[A horse with no name]

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"En la primera parte
de nuestra
jornada
estábamos buscando
y mirando
todo tipo de vida.

Había plantas,
y rocas,
y aves
y otras cosas.

Había arena
y colinas
y anillos.

La primera cosa
que vi
fue una mosca
que zumbaba,
y un cielo
sin nubes.

El clima era caliente,
y la tierra estaba seca.

Había un cielo
sin nubes,
un suelo vacío,
un aire repleto
de sonidos..."

Miraba por la ventana de la nave, sin ver nada realmente.

Mooncake estaba tomando una siesta, Little Cato vagaba por las líneas de ventilación de la nave, y no quería saber lo que K.V.N estaba haciendo con Beth; incluso HUE estaba bastante callado.

Avocato había salido con Quinn a hacer un reconocimiento del perímetro, sólo para cerciorarnos de que no había gente del Señor Comandante cerca, para poder descansar un poco de tantas peleas y disparos; nunca podría aburrirme de eso, le prometí a mi padre tener montones y montones de aventuras, pero...¿estaba realmente mal desear un momento de paz y tranquilidad?

Quizá.

Estar tiempo solo, luego de haber encontrado a todos los miembros actuales de mi familia,...me hacía pensar demasiado.
Era como volver a esos días de abandono, esos horribles cinco años, sin nadie además del idiota de K.V.N.

«Cielos, cuánto lo odio

Pero desde que Mooncake me encontró todo había cambiado radicalmente, la familia crecía.

No volví a sentir ese vacío en mi pecho, sabía que no volvería a estar solo.

Y eso era fantástico.

—¿HUE?

—¿Sí, Gary?

—¿Puedes poner algo de música?

—Claro, Gary.— y dos segundos después, había una melodía tranquila y agradable en esa zona de la nave.
HUE tenía la mejor lista de canciones de todos los tiempos; era pegadiza, tenía buen ritmo, y lo más importante, era que contaba historias que me distraían.
Siempre era interesante imaginar todo en un escenario distinto.

"He cruzado el desierto
en un caballo
sin nombre.

Se sentía bien
estar fuera
de la lluvia.

En el desierto
no recuerdas
tu nombre,
porque no hay
nadie que perdone
tu dolor.

O bien, en el desierto
puedes recordar
tu nombre,
porque no hay nadie
que te cause dolor..."

—¿Es lo mejor que tienes, HUE?

—Admite que es una buena canción, Gary.

—Lo admito, pero nunca he estado en un desierto... Ni montado un caballo.

—No te lo tomes tan literal, Gary.—

Silencio

La canción continuó a un volumen bajo.
Me distraje y olvidé ponerle atención.

Me senté en el suelo, recargando la cabeza contra el helado cristal, mirando la infinita nada del universo que nos rodeaba.
Cerré los ojos e imaginé aquel testamento oscuro como un mar profundo, colosal, un titan de negrura que nos engullía, que nos dejaba estar en él.
Y viajar, y buscar nuestra razón.

Terminé desviando mis pensamientos hacia Avocato.

¿Cuántas cosas debieron suceder en el Universo para que nos encontráramos? ¿Cuánto tiempo pasó y cuánto sucedió para que nuestros caminos chocaran?

—¿En qué piensas, Gary?

—En Avocato.

—Tu pulso se aceleró.

—¡Cállate HUE!— pero era cierto: sentía el calor en mis mejillas, el bombardeo veloz de la sangre que iba directo a mi cara.
No podía evitarlo.
¿Por qué habría de evitarlo?

Me gustaba pensar en él, en la primera partida de cartas que tuvimos, nuestra primera aventura en Tera Con Prime, en el momento en el que rescatamos a Little Cato, y todo salió bien...

Todo iba bien.
Parecía demasiado bueno para ser verdad.

"Después de dos días
bajo el sol
del desierto,
mi piel comenzó
a ponerse roja.

Después de tres días
en la diversión
del desierto,
estaba mirando
el lecho de un río,
un espejismo.

Y contaba la historia
de un río
que fluía.

Me entristeció pensar
que había muerto,
que estaba muerto..."

—¿Quieres saber cuando hayan vuelto, Gary?

—Claro que quiero saber, HUE. Pero avisa a Little Cato primero, estará más emocionado que yo.

—Y tú, Gary, ¿estarás emocionado cuando vuelvan?

—Claro que sí.

—¿Por quién estarás emocionado, Gary?— no pude evitar reír, pero no sabía si era una risa genuina, o sólo algo para disimular mis nervios.

Quizá eran ambas opciones.

—No lo sé.

—No será por Quinn, lo sé.

—Si eres tan listo, ¿por qué preguntas?

—Porque debes admitirlo, Gary.

—¿Admitir qué, hojalata?

—Lo que sientes por Avocato.

—¡¡Cállate HUE!!

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