Inquilinas

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Personajes
Pamela (P) . Prostituta.
María (M). Monja.

Situación
Pamela está bailando y maquillándose, mientras se viste muy provocativa y canta haciendo Karaoke. Timbran a la puerta.

P: ¿Qué quieres tú? Anda, vete de aquí.

(Pamela cierra la puerta. María vuelve a llamar)

¿Aún sigues aquí? ¿No te he dicho que no te quiero ver?

M: Perdone usted pero... ¿es aquí dónde se alquila el piso?

P: Sí... ¿le interesa?

M: Sí. ¿Puedo pasar?

P: Pasa.

M: Yo me llamo Maria Asunción González Martínez, ¿y usted?

P: Débora Hombres. ¿Quiere entrar de una vez? Esto es el recibidor, aquí tengo mi cama, aquí está la mesa, ah, y el baño.

M: ¿Y dónde ha pensado que duerma yo?

P: Aquí. Es un armario, pero si quitamos mi ropa para un colchón y un crucifijo creo que habrá bastante.

M: Ya... y dinero... ¿cuánto pide?

P: Trescientos euros al mes, con un mes por adelantado, así que ya está soltando la pasta.

M: Yo...es que ahora no tengo dinero.

P: Entonces ya te puedes pirar.

M: No, no me eche por favor, no tengo dónde ir.

P: Vuelva al convento de dónde viene, que ahí le recibirán con brazos abiertos.

M: Si precisamente... me han echado.

P: Vaya, una moja peleona. A mi me da igual, sino hay pasta, no hay piso, así que largo.

M: En unas semanas me darán trabajo, te pagaré dos meses a la vez lo prometo.

P: Yo quiero la pasta ahora. No en dos meses.

M: Por favor Débora, haré lo que haga falta.

P: ¿Lo que haga falta? ¿Segura?

M: Sí, lo que sea.

P: Verás, hoy y mañana trabajo en un bar de copas, y una compañera no podrá venir tiene un problema (hace el gesto de que está embarazada, y la monja se alegra) y tiene que deshacerse de él (la monja ahora cambia completamente la expresión). Si vinieras a sustituirla me esperaría el tiempo que haga falta y te podrás quedar. ¿Qué dices?

M: Está bien. Acepto. Por cierto Débora, ¿de qué trabajas?

P: ¿Yo? De misionera. ¡De puta!

M: ay Dios... creo que me mareo

P: Siéntate en la cama, vamos... ¡cuidado el tanga!... ¿quieres un vaso de agua?

M: Sí por favor.

P: Quédate quieta y siéntate en la cama.

M: No hace falta, ya me encuentro mejor.

P: ¿Tú has trabajado alguna vez?

M: De voluntaria para el convento...

P: Lo que tienes que hacer no es nada difícil, solo has de servir copas. No tendrás ningún problema, sino me avisas. Aunque hay uno que siempre toca el culo a todas las camareras, pero eso no tiene porqué preocuparte.

M: No sé si...

P: ¿Qué ropa tienes?

(María no contesta).

Bueno pues...toma éste, ves al baño y cámbiate

(Sale la monja, con el vestido puesto, que le llega hasta las rodillas). Pero mujer...

(le levanta el vestido casi como una súper mini falda)

M: ¿Tan corto?

P: Claro, ¿o quieres irte a otro sitio? (la monja no contesta) Vamos a practicar. Yo ahora soy un cliente. ¡Camarera, un whisky! (la monja se acerca a ella de una forma súper patosa y cómica.) ¿Pero qué haces?

M: Nunca he andado con zapatos de tacones...me molesta al andar...

P: No es tan difícil, (le repite la maniobra anterior) ¿ves? Prueba de nuevo. (La monja lo repite de nuevo, de forma patosa de nuevo, pero no tanto como la anterior.) Bien...bien...creo que para dos días es suficiente.

M: ¿Entonces me puedo quedar?

P: Sí.

M: Gracias (va a abrazarla pero le tiende la mano). Que Dios te lo pague.

P: El no, pero tú sí a final de mes.

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