rodé los míos y me bajé del camión bruscamente. – Fuera.

- Pe-

- He dicho que fuera –la mujer caminaba pero el hombre me miraba en silencio resignándose a dar un paso. Comencé a empujarles y alejarles de malas maneras. – No quiero hablar más del tema.

Era el momento menos apropiado. Sabían de sobra que el piso era suyo. Mis padres no se negarían a hacer el papeleo después de que la casa quedara reducida a unas cenizas inhabitables. Cualquier reforma que hiciéramos no compensaría ni la mitad de beneficio que sacaríamos si la vendiéramos. Llevaba oponiéndome todo ese último año, más ahora había perdido.

- Si nos pudiera proporci-

- ¡Fuera de una jodi-

Alguien me cubrió la boca. La pareja se marchó rápidamente, no atreviéndose a seguir insistiendo, y la pálida mano que cubría mis manos no tardó en bajar. Cuando me giré lo encontré de cara a mí. Ahora tenía la cabeza despejada y la manta le caía por los hombros. Varias manchas negras de ceniza pintaban su cara. Sin decir nada, agarró la botella de agua que yo estaba sujetando con la mano y tras quitarle el tapón bebió un trago. Yo no dejaba de mirarle. Quería llorar.

Había sido mi culpa. Desde un primer momento había sido todo culpa mía. Si no hubiera montado la fiesta. Si hubiera comprobado que todo estaba en buen estado. Si fuera más paciente y montara la fiesta otra día. Cualquiera de esas cosas habían estado en mi mano y ahora no tenía nada. Ahora no tenía casa. Ahora todo volvería a ser como antes y la persona que más me importaba en esos momentos desaparecería.

Más no podía actuar como un loco. Debía aceptarlo y llevarlo con normalidad. Debía hacerme a la idea de que todo estaba terminando.

- ¿Y ahora qué? – di un trago a la botella de agua y me la eché por encima. Él seguía sin responder y tenía la cabeza gacha con las manos entrelazadas. Parecía absorto en su mundo como nunca antes lo había visto. – Quizás deberíamos llamar a Nam-

Entonces, mientras me limpiaba con la mano el agua de la cara, sentí algo suave posarse en mis labios. Me quedé de piedra y tardé un par de segundos en reaccionar. Abrí lentamente los ojos para observar una cabellera peliverde frente a mí. También iba con los ojos cerrados como yo minutos antes y también los abrió al cabo de unos instantes.

Se separó sin dejar de mirarme. Ambos estábamos en completo silencio sin decir nada. Podían decirme que me habían sedado y me lo creería completamente. En lo que tardé en llevar mi índice al labio inferior, Suga ya se había alejado varios pasos.

Nunca imaginé que fuera a echar a correr en ese momento.

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Hago una pequeña explicación de lo que está sucediendo para quien se haya perdido. 

Hay una agencia que quiere comprar el edificio donde está el piso de Zico. El papel que sale en uno de los capítulos anteriores es una recogida de firmas en contra. Zico es uno de los que se oponen a vender principalmente porque si no hay piso que compartir no hay compañero de piso. 

La cuestión es que como se ha quemado pues a los padres les va a convenir mil veces más venderlo que arreglarlo. 

Fin. 

COMAN MUCHAS PALOMITAS Y TARTA. <3

Beautiful wings ░Ziga░Donde viven las historias. Descúbrelo ahora