Ruta Neutral (Cap 2) Batalla contra Celestia

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Después de conocer a Celestia, Twilight y ella caminaron a través de las ruinas, enfrentándose a un gran número de puzzles que les marcaban el camino hacia la casa de la misteriosa guardiana.

—Para seguir adelante tendrás que resolver varios acertijos —comentó Celestia mientras guiaba a Twilight—. No te preocupes, he colocado varias marcas para que sepas por dónde ir, pero... —Celestia miró los puzzles con una expresión de sorpresa—. Oh vaya, parece que las marcas han desaparecido. No te preocupes, te guiaré yo misma.

Twilight asintió, confiando en las palabras de su compañera, y siguió a Celestia mientras ambas resolvían los diferentes rompecabezas que se interponían en su camino. El silencio de las ruinas solo era interrumpido por el eco de sus pasos y el leve crujir de las antiguas trampas.

Después de caminar durante lo que parecieron cinco o diez minutos, llegaron a un pasillo más estrecho. Allí, Twilight se topó con una pequeña criatura, un sapo que la miraba con ojos curiosos.

—Oh, hola, pequeñín. ¿Te has perdido? —preguntó Twilight, inclinándose ligeramente para hablarle.

Sin embargo, antes de que pudiera acercarse más, el sapo comenzó a arrojarle moscas, brillantes como si estuvieran imbuidas de magia. Cada vez que alguna de ellas la rozaba, Twilight sintió una leve punzada de dolor.

—¡Oh! E-eso no me lo esperaba... —murmuró, retrocediendo y buscando algo con qué defenderse.

Al ver un palo en el suelo, lo tomó rápidamente y golpeó al sapo con más fuerza de la que había planeado, acabando con su vida en un instante.

—Creo... que me excedí un poco... —susurró con la mirada baja, sintiéndose culpable.

Mientras avanzaba hacia la casa de Celestia, Twilight encontró un cuchillo de juguete abandonado en lo que parecía ser una habitación oscura y solitaria. Aunque le pareció extraño que un objeto así estuviera allí, decidió guardarlo, pensando que podría ser útil más adelante.

Finalmente, tras un largo trayecto, llegaron a la casa de Celestia. Era un hogar acogedor, situado bajo un enorme árbol de madera negra, cuyas hojas rojas caían lentamente al suelo, creando una alfombra natural.

—¡Wow! —exclamó Twilight, impresionada al ver el interior. Era mucho más grande de lo que parecía desde fuera.

—Bienvenida, mi niña —dijo Celestia con una sonrisa cálida—. Siéntete como en casa. Ven, te mostraré tu dormitorio.

Tomando la mano de Twilight, Celestia la guió hasta una pequeña habitación, sencilla pero confortable. Twilight se sintió aliviada al ver una cama cómoda esperándola.

—Snif... snif... —Celestia olfateó el aire repentinamente—. Creo que algo se está quemando. ¡Descansa, nos veremos más tarde! —exclamó antes de salir corriendo hacia la cocina, dejando a Twilight sonriendo ligeramente ante la escena.

Twilight se acostó y pronto cayó en un sueño profundo, aunque solo duró un par de horas. Al despertarse, encontró un trozo de tarta de caramelo y canela en el suelo junto a su cama. Lo guardó en su inventario, sintiendo un gesto amable de parte de Celestia, antes de salir de la habitación para reunirse con ella en la sala de estar.

—Hola, Celestia —dijo Twilight al verla sentada en un sofá, concentrada en la lectura de un libro.

—¡Hola, pequeña! —respondió Celestia sin despegar la vista de las páginas—. Despertaste pronto. Estoy leyendo sobre mitología humana. ¿Te gustaría acompañarme?

Twilight, algo incómoda por la situación, decidió cambiar de tema.

—La verdad... quería preguntarte, ¿cuándo podré irme a casa?

Celestia cerró el libro con un suspiro, claramente incómoda con la pregunta.

—Oh... bueno... —tartamudeó—. Sabías que los humanos pueden correr a 10 kilómetros por hora? ¡Qué interesante!

Twilight frunció el ceño. No iba a dejarse distraer.

—¿Cuándo podré irme a casa? —insistió, con un tono más firme.

Celestia evitó su mirada, levantándose rápidamente del sofá.

—Espera aquí... tengo que hacer algo —dijo antes de dirigirse apresuradamente hacia un pasillo que llevaba a una especie de sótano.

Twilight la siguió, decidida a descubrir qué estaba sucediendo. La actitud evasiva de Celestia solo aumentaba su curiosidad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Celestia, girándose para mirarla—. Vuelve arriba.

Pero Twilight no se detuvo. Continuó siguiéndola, ignorando la advertencia.

—Todos los humanos son iguales —murmuró Celestia, su voz teñida de tristeza—. Caen, se van... y luego mueren. Si no te vas, Luna te matará.

Twilight la siguió aún más cerca, hasta llegar a una puerta grande y pesada. Celestia se detuvo, respirando hondo antes de girarse para enfrentarla.

—Si realmente quieres irte... tendré que ponerte a prueba —dijo en voz baja, mientras comenzaba a conjurar bolas de fuego en sus manos.

—No me gusta la violencia... —susurró Twilight para sí misma, recordando cómo se había visto obligada a defenderse en las ruinas.

De repente, el ambiente a su alrededor cambió. Las sombras envolvieron el lugar, dejando a ambas solas en medio de la oscuridad.

Frente a Twilight aparecieron cuatro opciones:

[LUCHAR] [ACTUAR] [OBJETO] [♥PIEDAD]

—¿Así que puedo elegir...? —pensó Twilight, sorprendida. Había luchado antes, pero nunca había tenido una opción como esta.

Optó por presionar el botón de [PIEDAD].

—¿Qué haces? —preguntó Celestia, lanzando bolas de fuego hacia Twilight, quien las esquivaba con agilidad.

—No quiero hacerte daño —insistió Twilight, aunque algunas bolas la rozaban, haciéndola retroceder levemente.

—Lucha o vete —ordenó Celestia, aumentando la intensidad de sus ataques. Sin embargo, Twilight mantuvo su posición, esquivando y mostrando compasión en cada mirada.

—No voy a luchar —repitió Twilight con determinación.

—No me mires así... —respondió Celestia, sus ataques volviéndose cada vez menos precisos, como si dudara.

Twilight siguió mostrando piedad una y otra vez, hasta que finalmente Celestia detuvo su ataque.

—¿Sabes qué es lo más triste de todo esto? —dijo Celestia con la voz quebrada—. Nunca he podido salvar a una sola niña...

El ambiente volvió a la normalidad. Celestia suspiró, su mirada llena de tristeza al fijarse en Twilight.

—Supongo que debes irte, ¿no? —dijo con resignación.

—¿Volveré a verte? —preguntó Twilight, con un nudo en la garganta.

—No lo sé... —respondió Celestia antes de abrazarla con ternura, un abrazo que transmitía todo el amor y la protección que Twilight había comenzado a sentir por ella.

Twilight correspondió al abrazo, y al separarse, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

—Ten cuidado allá afuera, mi niña... el mundo exterior es mucho más peligroso que las ruinas —advirtió Celestia, con preocupación en su voz.

—Lo tendré. Espero volver a verte —respondió Twilight antes de caminar hacia la gran puerta.

Con un último vistazo hacia Celestia, Twilight cruzó la puerta, dejando atrás a la que, en tan poco tiempo, se había convertido en una figura materna para ella.

Ponytale™ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora