Sehun no podía dejar de observar esas fotografías que él mismo había tomado. Aquellas que no hacían más que remontarlo a ese día, más exactamente, a ese momento que no lograba quitarse de la mente. Y cómo hacerlo, si había sido sumamente extraño.
Llevaba días buscando algo de inspiración, pues tenía un proyecto que hacer y ya nada lograba atraer su atención, nada era tan fascinante como para querer capturarlo y volverlo eterno en un papel. Por eso, ese día quería aprovechar el perfecto clima grisáceo de finales de la estación para ver si algo le gustaba.
Salió con su cámara resistente al agua y su mejor lente. Caminó durante un rato, tomando fotos de los árboles, del paisaje y de una pareja de adolescentes enamorados que jugaba bajo el manto de agua que caía del cielo. Pero realmente nada había llamado demasiado su atención, nada hasta que lo vio justo en el rio Han, un chico bajito que caminaba totalmente empapado con dirección al puente, y se detuvo justo ahí para recargarse, luciendo cansado.
No fue precisamente su gran belleza la que llamó su atención, ni su piel que parecía ser de porcelana. Fue la fragilidad que destilaba, esa tristeza plasmada en su rostro y postura, gritándole al mundo su vulnerabilidad y cansancio. La forma en la que contemplaba el paisaje, como queriendo absorber la energía de la lluvia, como queriendo perderse en la inmensidad del rio. Todo ese cuadro le pareció tan sublime, tan trágicamente hermoso, que inconscientemente estaba ya capturándolo con su cámara. Y cuando el bajito cerró sus ojos, sintió que su corazón se aceleró un poco más. Tuvo ganas de acudir a su rescate, de protegerlo, como a un pequeño conejito asustado.
Pero el castaño abrió sus ojos y volteó de manera inoportuna, para así percatarse de su presencia y, seguramente, también de que lo estaba fotografiando. En cuando su mirada se encontró con la del pequeño, su corazón se aceleró y el tiempo pareció detenerse. Se quedó perdido en la inmensidad y belleza de esos ojos de los que brotaba sorpresa e intriga, con los sentimientos a flor de piel y con la adrenalina de haber sido atrapado con las manos en la masa.
Esperaba que el castaño se acercara a reclamarle o a interrogarlo, pero grande fue su sorpresa al verlo voltearse, como si se estuviera rindiendo ante algo, y marcharse indiferente, dejándolo con el alma en la boca y el corazón acelerado. Sehun no pudo hacer nada, pero tampoco tenía mucho que hacer, salvo agradecer el no haberse metido en ningún problema con aquel chico.
Y ese descolocante suceso se había estado repitiendo en su cabeza varias veces los últimos tres días. Ya no quería darle más vueltas al asunto, quería olvidar lo ocurrido y continuar con su vida normal. Pero sabía que le sería muy difícil volver a encontrar algo que lo cautivara tanto como eso.
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Gracias n.n Sigue leyendo, por favor.
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La vida también puede ser hermosa
FanfictionEs verdad que muchas veces nuestros problemas no son los más graves, pero cuando estos nos molestan, sentimos que somos las personas más desdichadas del mundo. Junmyeon no puede evitar sentirse de esa forma nuevamente, y es que a lo largo de los año...