Ángela tenía dos años ya de edad. Su madre trabajaba en una perfumería cercana a su casa y no podía hacerse cargo de la niña, por eso Luke tenía que colaborar más aún trabajando. La pequeña disfrutaba mucho en la guardería pero cuando llegaba el momento de que viniera alguien ha buscarla, se acababa la diversión.
- Oye, ¿Va ha venir alguien ha buscarme? - Preguntó Ángela. Su padre que era el encargado de ir ha buscarla, muy pocas veces aparecía por allí, Así que llamaban a su abuela y ella con su marido iban ha buscarla. La misma conversación se repetía una y otra vez, en una media de tres veces a la semana:
- Hola. Le llamamos desde "La casita Roja" Eider está aquí sola, no viene nadie. ¿Viene usted a buscarla?
- Sí. ¿No ha ido su padre? Ajá.. Bien, sí enseguida estamos allí.
Ángela pasaba más tiempo con sus abuelos que con sus padres aunque ha ella le daba igual. La divertía pasar las mañanas con sus abuelos, desayunar su tazón de leche y cereales con forma de osito, acudir a Misa todos los Domingos, ir de compras con sus tías, pasear por las tardes en los atardeceres, tomar el sol en el patio a la vez que veía a los perros y a los gatos de sus vecinos... Etc.
Lea tenía dos hermanas mayores con las que en su infancia se divertía mucho, sobre todo cuando se aburría y les pintarrajeaba los apuntes y cuadernos del día anterior a un examen. Una de ellas se llamaba Emma y hacía medicina en la clínica con más nivel de Nueva York. La hermana más mayor era Melanie, quien era profesora de Biología de una universidad en Albany. Ella se había ya casado hace bastantes años y con quien había tenido sus tres hijos; Sarah, Mark, y Ashley. Un día que fueron ha visitarla trajeron un ordenador viejo que tenían en el garaje y Sarah ayudó ha montar todo. Lea pensó que sería buena idea tener un ordenador en casa, y que Ángela pudiera aprender ha utilizarlo.
- Sarah. Gracias por traerlo y montarlo todo. - Agradeció ella ofreciéndole unas pastas que había comprado ese mismo día.
- ¡De nada Tía! Ah, No, no, gracias pero no tengo hambre.
Luke era un obsesivo de las cosas, y un día quiso probar ese Aparato tan revolucionario con el que gracias a "Skype" podías contactar con otras personas. Lea hacía el turno de noche y él debía encargarse de su hija, pero no lo hacía. Empezó ha llegar algunos días o demasiado bebido a casa y lo único que hacía era estar con el ordenador día y noche hablando con gente desconocida o de otros países:
- Hola guapa. ¿De dónde eres bombón?
- Soy Mexicana. ¿Y tú? Ahora me dices que estas soltero y me desmayo tío bueno. - Luke soltó una pequeña risa. Cuando oyó la cerradura de su casa.
Era Lea. Ángela corrió abrazándola.
- No estas limpia. ¿Qué has cenado?
- Nada. - Resopló la pequeña. Lea miró a Luke y se acerco a hablarle.
-¿Qué haces? ¿Por qué haces esto? Llegas tarde a casa, llegas borracho, ¡Y estás obsesionado con ese dichoso ordenador! - Le gritó Lea. Luke no quiso mirarla pero estaba seguro que seguía ahí y agregó: - Cállate. ¿No estaba sucia la niña? Pues Lávala y a mí déjame de una vez. - Ella obedeció y fue directamente al baño. Cerro la puerta. Encendió el grifo. Solo miró a Ángela y pudo observar su preciosa sonrisa que iluminaba su rostro. Se abrazaron.
Pero, de repente, oyeron unos golpes acompañados de unos gritos a sus espaldas. Eran fuertes, seguidos y aterradores. Luke.
- ¿POR QUÉ HABÉIS CERRADO LA PUERTA? ¡ABRIRLA, VAMOS, ABRIRLA! - Ángela empezó ha llorar. Lea estaba escandalizada. Pero, por suerte siempre llevaba el teléfono a mano así que pudo pedir ayuda.
- Mamá, por favor, ven, rápido, es urgente...
- ¿Qué ha pasado?
- ¡No hay tiempo! Por favor, ven con papá lo más pronto que puedas.
- Esta bien.
Lea esperó, pero un minuto para ella era una vida así que al rato de llamar, envolvió a Ángela en una toalla y corrió hacía la puerta diciendo su última frase: - ¿Cómo eres así? Estas loco. Lograré que te vayas de aquí y yo me quedare con esta casa. - Al oír esto Luke la miró con la cara llena de rabia, una cara que jamás había visto en él.
- Atrévete. Tú atrévete a quedarte con la casa. Y en el momento que no lo esperes quemaré la casa contigo y tu hija dentro. Lo juro.
Su madre llegó.
- Vamos mamá. Vámonos.
- Papá esta en el coche.
En ese momento Luke se quedo enfrente de ella y gritándole le dijo:
- ¡Perdone pero tú no...!
- ¡A mí Abuela no le grites! - Era Ángela. Tenía dos años y acababa de callar a su padre. Luke no pudo decir nada. Tal vez porque no tenía nada que decir.
En el coche su madre atrevió a preguntarle. Aún no había soltado de sus brazos a Ángela; estaba demasiado asustada.
- Cariño. - Le acarició el pelo largo y rizado y la miró - ¿Qué ha pasado?
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El lado oscuro de la luna.
Não FicçãoComo ya sabrás, la vida da muchas vueltas. Pero hay un momento en el que deja de haber luz, solo hay oscuridad. En la vida de Ángela solo hay oscuridad y penumbras en las que ella misma tendra que poner luz y superar los obstaculos que se lo van imp...