【CAPÍTULO 2】

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«Leonardo»

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—¡Damas y caballeros, niñas y niños. Bienvenidos sean al Freak Show!— exclamó el presentador con una gran sonrisa y emoción al ver a la gran multitud que había entrado a ver su show, a lo cual, sin duda las personas aplaudieron con intensidad.

El hombre traía un traje extravagante y llamativo, digno de un presentador de actos blasfemos y horrendos, que realizaba con fines de "entretenimiento" . El azabache se quitó su sombrero y se inclinó hacia el público, levantó la cabeza aún con su cuerpo inclinado y sonrió macabramente. De vuelta enderezó su cuerpo y se puso el sombrero que con anterioridad sostenía en su mano zurda, aplaudió un par de veces para después poner su dedo índice en su boca, indicando al público que se callará.

El mundo está lleno de sorpresas — comenzó a hablar con una sonrisa—. Está lleno de rarezas, de personas que nacieron con forma física distinta a la nuestra, algo casi imposible de creer. Animales con deformidades impresionantes y aun mejor, de tamaño increíble, tanto así que, hasta parecen humanos.

El público soltó una carcajada estruendosa al igual que el presentador. Mientras que los freaks se miraban con tristeza al ver que el mundo, el mundo al que llamaban “hogar”, los consideraba montruos... Ellos sentían que no pertenecían al mundo, y estas palabras les hacían sentir mucho peor.

Pero, créanme que la incredulidad será el factor principal en este Freak Show —añadió jugando con su bastón —. Sino, ¿por qué estarían aquí?... ¿Pará qué pagar un boleto a  un show tan extraño?. ¡Quieren ver algo inusual y difícil de creer! Y eso, damas y caballeros, es lo que les mostraré el día de hoy.

Las luces se apagaron, solamente dejaron encendida una luz que daba hacia el presentador. Este sonrió dejando a la vista aquellos dientes perfectamente blancos, posteriormente señaló el telon, el cual se abrió dejando ver a algunos freaks que entraron danzando al escenario. Algunas personas se impresionaron bastante, tanto así que las miradas de horror no se podían borrar de sus rostros. Pero no sabían lo que les esperaba.

Mientras los freaks danzaban y cantaban con sonrisas falsas, otros se preparaban para la tortura que les esperaba al salir de aquellas jaulas que llamaban "hogar".

Alistate, monstruo. Entras en dos minutos —ordenó el presentador al mutante, quien poseía unos ojos inusalmente hermosos, que eran de un color zafiro brillante.

Este, sin nada qué pudiera decir, asintió tristemente y se levantó, haciendo que las cadenas de sus brazos y piernas hicieran un ruido estruendoso, y, a la vez, le lastimar am tabto sus muñecas como sus tobillos.

Lo harás bien, Zafiro.

Él miró a su compañera, una pequeña zorra mutante, ellos eran el centro del espectáculo, es decir, ¿quién no se horrorizaría o impresionaría al ver a animales con el tamaño de un humano?, ciertamente muy pocos los aceptarían o no llegarían a horrorizarse por su aspecto. Pero para la mala suerte de ellos , todo mundo se horrorizaba al verlos.

No importa si lo hago bien o mal, el resultado siempre será el mismo —respondió sin expresión alguna, ¿o acaso se podría sonreír en esa situación?, no, era un joven, una tortuga que no había pedido mutar y vivir en aquel "infierno".

A veces, se puede cambiar el rumbo de las cosas —animó su compañera.

En un freak show como éste, las posibilidades de cambiar el rumbo son nulas, casi invisibles —el oji-zafiro miró hacia el frente con cierta nostalgia—. No se puede cambiar el rumbo de un barco en medio de una tormeta, ¿O sí?.

No...

Entonces, ¿Crees que en medio de esta tormenta de horror y sufrimiento se puede cambiar el rumbo de nuestras vidas para bien? —interrogó mirándole de reojo. La zorra solamente bajo la mirada pensativa, tras esto él suspiró—. Lo único que podemos esperar que cambie, es que no nos golpeen...

Sólo ten cuidado —susurró teniendo la mirada abajo aún.

El mutante se incó hacia ella, y por entre los barrotes pasó su mano para acariciarle su cabeza con ternura. Ella levantó la mirada contristada y le miró fijamente, el mutante le sonrió cálidamente, de esas sonrisas que te dicen que todo estará bien, aun 1ue podía ser o no falsa.

Lo haré —le susurró cálidamente—. Ten cuidado tú también.

La pelirroja asintió. Llegó el presentador y comenzó a jalar las cadenas de Leonardo, haciendo que este se quejara de dolor.

Es hora monstruo —avisó siniestramente.

La tortuga asintió y alejó su mano de la mutante, ella tan sólo le acarició su mano antes de que esta se fuera completamente de ella, la tortuga se fue con el presentador hacia el escenario. Varios hombres fornidos tomaron sus cadenas y las aseguraron para que no le hiciera “daño” al público. El presentador le sonrió al chico macabramente y entró al escenario bailando y cantando. La música se terminó y los freaks salieron a los lados para dejar al presentador sólo, este se inclinó hacia el público con el sombrero en manos, sonrió y le hizo una seña a los hombres.

¡¿Qué les a parecido el espectáculo?! —gritó con una gran sonrisa y colocó un de sus manos tras su oreja para “escuchar” lo que el público diría.

Murmullos se oyeron, hasta que un grito fuerte inundó en lugar, las personas gritaban que les había encantado el espectáculo. El azabache sonrió aún más y jugó un poco con su bastón un momento.

¡Me alegro! —abrió ambos brazos de par en par—. Pero esto aún no termina. Nos faltan dos atracciones más. Dos fenómenos que les harán perder la cabeza.

Leonardo suspiró cansado y miró al público con tristeza, a sabiendas de lo que iba a suceder ahora. Su compañera llegó a su lado y de igual forma ataron sus cadenas para que no hullera.

¿Lista? —le preguntó en un suave susurro.

Para estas cosas nunca estas “listo” —susurró de vuelta.

El mutante sonrió y lentamente entrelazo sus dedos con los de ella, la mutante correspondio a tal acción con una leve sonrisa y sonrojo.

¡Les presento a Leonardo y a Amelia! ¡Los mutantes danzantes! —señaló al costado y a paso lento se alejó del escenario.

Ambos mutantes se miraron y salieron al escenario con sonrisa falsas, la típica máscara que se ponían a fin de vivir un día más. Las personas se horrorizaron al verlos, uno que otro grito se oyó pero, los mutantes continuaron su show danzado y cantando, a la vez que hacían uno que otro truco previamente ensayado.

Al comenzar al danzar varios espectadores comenzaron a reír y a aplaudir con intensidad. El presentador sonrió al ver su farsa triunfar de tal manera, el sufrimiento de los inocentes le hacía ganar dinero, y su ambición le permitía seguir con las farsas día a día...

"Todo lo entra, tiene que salir".

"Aún si no es la mejor esperanza, saldremos de aquí, tan rápido como entramos"

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La vida detrás de la tragedia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora