[1] JESSICA JONES » Steve Rogers

PRÓLOGO

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PRÓLOGO

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Dos años después de la batalla en Nueva York, Steve Rogers empezó a adaptarse al mundo moderno y trabajar para SHIELD. Había sido difícil, tener un nuevo departamento y tratar de dormir en un suave colchón era más complicado de lo que creía. No había guerra, pero su mente no dejaba pasar lo mucho que se perdió y ganó al estar en el hielo por más de 70 años. 

La ciudad no dormía de noche, así que el Capitán América se encontraba encubierto con una capucha a las afueras de un bar. Aunque no pudiera emborracharse, el sabor de unos tragos podrían calmar esa noche de insomnio. 

La puerta del bar se abrió, un hombre halaba a una chica de cabellos negros por el brazo y la empujó fuera del bar. La mujer con poca suerte se apoyó en el poste de luz y cayó sobre las bolsas de basuras a lado de un vagabundo. 

—¡Ya me estaba yendo!

Pensó escuchar el súper soldado, pues la mujer estaba tan borracha que no podía pronunciar las palabras correctamente. Steve observó como el hombre volvía al bar completamente molesto e ignorando los gritos de la mujer de chaqueta negra. Lo primero que quiso hacer fue darse media vuelta y arrancar su motocicleta, pero no podía dejar sola a una mujer borracha en una pila de basura en medio de la noche. 

¿Verdad? 

Muy a su pesar, volvió hacia el bar y se dirigió hacia la mujer, quien discutía con el vagabundo sobre quién olía peor. Él no podía elegir. 

—Déjame ayudarte —le dijo Steve a la mujer.

La mujer posó sus ojos avellanas sobre el héroe encubierto, miró su mano en el aire y luego el rostro perfecto del rubio. 

—Oye, te conozco —arrastró las palabras.

Steve se resistió  a hacer una mueca y tomó la mano de la mujer para ayudarla a levantarse. Esta se sacudió los jeans sucios, Steve tuvo que sacar un pedazo de cáscara de banana del cabello oscuro de la chica.

—Creo que bebiste lo suficiente, necesitas un café

—Sí, necesito un café y un sandwich —dijo hurgando en sus jeans—. Mira, con esta tarjeta dan sandwiches gratis

Tomar fotos de un hombre infiel teniendo sexo con su amante para que la pobre esposa le pagara por el servicio y así poder pagar el alquiler de su pequeño departamento, era sin duda algo agotador y aburrido, sobre todo aburrido. Aunque si un hombre guapo, de hermosos ojos azules y cuerpo perfecto le ofrecía un café. No podía negarse, quizá revolcarse con un extraño podía sanar parcialmente el dolor en su pecho. 

Steve no pudo aguantar una pequeña risa.

—Soy Steve Rogers 

La mujer posó sus manos en los bíceps del soldado.

—Soy Jones, por cierto. Jessica Jones —se presentó sin dejar de tocar los brazos del rubio—. Wow, son reales.

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Y así comienza la historia. ¿Qué les parece?