Hola. Qué, ¿cómo estáis? ¿Bien? Bien. Bien. Que suerte tenéis. Aquí sentados, tocándoos las nueces mientras veis gente sufriendo, deslomándose por sacaros una carcajada. No sabéis lo difícil que es. Pasamos noches sin dormir, el cuerpo se tensa. Todo el cuerpo. En mi caso todo esto es culpa de mi padre. Para quién no lo sepa mi padre es adoptado. Nada más nacer ya le enviaron con otra familia. Él dice que le verían raro, que no lo querían... mentira. ¿No os habéis preguntado porqué se ha dedicado a pintar? ¿No? Una suma sencilla. Bebé, pared, plastidecor. ¡Estaban hasta el moño de tener que limpiar las paredes! Y claro, al pobre lo tuvieron que deportar. Así que tuvo que dejar su dulce morada para ir a vivir con otra familia. Los años fueron pasando y la cosa, claro, no mejoraba; por lo que tuvieron que llamar a la Interpol. El niño se marchaba o ahí iba a acometerse una atrocidad. Como el de comer un plato de lentejas en verano. El niño, obviamente tuvo que regresar con sus padres originales, los cuales encerraron en una habitación hasta que fuera mayor de edad excepto para ir a trabajar o al colegio. No podían permitir que volviera a pintar en un ataque de frenesí las paredes de la casa. Si lo hacía, que fuese en su habitación.
Años más tarde tuvo la genial idea de tener hijos. Digo genial porque todo el mundo conoce ya los resultados de esos intentos. Un desastre. Mi padre ha tenido tres hijos. Claro, imaginaos. Un niño con esas paranoias e impulsos, ¿cómo podía tener unos hijos normales? Mientras su primogénito crecía volvía en su interior aquella fase de odio hacia las paredes y una noche empezó a pintar las paredes de casa. Pero esta vez con un rodillo. Y la madre claro, viendo cómo se había puesto y que le pintaba la pared fucsia a su hijo tuvo que marcharse a su país. Hasta años más tarde no pudo volver a verlo. Yo tampoco dejaría entrar a alguien en mi país que comete tales errores de estilismo. Combinar el fucsia con el verde del suelo... todo el mundo lo sabe papá, con el verde solo va una cosa. Bárcenas.
Luego vine yo. Sí. Cómo se nota que me hizo a mala gana, implantó la semilla mal a propósito. ¿Que no? Sacas a un hijo tartamudo, con una rodilla girada de más, por lo que en según que términos se le puede llamar cojera, y le llamas Claudio. Seguido de Ricardo. Encima de cojo y tartamudo, con nombre de culebrón. Al niño no le quedaba otra que encerrarse en su burbuja, sin dejar de preguntarse "qué hecho yo ¿porqué?". El niño traumatizado de por vida. Y claro, tuvo que empezar a planear su venganza. Esto no podía quedar así. ¿Qué fue lo primero que hice? Pensaréis alguno. ¿Se habrá atrevido a...? No, no. No los grabé teniendo sexo y lo publiqué en la web como venganza. Internet no existía. Porque no había medios. Que sino. Así que pensando, pensado hallé el plan perfecto. Esperé a una tarde después de que mi padre estuviera dos semanas pintando y colgando las paredes de casa, esta vez estaba controlado por mi padre, así que la casa tenía colores lógicos. El bajó a por tornillos y esperé a que cruzase la puerta, luego el pasillo y me viera en la otra punta de la casa. le sonreí, le enseñé el martillo que había dejado al alcance de los niños, o sea de mi, y vio que estaba justo en frente de un recipiente de 400L llamado Acuario. En este momento todo fue a cámara lenta. Empezó a correr intentando llegar a tiempo, yo golpeé el acuario; el cristal se fue desquebrajando, el agua saliendo, mojando los discos de vinilo de abajo y todo cayendo en la moqueta. El hacia mí, como un poseso, yo driblando todo lo que podía. Los peces, el agua, la moqueta levantándose, mi madre saliendo de la cocina con el cucharón de la sopa... lo de Messi ya estaba inventado mucho antes. Qué desperdicio, cómo se quedó la casa.
Aunque lo peor vino después. Siendo Calumarte, la venganza amistosa se lleva dentro. ¿Iba mi padre a aguantarme solo tantos años? No. Decidió tener una tercera y última descendencia. Quería despistarme, apartarme de romper los reproductores de vídeo metiendo una tostada con mantequilla y darle al Play. Esos días habían acabado. Ahora debía cuidar a mi futuro hermanito, decían. Así que yo, sabiendo que podía salir niña, les seguí el rollo. Nada jode más que romper las expectativas. Bruno, Bruno. Así iba llamando a mi hermanito cada vez que veía el bombo de mi madre. Y así hasta el día del nacimiento. Y salió niña. Marina. Imaginaos las lágrimas, todo el dinero perdido que habían invertido y que no podrían recuperar. De aquí sacó la idea Miguel Blesa para sus preferentes. Ese engendro, no puedo llamarle bicho ya que había un gato en casa, era peor que yo. Solo mantenía el silencio cuando ellas dormían, pero es que encima los vigilaba. Así. Y luego sonreía. Y al gato, pobre. Una vez le agarró de la cola y parecía que le arreaba con el bolso a alguien imaginario.. Mis padres estaban tan ilusionados... no podían dejarme sin hermanito. Por ello fueron desviando nuestra atención montando un sinfín de actividades, viajes, podíamos ir a jugar con nuestro vecino cuando quisiéramos... nos dejaban pelearnos lo suficiente. Como hacen los hermanos. El día clave fue uno cercano a mi décimo cumpleaños. Ya me hacía mayor. El tiempo ya había pasado y parecía que los impulsos vengativos de mi padre y los míos minoraban. Por lo que dejaron de prestarme tanta atención y desviaron su atención hacia Marina. Mis padres parecían tomarle por fin aprecio a esta personita que hasta ese momento siempre vestía igual que yo, solía re-usar mi ropa, y llevaba el mismo corte de pelo. Mira si nos confundían que nos preguntaban cada dos por tres si éramos gemelos. Siempre me pareció muy raro que llamaran Marina a alguien que le dejaban el pelo tan corto. Y que encima respondiera. Yo estaba convencido que tenía un trastorno de personalidad. Pensaba, ¿qué haces? ¿Cómote dejas engañar? Que no te llamas Marina... ¿No ves que te toman el pelo? Que eres un niño. Tu corte de pelo al estilo champiñón te delata.
Sí, fue a los 10 años que a mi hermana empezaron a vestirla como una niña, a no cortarle el pelo cada dos por tres... Ambos no tenemos claro si Bruno, marina, no...¿cómo era? Bueno, que no tenemos claro realmente si salió niña o a partir de ese día empezaron un sistema de cambio de sexo. De hecho ni ella lo ha tenido claro. A raíz de esos acontecimientos fue planeando su venganza y lo convirtió en su virtud. El arte de la limpieza. No se cómo lo hace pero es la mejor. Ha habido veces que cuando ha ayudado a limpiar nuestra casa, o la de mi padre, o simplemente cuando viene de visita,que oye... No hay huevos a encontrar las cosas. Me he pasado tres meses buscando una de las mantas de mi casa; y mi padre unas fotos que estaban en la estantería. Sí, señores y señoras. Mi hermana limpia mucho más que el polvo. A Pujol no hay que investigarlo. Lo que yo me preguntaría es si mi hermana ha estado en la suya. Ella sí que sabe esconder las pruebas. Que ojo, al final no es tan buena. Las cosas acaban apareciendo. En un cajón o estantería de su casa.
¿Sabéis lo que más me asusta? Ahora quiere un nieto. Y mi hermana Tía. Y temo que la venganza vuelva a nuestras vidas.
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Monólogos y Otras Escenas
HumorUn recopilatorio de los monólogos, escenas y sketches que he escrito o representado en los escenarios de Barcelona.