【CAPÍTULO 3】

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Miguel Ángel

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Muy poco se sabe del pequeño Miguel Ángel... Desde la última que vio a sus hermanos, no se había sabido nada acerca de él, no se sabía si estaba bien, o si estaba con vida... Pero ahora, después de tanto tiempo, se ha podido recuperar información sobre él, información sobre la vida que llevaba...

—Vamos pequeño —se oía al fondo dulcemente, como si fuese un eco de una gran habitación.

—No quiero ir... Ya no, por favor —se oyó esa respuesta entre fuertes sollozos. Un tono de voz, que hasta más fuerte haría llorar.

—Te prometo que estarás bien, solo son un par de pruebas más y después te dejaré descansar, ¿si? —nuevamente se oyó a lo lejos.

Una persona se divisó, una mujer alta y delgada, su cabellera azabache, la cual hacia resaltar sus ojos color miel. Esta se acercaba lentamente al pequeño de naranja, mientras él solamente retrocedía con su cuerpo tembloroso y herido.

—No, no quiero... —se defendió tratando de sonar fuerte—, ¡Ya no quiero! ¡Déjenme ir con mis hermanos!.

—¡Silencio! —gritó la azabache haciendo que el pequeño se estremeciera y la mirará con su orbe cristalino—, ¡Tus hermanos no volverán! ¡Ellos no se preocupan por ti, te dejaron aquí para que ellos pudieran irse!... Te abandonaron. ¡Por ser el más débil y pequeño, entiéndelo de una maldita vez!.

—No... Ellos... No... —tartamudeo el pequeño y se abrazó a sí mismo—. Ellos... No me a–abandonaron, señora R–Raquel... Ellos... Me esperan... Y–Yo lo sé...

Él no creía que sus hermanos le hubieran abandonado, recordaba con claridad el amor que sus hermanos le daban apesar de el dolor que sentían, pero si de algo estaba seguro, era de que sus hermanos ya no estaban con él para protegerlo o apoyarlo, hacía mucho no los veía, y tenía miedo de lo que les hubiese pasado. Y ese miedo se transformaba en furia y odio con él mismo, un odio que se demostraba consigo solo. Raquel se incó hacia él y acarició su mejilla color carmesí, lo miró y le sonrió levemente, parecía una verdadera maníaca, pero, de vez en cuando se demostraba totalmente distinta...

—Pequeño Miguel Ángel, dulce e inocente... —susurró y siguió acariciando la cabeza del pequeño—. Sé que duele, pero es la verdad. Ellos no querían a alguien débil a su lado, y simplemente, te desecharon...

El pequeño al sentir el tacto y aquellas palabras no pudo más y comenzó a llorar, tenía miedo y tristeza acumulada en su pequeño corazón. Raquel miró al pequeño y comenzó a quitar con cuidado la venda de su orbe izquierdo, este se quejó de dolor y comenzó a temblar.

—Shh... Todo está bien, sólo le daré un vistazo —susurró ella y quitó por completo la venda.

La azabache miró la cara del pequeño, llena de rasguños y moretones, además su ojo izquierdo, manchado de sangre seca y morado en el rededor, de la gran hinchazón que tenía, no se podía ver aquel celeste lleno de vida. La noche anterior lo habían golpeado brutalmente y sin una pizca de piedad, ahora ni siquiera podía ver con su ojo izquierdo.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2020 ⏰

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