Papá te quiero.

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Un año después.

Lea se había ido ha vivir con su hija a casa de sus padres. En ese tiempo, sus abuelos eran como dos padres para ella.

Cada mañana, a la misma hora Ángela se despertaba e iba directamente a desayunar su famoso tazón de leche con cereales de forma de ositos. Mientras tanto, su abuelo ponía la radio y se preparaba el almuerzo; Bocadillo de atún. Todos los días lo mismo. Aprovechando que Ángela empezaba el colegio ese mismo año, la llevaba a la escuela y a continuación iba a trabajar él. Lea y Luke habían por fin logrado el divorcio y la custodia de Ángela se la llevo su madre, teniendo que dejar a su hija un cierto tiempo con su padre. Ellos no podían ni verse pero Ángela también existía por lo que quisieran o no debían guardar contacto y controlar lo que decían delante de ella. Una bonita historia de amor. Mientras duro.

Cuando los fines de semana los pasaba con su padre, lo pasaban muy bien ya que no se veían mucho e incluso cuando Ángela quería un juguete y su madre no se lo compraba, iba a pedírselo a su padre y él se lo compraba encantado. Pero como estaba tan pocos días con él no tenía tantas cosas como se podría imaginar.

- Papá te quiero.

- Y yo a ti.

Cada dos fines de semana ambos se encontraban en un punto de encuentro. Un Peugeot blanco que parecía recién comprado se acercaba a recoger a su hija. Le traía siempre algo; un reloj, una cadena, una pulsera, un muñeco... Ángela notaba algo diferente en casa y en ellos pero no sabía que era así que no le dio importancia alguna y lo dejo pasar.

Pero algo lo cambio todo. Un fin de semana, su padre no venía solo. Traía a una chica. Una chica con un largo cabello marrón y encrespado, lo que se dice guapa; no era.

- Hola Princesa mía. Esta es Malena.

- Hola... - Saludó Ángela.

- ¡Hola! - Respondió Malena.

- Ella es de un país que esta muy lejos de aquí. ¿Sabes cuál es?

- No. - Contestó ella interesada.

- México.

- Méx... Méx....¿México?

- ¡Sí! Y es una amiga de Papá. Estará conmigo muchos días. ¿Vale? ¿Te parece bien?

- Sí Papá. - Mintió Ángela. Ella quería estar a solas con su padre y no quería que hubiera nadie más que los molestara. Tuvo que aguantarse. Eso no le gustaba nada pero no se podía hacer nada. De pronto recordó su película favorita: El Rey León. Había una frase que decía claramente "Hakuna Matata" Que significaba más o menos en Africano Vive y deja vivir, no te angusties... Etc. Aún así, en su rostro se dibujaba un "Vete. Déjanos en paz" La mujer mexicana descifró esa expresión cono un libro abierto al instante y tuvo que reaccionar:

- Oye escúchame, ¿Quieres que te compre algo? ¿Prefiere una prenda o un juguete? - Su respuesta era clara: Juguete. No hay niño que prefiera ropa a juguete. Así qué, a por ello fueron aunque, a Malena no le debió gustar la idea del juguete:

- ¡Aquí seguro que venden unos vestidos monísimos!

- Te he dicho que no quiero eso. ¡Yo Quiero un juguete!

- Si sí. Mira que conjunto.

- No me gusta.

Pasaron toda una tarde de tiendas, Malena y Luke haciéndolo solo para pasar tiempo juntos y lo único interesante que veía Ángela esa tarde fue el abrigo de piel marrón de su padre. Descubrió que, al ser frotarlo a contra pelo podía dibujar en él líneas más oscuras.

- ¡Mira Papá!

- Sí Ángela...

- Papá... ¡Mira!

- ¡Déjame tranquilo por una vez!

- Vale...

Al final de la tarde regresaron a Montana llegando ahí por la noche. Acabaron comprando un vestido rosa que se guardo en un viejo armario hasta coger polvo. Su abuela lo había colgado en el primer perchero que había, resaltando este.

- ¿Lo dejamos aquí, vale Ángela?

- No. Más adentro. Ahí.

- Lea. - Hizo un gesto disimulado para que su hija fuese allí. - Oye, ¿Sabes algo de Luke? - Susurro Su madre.

- Volvió a fumar hace tres meses.

- ¿De verdad? Ya sabes que él cuando fuma luego lo pasa muy mal...

- Sí. Lo sé. Y...

- ¿Y?

- Me llamo ayer para comunicarme lo de su nueva mujer y para contarme que había hecho este fin de semana con Ángela y me dijo que la semana que viene empieza con el collarín.

- ¿Qué collarín? ¿Cómo? ¿Solo por fumar? ¿Para qué?

- Mamá. No quiero que sepa nada Ángela así que ninguna palabra.

- Sabes de sobra que no. Pero, Lea, ¿Es grave verdad?

Lea miró unos segundos al suelo encontrando una solución. Lo estaba pasando realmente mal; por él, por su hija, por sus padres, y aún así se preocupaba. ¿Por qué? No lo entendía. Volvió la vista. Ahora no solo estaba su madre sino también su padre, ambos preocupados por su respuesta. Por su respuesta que no llegaba, que tardaba en salir de los finos labios de la joven. Ella hizo una sonrisa forzada y con alguna que otra lágrima hizo un esfuerzo en hacer que lo entendieran:

- Tiene Cáncer de garganta.

El lado oscuro de la luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora