14. CALLA O MUERE

272 44 5
                                    

BASADA EN HECHOS REALES
VIVIDA POR MI
PARTE 2/3

Luego de estar más de media hora en el frío, duro y húmedo suelo, el policía nos pidió a mi y al otro sujeto que nos pusiéramos de pie con las manos en el cuello y que a cualquier movimiento en falso dispararía.

Llorando pregunte si nos dejarían ir y la respuesta fue que aun no.

Caminamos uno metros hacia otro lugar donde nos pidieron que lleváramos una cosas recuperadas del saqueo al supermercado.

Lloraba y suplicaba piedad y las palabras del militar fueron.

Deja de llorar marica si no quieres que te mate cierra la geta (geta es boca)

Yo y el otro sujeto movimos las cosas de lugar y cuando pensé que nos dejarían ir nos tiraron al suelo del parqueo del supermercado, trajeron una patrulla y la pusieron para que nadie pudiera ver lo que hacían.

Al caer en el suelo mi instinto fue cubrir mi cabeza y pedirle a Dios que todo acabase pronto.

En el suelo, temblando con frío y dolor en todo mi cuerpo, podía ver por el rabillo del ojo la satisfacción de los militares al golpearnos.

Golpeaban mis pantorrillas con su macana y lo único que podía hacer era poner las piernas firmes y callar.

Una palabra, comentario o insulto y seria mi fin.

Ellos comenzaron a insultarnos diciéndonos;

ladrones, perros deberían estar en su casa durmiendo, quien los manda a robar cerotes (cerote es mierda).

Luego de un rato trajeron más personas detenidas y se pusieron a patearlos y brincar sobre ellos.

Sus botas pesadas aplastaban las espaldas de los demás mientras en mi, estas se marcaban en mis costillas y piernas como patadas.

Un rato más tarde y trajeron más personas y a estas las aventaron como costales de papas encima de los que estábamos tendidos en el suelo.

Luego, otra ronda de golpes se nos fue propinada, oía como el sujeto que cayo sobre mi gemía del dolor.

Siguieron asi un buen rato hasta que luego todo se pusiera peor.

Oí como un spray era roceado sobre una de las personas y de inmediato supe que era gas pimienta.

Tome aire, cubrí con mi brazo mi nariz y de un momento a otro sentí un ardor indescriptible y una sofocación agobiante cuando rociaron el gas en mi rostro.

Se podía escuchar como los demás que no estaban preparados para lo que les hicieron tosian y escupían escapando de ahogarse.

Unos lucían muy graves, otros al borde de quebrarse mientras yo evitaba inhalar el gas tóxico para no estar igual que ellos.

Le pedía a Dios por mi vida mientras aguantaba la respiración y esperaba que todo el calvario terminase sin embargo lo peor estaba por suceder...



SOMBRAS EN LA OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora