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El viaje de vuelta a casa se de pronto se volvió mucho más largo de lo normal y cuando Yukhei vio que al fin entraban a la calle donde vivían, sintió un alivio pasar por su cuerpo.

Cuando su madre estacionó el auto en el garaje, Yukhei salió y prosiguió a abrirle la puerta al joven esclavo.

Antes de que pudiera quitarle el cinturón, ya el chico se lo había quitado apresurado y bajaba con delicadeza del auto.

"Ven." dijo Yukhei con suavidad y caminó hacia la puerta de su casa. La abrió y dejó pasar primero a su madre, luego al esclavo y luego él.

Estaba volteado cerrando la puerta cuando escuchó un fuerte golpe contra el piso.

Asustado, se volteó y vio al esclavo arrodillado frente a él. Yukhei miró a su madre en busca de ayuda, pero ella solo miraba al pobre chico arrodillado a los pies de su hijo.

"¿P-Puedo hablar?" tartamudeó el esclavo en un susurro y Yukhei sintió como su corazón se retorcía.

"Por supuesto que puedes hablar." respondió el más alto sintiendo un nudo en la garganta. "Puedes hablar siempre que quieras, no tienes que pedir permiso."

"¿A quién...?" empezó a preguntar el joven pero una leve tos escapó de sus labios. "¿Estaré al servicio de la Dama o el suyo, Señor?"

"A mi." respondió Yukhei tragando grueso. "Me estarás... ayudando a mí."

Yukhei vio al chico asentir un poco y luego se quedó estático. Yukhei miró a su madre de nuevo, sin saber qué hacer. Su madre señaló a las escaleras y el castaño sonrió agradecido.

"Ven, levántate." Yukhei dijo y extendió una mano para ayudar al chico. "Vamos a mi habitación. Bueno, nuestra habitación."

El chico miró la mano extendida pero no la tomó, sino que se levantó por sí mismo.

Yukhei empezó a subir hacia su habitación y al mirar sobre su hombro, notó que al joven esclavo le costaba trabajo subir los escalones.

"¿Necesitas ayuda?" preguntó Yukhei y sobresaltó al esclavo.

El chico negó frenéticamente con su cabeza antes de responder. "N-No, señor, yo puedo solo..."

"Regla #1: No me mientas." dijo Yukhei mirando al chico y lo vio como frenó sus intentos de subir por sí solo. "Preguntaré de nuevo, ¿necesitas ayuda?"

"S-Sí, señor..."

Yukhei sonrió al escuchar la respuesta susurrada del chico y se acercó a él. Con mucho cuidado, lo alzó con un brazo debajo de sus rodillas y con el otro sosteniendo su espalda, y escuchó como el esclavo soltó un suspiro de sorpresa.

La sonrisa de Yukhei desapareció al instante de alzarlo; había sido realmente sencillo cargarlo ya que no pesaba nada. Necesitaba cambiar eso pronto.

Muy despacio para no lastimarlo, Yukhei subió los escalones y llegó a su habitación. Por suerte la puerta estaba abierta, así que pudo entrar con fluidez y cuando iba a acostar al esclavo en su cama, el chico soltó un grito desesperado.

"¡¡N-No, Señor!!"

"¿¿Qué pasa??" preguntó Yukhei asustado ante el repentino cambio del chico que aun tenía en sus brazos.

"En su cama no, Señor, no quiero ensuciarla."

Yukhei frunció su ceño y miró al chico. Estaba totalmente limpio...

...no quiero ensuciarla...

El más alto sintió como su alma se le caía a los pies al darse cuenta de que no se refería a esa suciedad, sino a la suciedad de ser un esclavo.

"Por eso no te preocupes, ¿sí?" susurró Yukhei al esclavo y con delicadeza lo depositó sobre la cama.

El chico se quedó rígido sobre la cama, como evitando moverse para no tocar más partes de la cama de las debidas.

Yukhei movió la silla de su escritorio y la colocó frente a la cama, sentándose justo al frente del chico. Y se dedicó a observarlo. No se había dado la libertad antes, pero ahora que lo observaba detalladamente pudo notar que el chico tenía una carita sumamente bonita.

Tenía los labios prominentes y brillantes. Los hoyuelos de sus mejillas resaltaban por su delgadez, pero seguían teniendo una elegancia única. Su cabello castaño claro y lacio caía un poco sobre su frente. Yukhei sintió el impulso de mover el mechón de cabello y colocarlo detrás de su oreja.

"¿Cómo te llamas?" preguntó Yukhei al rato de mirarlo.

"Soy el esclavo K-219 pero usted puede llamarme como desee, Señor." respondió el chico en un susurro, sus ojos clavados en el suelo. Yukhei frunció su ceño.

"No, tu nombre, el que te pusieron tus padres antes de..." Yukhei empezó a decir pero no pudo continuar. En el C.A.E le habían informado que el chico había sido vendido como esclavo por sus padres para salvar la hipoteca de la casa.

"¿Mi nombre?" preguntó el chico desconcertado. "¿...Jungwoo?

"Jungwoo." dijo Yukhei, dejando el nombre rodar en su lengua y sus labios. "Me gusta tu nombre."

"G-Gracias." respondió el joven esclavo tartamudeando y con un sonrojo se asomó en sus mejillas.

"¿Tienes hambre?" preguntó Yukhei y cuando vio que el chico iba a negar, lo interrumpió. "Recuerda que no puedes mentirme."

"Un poco, Señor." respondió Jungwoo en un susurro y el castaño sonrió satisfecho.

"Quédate ahí, te traeré algo." dijo Yukhei y se levantó de la silla. Antes de irse, le hizo caso a su impulso y movió el mechón de cabello que tapaba la frente del esclavo, metiéndolo detrás de su oreja. Aprovechó y acarició su mejilla. A pesar de la vida que había llevado, tenía una piel muy suave.

Con un último suspiro, Yukhei se volteó y salió de su habitación, cerrando con suavidad la puerta tras de sí.

「libérame」 「luwoo」 「terminada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora