Capítulo 1

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CAPÍTULO 1

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Jessica Jones pasó por mucho el último año, la muerte de Kilgrave, su relación fallida con Luke Cage y los constantes recuerdos de la muerte de su familia en un accidente de tránsito. Su vida estaba muy lejos de ser considerada normal, pero ni en un millón de años hubiera imaginado que estaría en un café barato con el héroe de guerra, el primer vengador, el Capitán América.

—¿Qué hacía el Capitán América en un bar de mala muerte?—preguntó Jessica y tomó un sorbo de su café.

Los dos ocupaban una pequeña mesa sentados frente a frente. El café y la comida habían ayudado a Jessica a reconocer ese rostro que tanto veía en sus libros de historia en la preparatoria.

—No te ves cómo alguien que se emborracha.

—No lo hago. No puedo, de hecho —respondió el capitán—. Salí a dar un paseo.

—Te creo, soldado —mintió la pelinegra, el soldado tenía esa expresión que muchas veces vio en el espejo.

—¿Y tú? —preguntó Steve.

—Vine a Washington por trabajo, así que salí a dar un paseo para... relajarme—respondió, encogiéndose de hombros. Miró al hombre con curiosidad—. Debe ser difícil para ti, el mundo moderno, quiero decir.

—No está mal, la comida mejoró, teníamos que hervir todo antes, la internet es muy útil, me pongo al corriente leyendo lo que dice —explicó el soldado antes de alzar su taza de café—. Después del incidente, ya no hay nada que pueda sorprenderme.

Jessica cruzó sus brazos sobre la mesa y enarcó una ceja. Lo tomó como un reto.

—Pues te comento que me han dicho que soy demasiado sorprendente, Cap.

El súper soldado sonrió de lado y bajó la mirada al sentir cómo sus mejillas se sonrojaban. Steve vivía solo en un departamento y dedicaba sus días a servir a SHIELD, no tenía demasiado tiempo para socializar si no se trataba de una misión. Se sentía bien poder hablar con alguien, aunque ese alguien sea una mujer ebria que cayó encima de una pila de basura.

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Salieron del café riendo y se dirigieron hacia la motocicleta de Steve. El rubio soldado le tendió a Jessica su casco, ella aceptó y se lo puso en la cabeza. Antes de que cualquiera pudiera montar la moto, escucharon un conjunto de voces enojadas, el tono de una mujer agudo y asustada, con voces masculinas duras y amenazantes.

—Espera aquí—le pidió el vengador.

Steve se movió sin si quiera pensarlo, dirigiéndose al callejón de donde venían los gritos, el sonido de golpes y bofetadas. Al final del callejón, había una mujer rubia y de rostro pálido frente a cuatro hombres, que se cernían sobre ella y uno de ellos amenazaba con una navaja. El capitán agarró por el cuello al hombre de la navaja y con un mata león lo desmayó rápidamente.

—¡¿Qué carajos?! —uno de ellos exclamó.

Con una patada estampó a otro matón en la pared de ladrillo, dejándolo inconsciente al instante. Usar sus puños y golpear la cabeza del otro matón con su rodilla fue muy fácil. Hasta que escuchó un disparo, una bala rozó su hombro haciéndolo gruñir. Antes de que pudiera hacer algo vio volar al hombre hasta chocar contra la pared al final del callejón.

Steve dirigió su mirada hacia Jessica, quien tenía la respiración agitada. Había lanzado a un hombre del doble de su peso como si se tratara de una simple bolsa de basura.

—Le diste la espalda, soldado.

—¿Cómo... tú...?—inquirió Steve, caminando hacia ella—. ¿Quién eres?

A Jessica le causó mucha gracia.

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Resumir la historia era sencillo, un accidente de auto, todos muertos y super fuerza. No es que Jessica supiera todo, estar en coma por meses la había hecho olvidar todo referente al accidente. Con el pasar de los años recuperó pequeños recuerdos pero nada que le indicara de donde provenía esa fuerza bestial.

—Y así es como terminé siendo investigadora privada —mencionó mientras observaba con atención el departamento del super soldado.

Todo parecía estar en un perfecto orden. Habían fotos en blanco y negro en marcos, su atención se fijó en la pequeña foto de una mujer y en el tocadiscos. Lo que más le pareció curioso, es que tuviera muchos en los libreros y varias pilas en el suelo. Incluso el famoso escudo se encontraba encima de una pila de libros.

—Podrías hacer mucho más —murmuró el capitán.

Jessica rió sin gracia y volteó a ver al rubio.

—¿Cómo unirme a una banda pop? —bromeó.

Steve frunció el ceño—. No somos una banda pop —respondió.

La investigadora rodó los ojos con burla y se acercó a Steve, aún con las manos dentro de los bolsillos de sus jeans, y miró fijamente los ojos azules del contrario.

—Puedes usar el baño y dormir en mi cama, yo dormiré en el sofá—dijo el capitán.

Jessica parpadeó repetidas veces y ladeó la cabeza, viendo como el capitán desaparecía dentro de la habitación y segundos después salía con una almohada y una sábana.

—¿Me trajiste a tu departamento para dormir? —preguntó Jessica con incredulidad.

El capitán la miró extrañado.

—Es muy tarde para que regreses a Hell's Kitchen, pensé que sería más cómodo para ti —respondió tranquilamente haciendo reír a la mujer.

—En verdad eres todo un anciano...—murmuró cuando tomaba uno de los discos de vinilos que estaban junto al tocadiscos.

—¿Qué?

—Nada —respondió. Las mejillas pálidas de la chica se tornaron rosadas, negó moviendo la cabeza y dejó el disco de vinilo en su lugar—. ¿De verdad puedo tomar un baño?

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NOTA

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¿Qué les parece por ahora?

[1] JESSICA JONES » Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora