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"Estoy a mil metros
perdido
en ningún lado.

Estiro mis manos
al aire
y pretendo
que estas aquí.

Extrañarte es
como arder
lentamente.

Cada día que vivo
se siente
sólo como la mitad."

Me quedé en su habitación luego de que, finalmente, los dos nos declaramos.
Jamás me sentí tan confundido como aliviado, era una sensación muy extraña, pero le restaba importancia.
Se sentía bien...concentrarme en él.
Tenerlo entre mis brazos, conmigo.
Sano y salvo.

Nos acomodamos en su cama: Gary estaba dándome la espalda, estaba entre mis piernas, y mis brazos rodeaban su cintura, mientras apoyaba mi cabeza en su hombro.
Era una posición cómoda, me gustaba disfrutar de su aroma, su calidez.

—¿Deberíamos hablar...sobre nosotros?

"Aún
si esto duele
sé que vale
totalmente la pena.

Sólo dime
y recuérdame
que todo
estará bien.

Tienes
que darme algo,
no me dejes
en nada
una sola noche más.

¡Bésame..."

—¿Sobre nosotros?
—Siento que me conoces de siempre, y yo sólo sé que eres un ex mercenario con un hijo asombroso.
—Conoces mi pasado con el Señor Comandante. ¿No cuenta?
—Cuenta, pero...siento que falta algo.— suspiré, sabiendo que, tarde o temprano, preguntas de ese tipo saldrían a la luz, y no hablé al respecto antes porque no confiara en él...sino porque no me sentía preparado.
«Hay cosas de mí que simplemente quiero olvidar. Sucedieron, lo acepto, pero...ahora son un peso muerto.
Son algo con lo que ya no quiero cargar.»

—Entonces...¿qué quieres saber?
—Sólo hablemos.
—Ok...
—Apenas te conozco.
—Eso es bueno.
—Tú...¿te has enamorado antes?
—Sí.
—¿Has tenido otras relaciones?
—...sí.
—¿Crees que vamos muy rápido?
—Todo es ir rápido contigo, Gary. No es algo que me moleste.
—Eres increíble.— se rió y cubrió su rostro con una mano, me limité a mirarlo de reojo, curioso.
Era espontáneo y...tan impredecible.
Sabía tomarme por sorpresa, siempre.

"...como si el mundo
fuera
a desaparecer!

Soy
una mejor persona
cuando estás
conmigo.

Cuando
te tengo
conmigo.

Te tengo,
te atraparé.

Sé que soy capaz
de cualquier
cosa
mientras pueda
seguir mirando
tu rostro."

—Gary...
—Realmente me gustas, lo sabes, ¿no es así?
—Lo has aclarado bastante bien.
—Bien...— suspiró y recargó su peso contra mi pecho; era delgado, muy liviano. —Avocato, prométeme algo.
—¿Es algo que pueda cumplir? No le robaré galletas a HUE.
—...nunca pongas mi vida por sobre la tuya.— dijo, aún cubriendo sus ojos.

Sentí un escalofrío.
No esperaba algo así.

—¿De qué...?
—Vamos a darle cara a ese enano demente en algún momento, y si por alguna remota razón vamos perdiendo, o si las cosas salen muy mal, prométeme que no vas a sacrificarte por mí. Que tu prioridad sea Little Cato.— dijo con un tono tan serio que me erizó el pelaje. —...estuvieron separados mucho tiempo. No puede perder a su padre de nuevo.
—Gary...
—Quinn y yo decidiremos en su momento quién de los dos llevará la bomba de protones para cerrar la ruptura.— continuó, aún sin apartar su mano. —Así que, prométemelo. No hagas...algo así por mí. No me lo perdonaría jamás.

Silencio.

¿Qué se supone que respondiera a eso? ¿Por qué me metía en un dilema así?
«"Eres una de las tres criaturas más importantes en la vida de Gary"» pensé, recordando lo que mi hijo había dicho aquella vez.
Gary me importaba, lo apreciaba...¡por las lunas de Marte, lo amaba!
Así que, ¿por qué era tan difícil aceptar esa promesa?
Sabía que si era necesario, lo haría.
Me sacrificaría por él, por mi hijo...

«No va a suceder.
No permitiré que exista esa probabilidad.
No habrá oportunidad...»

Tomé su mano, retirándola de sus ojos, y deposité un beso en su palma; supe de inmediato que se había ruborizado. Su pulso se aceleró.

—Te lo prometo. Con una condición.
—¿C-Cuál?
—No quiero una despedida.— solté, enlazando sus dedos con los míos, presionando su mano con cuidado.
—Cuando ese enfrentamiento inicie, y si debemos separarnos...no habrá una despedida. Sólo no digas "Adiós", ¿te parece justo?
—Suena justo.

Silencio.

Presionó mi mano un poco mas fuerte, le robé un beso en el cuello, logré hacerle reír.
—¡M-Me haces cosquillas!
—Me gusta tu risa. Le hace un favor al mundo.
—Eres muy romántico cuando te lo propones.
—Puedo hacer muchas cosas si me lo propongo.— aseguré, llenando su cuello de besos, hasta llegar a su mejilla.
Su risa era dulce, su sonrojo lo hacía ver adorable; me detuve y acomodé nuevamente mi cabeza en su hombro.

—Dijiste que no eras un gato, Sr. Bigotes.
—No lo soy.
—Estás ronroneando.— fue un alivio saber que no podía sonrojarme, porque lo estaría, y mucho.
Volvió a soltar una limpia carcajada, como si hubiera ganado una apuesta.
—No soy un gato.
—No dije que lo fueras.— le sonreí y besé su mejilla.
Quería llenarlo de besos, quedarme así...hasta que el peligro pasara.

Silencio.

—¿Puedo besarte?
—¿De verdad me estás pidiendo permiso, Gary?
—Totalmente. Pero, con una condición.
—Ahora todos tienen una.
—Déjame cubrir tus ojos.— pensé que era una condición peculiar, pero no había nada malo en ello.
Además, realmente tenía ganas de besarlo.
—Adelante.—

Todo pasó demasiado rápido.
La alarma de emergencia resonó por toda la nave, luces rojas que deslumbraban.

—Una flota enemiga del Señor Comandante está a unos saltos de nosotros.— habló HUE en los altavoces. —Si damos el salto ahora, nos alcanzaran y estaremos acorralados.— Gary se levantó y lo seguí; quería que se quedara en su habitación, pero sabía que se negaría, y no era momento de discusiones.
Teníamos que actuar.
Pronto.

Nos reunimos en el Puente, listos para recibir el ataque, listos para lo que se avecinara.
Pero no sucedió nada.
La flota no se apareció.

—¿HUE? ¿Qué sucede?
—No lo sé, Gary. Las naves...se desvanecieron.—

Silencio.

Entonces Quinn habló.
—Algunas naves de la Guardia Infinita tienen un sistema de camuflaje, pero HUE debería poder detectarlas de cualquier modo.
—A menos...que tuvieran la manera de evitarlo.— terminé.

Fue demasiado tarde.

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