Capítulo 4 : Secretos sin revelar

56 31 3
                                    

         Lo que me estaba pasando en los últimos días no era normal. Mis días constaban en descubrir secretos que nunca hubiese dado por hecho que fuesen ciertos, y lo peor era que había muchos más por descubrir. Cuando Luis me confesó sus sentimientos, debo decir, que lo suponía desde hacía bastante tiempo. Era muy amable conmigo, por cómo me miraba, por cómo me trataba… Por su actitud en general. Pero lo que no me esperaba de Luis es que me intentase dar celos besándose con otra chica. Sabiendo que nuestros sentimientos no eran correspondidos.

          Aunque no era rabia lo que sentía, en realidad, en estos momentos, estaba pasando por una etapa complicada, pero a pesar de eso también habían acontecido ocasiones reconfortantes y alentadoras. Me había reconciliado con Iraultza.
Era algo que estaba esperando desde hacía una inmensa cantidad de tiempo. Cuando se dirigió hacia mí y me dijo “lo siento”, fue uno de los momentos que se quedarán grabados en mi subconsciente por siempre. Últimamente mi vida era similar a una montaña rusa, pero desde que retomamos nuestra amistad, esa montaña rusa se estabilizó. Y doy gracias por ello.

          Porque solo hay una palabra con la que estoy de acuerdo, y no era el amor.
         
          Sino la amistad.

          Es un sentimiento que nunca corroerá tu esencia. Muchas veces las personas cambian. Y muchas veces, no te das cuenta de que no las has llegado a conocer en realidad. Pero cuando te das cuenta de que ninguna de las dos cosas han ocurrido, debes saber que esas personas que te apoyan, te animan, te dicen la realidad aunque hiera, tus amigos, siempre estarán a tu lado. Y me he dado cuenta, que mis amigas y yo somos inseparables, nuestra amistad es inquebrantable. Nada ni nadie nos separará. Y mucho menos un chico.

          Sonreí para mis adentros al recordar donde estaba, con mis amigas. De vuelta a la normalidad y todas reunidas de nuevo. Estábamos sentadas en unos bancos en frente de nuestro instituto. Esperando a que nuestro conserje abriese la puerta. Esta vez nos habíamos acompañado mutuamente para venir al instituto. Estábamos tan ensimismadas en nuestra conversación que no me di cuenta de la estampida de niños que había salido corriendo para comenzar su día de clases con gran entusiasmo. A diferencia de ellos, los estudiantes de cursos más elevados, hacían todo lo posible para retrasar su entrada.

          Imitando a ese último grupo, nos levantamos de nuestro asiento para dirigirnos a la entrada del instituto. Tomando una gran bocanada de aire y soltando un bufido de frustración y aburrimiento, me dirigí hacia mi clase chocando con todos los alumnos que ocupaban mi camino. Había muchos pasillos por los que cruzar y muchas clases que recordar, pero por suerte, tenía buena memoria. Al encontrar mi clase, me percaté de que mi sitio habitual estaba ocupado. De hecho toda la clase había sido reorganizada.

          Me dirigí hacia la mesa del profesor para resolver mis dudas—Buenos días profesor. ¿Los sitios han sido reorganizados?—Pregunté.

          --Creo que no es difícil darse cuenta de ello. Su nuevo sitio es aquél—Me indicó señalando un sitio vacío al fondo de la clase con un tono ligero de indiferencia.

          Sinceramente, daba gracias por estar ahí. Era uno de mis lugares favoritos en la clase. Era como estar en otro mundo, pero mi mundo había cambiado.

           Después de sentarme en mi asiento correspondiente y colocar mi mochila en mi respaldo me dediqué a inspeccionar mi nuevo y recién renovado entorno. Al fijarme en el asiento contiguo al mío, la persona que se encontraba en él no tenía ninguna similitud entre las pocas expectativas que tenía.

           No era nadie de mi clase. Debía ser un alumno nuevo. Peo lo extraño de todo esto es que me sonaba y no sabía de qué. Era un chico de aspecto agradable. Tenía pelo castaño rubio. Brillaba por el reflejo de la luz de la clase. Lo tenía alborotado, aunque a decir verdad, le quedaba de maravilla. En realidad no tenía la intención de fijarme en ese aspecto, aunque hay veces que no se puede negar lo inevitable. Y debo decir que ese chico era bastante atractivo.

Atormentados FracasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora