Capitulo 4

2 0 0
                                    




Punto de vista de Thomas:

Ahí estaba, tratando de ayudar a una chica salir de su ataque de pánico, ya los conocía de memoria, cuando era adolescente los tenía todo el tiempo, sabía perfectamente lo horrible que era tener uno, sientes que el oxígeno no entra en ti, que no puedes respirar, solo oyes tu pulsacion, es asfixiantemente horrible.

Unos minutos atrás estaba en camino a casa luego de haber estado prácticamente todo el dia en la oficina y luego de un momento a otro me encontraba en medio de la calle a media noche ayudando a una mujer que gracias al cielo no le ocurrió nada.

Le expliqué que tenía que inhalar y exhalar, al parecer pude sacarla un poco del trance y hacer que me escuche.

Abrió sus ojos y me sorprendió lo azules que eran, su rostro aunque estuviera bañado en lágrimas, se veía como de película.

Salí de mis pensamientos y volví a inhalar y exhalar para que ella lo haga. 

-Estas bien ¿okey?. Estás a salvo- le dije sin soltarla, ya estaba más tranquila pero también sabía que en los ataque de pánico te puedes desmayar tranquilamente así que no la deje ir.

-Y-Yo- Trató de hablar pero las lágrimas seguían cayendo. -Tengo mucho miedo- susurro y las lágrimas empezaron a salir con más fuerza.

No sabia que hacer, como brindarle más seguridad, esa chica no me conocía, ni yo a ella.

-Te llevaremos a casa ¿de acuerdo?, todo estará bien-

Asintió sin levantar la mirada del suelo. Seguía asustada.

Giré mi vista para ver por donde se había ido Reynolds y lo vi volver hacia nosotros.

-Se fue, no había nadie- Respondió.

-Esta bien, la llevaremos a su casa- Dije y me saqué el saco y la envolví con este. Levantó la mirada y sus ojos conectaron con los míos. Sentí un revuelo en mi estomago y automáticamente rompí ese contacto visual.

Subimos al auto y nos dijo donde era su casa. Reynolds comenzó a manejar.

-¿Como es tu nombre?- Pregunté curioso.

Sacó su vista de la ventanilla y me vio. -Hazzy- dijo tratando de levantar la voz pero igualmente salió en un susurro.

-Ya casi llegamos Hazzy- Dije para brindar más tranquilidad. Luego fui yo el que se acomodó más en su lado y se dispuso a mirar por la ventanilla.

-¿Cual es el tuyo?- Habló.

-¿que?- Pregunte.

-Que cual es el tuyo, tu nombre.- Respondió. Y me pude dar cuenta que ella quería hablar para no recordar lo sucedido, así que acepte.

-Thomas- Dije. No era muy bueno en pláticas, y más cuando se trataba de mujeres. Mi cabeza ya rechazaba cualquier diálogo con ellas si no era por trabajo, no quería conocer a otra mujer, no quería saber nada con ellas. No si no era un asunto carnal.

Y es que luego de Michelle, ya no me interesaba conocer a personas, no me interesaba coquetear o cenar con alguien. Claramente mi cuerpo pedía tener relaciones sexuales y me complacia buscando mujeres para una noche. Se lo dejaba bien en claro y no se molestaban, mejor dicho no se molestaba, Miriam, mi comprensiva secretaria, siempre eficaz. Cuando necesitaba complacer mi apetito sexual, la tenía a ella, y entendía perfectamente que no queria mas que eso, sexo.

Por eso mismo no quería mantener una charla con esa chica, cuando me miraba me hacia sentir extraño, no se trataba de ser educado o no, se trataba de que mi mente rechazaba cualquier clase de relación en modo de escudo protector. Ya me había acostumbrado.

-Llegamos señor- dijo Reynolds.

-Si, esa es mi casa- Hablo Hazzy. Gire para ver donde señalaba y la vi. Era una casa muy humilde, pero bien cuidada, con un lindo jardín y una linda decoración, antigua para ser exactos, seguro vivía algún mayor allí.

-Gracias por traerme, y por haberme salvado. No se que hubiera pasado si no...- dijo en voz baja y la mirada perdida en sus piernas, avergonzada. La interrumpí.

-Hazzy, no es tu culpa que ese idiota haya actuado así- dije y ella levantó la mirada, sorprendida -Llegamos a tiempo y eso es todo lo que importa, te dije que ibas a llegar a casa a salvo- Me sorprendí yo mismo de mis palabras pero pronto lo ignoré para prestarle atención a las comisuras levantadas de Hazzy, me regaló una triste sonrisa, que era más de lo que podía pedir.

-Gracias Thomas- la sonrisa no desapareció y seguramente parecía un psicopata con mis ojos posados en su boca, pero es que me llamaba mucho la atención, y eso iba en contra de mis principios.

-Gracias por todo Reynolds, ojalá nos volvamos a ver en una mejor situación- le dijo a mi seguridad, yo seguía perdido en sus labios.

-Lo mismo digo, niña- respondió Reynolds.

El ruido de la puerta de la camioneta abriéndose me saco de mi pequeño trance.

-Te acompañó a la puerta- dije sin pensarlo dos veces y salí del coche rápido para llegar hacia el otro lado y ayudarla a bajar ya que la camioneta era bastante alta.

-No es necesario...- Dijo pero la interrumpí amablemente.

-No es un problema Hazzy- le respondí y volvió a sonreírme, esta vez mostrando sus dientes. Sin darme cuenta y mirando su sonrisa, yo también sonreí, pero no tanto como lo hacía ella.

Me di cuenta de lo que estaba sucediendo y corte el contacto visual haciendo que mi sonrisa se desvanezca, al igual que la de ella.

Caminamos hasta la casa y abrió la puerta de la pequeña valla.

-Hasta alguna otra vez Thomas- Me dijo.

-Hasta alguna otra vez Hazzy- respondí.

Unos segundos pasaron y ella entró a la casa. Vi como lo hizo y me dirige a mi automóvil.

Entre a este y hable -Llévame a mi casa Reynolds-

-Si señor- contestó como siempre lo hacía.

Suspire y me acomode en el asiento. Cerré los ojos y me dispuse a descansar un poco.

Sweet HazzyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora