Capítulo 7: Sensaciones inagotables

12 5 1
                                    


Capítulo 7: Sensaciones inagotables

Creo que fue por mi expresión facial que comenzó a retorcerse de la risa. Me había sorprendido tanto que ni siquiera podía reaccionar. Definitivamente, otro dato que no me esperaba.

--Tranquila, ya sé que no te lo esperabas—Comentó recuperándose del ataque de risa.

--Sí, de hecho no es algo que se oiga todos los días—Mientras me interesaba un poco más en la conversación, nos fuimos moviendo hacia los sofás donde se encontraban mis amigas. A decir verdad, con todo el cabreo y la sorpresa que llevaba encima, no me di cuenta de que nos encontrábamos en medio del bar.

--Bueno, para tu agrado, no tenemos la misma sangre. Simplemente, mi padre se casó con otra mujer después de que mi madre falleciera, y resulta que su único hijo era Ivano—Terminó de explicarme con la cabeza cabizbaja.

—Tranquilo, no hacía falta que me contaras todo. No te quiero incomodar— Le puse una mano en el hombro y le intenté animar mientras se lo decía mirándole a los ojos.

--Todo lo contrario, siento que puedo confiar en ti. Si te digo la verdad, presiento que seremos grandes amigos—se le había pasado muy rápido el ápice de tristeza, ya que ahora contenía en su mirada un ligero toque diferente que no sabría describir.

--No exageremos. Esto es demasiada información para unos pocos minutos. Déjame procesarla primero—Contesté en un ligero tono de voz. No quería herirle o que se sintiese rechazado, pero me sentía un poco incómoda con ésta situación.

--Lo entiendo. Soy muy directo cuando quiero algo—Lanzó con una pequeña sonrisa.

--¿Cómo? Me acabas de decir que tienes algún propósito para mí—Dije entre risas casi imperceptibles.

--En realidad sí—Hizo una pausa y me cogió de las manos para después mirarme directamente a los ojos—Sé que hemos empezado con mal pie, así que, ¿por qué no cambiamos nuestro comienzo?—Terminó con la mirada impaciente de una respuesta.

--Bueno eso suena bien—Decidí darle otra oportunidad. No era de las personas que juzgan solo con ver a alguien, así que conocerle de verdad no sería una mala idea--¿Qué tenías pensado?—Dije finalmente.

Me abrazó fuertemente y se separó emocionado con una sonrisa que mostraba toda su blanca dentadura—Muchas gracias Emma, te juro que no te arrepentirás. Ah, y en cuanto al destino, es una sorpresa. No creo que una más te moleste—Dijo con un tono de sarcasmo en la última oración. Aunque lo dejé pasar.

--Espera, no tan deprisa—Dije.

--¿Qué pasa, algún problema?—Se le notaba la preocupación en la voz.

--No. Pero solo iré contigo con una condición.

--Sí claro, ¿cuál es?

Se veía que estaba dispuesto a todo, solo con que le diese una segunda oportunidad, por lo que no tenía ninguna excusa para desaprovecharlo. Estábamos enfrente de los sofás donde reposaban mis amigas. En una décima de milisegundo miré hacia ellas y ellas me miraron con desconcierto al no saber lo que ocurría. Pero se me ocurrió la condición perfecta, y me dispuse a decírsela.

--Que todas mis amigas también vengan—Propuse con una sonrisa de triunfo en el rostro, cruzando los brazos en mi torso.

--Claro, por supuesto. Y además como soy vuestro guía, os podré enseñar lo más espectacular de Italia—Me contestó con más entusiasmo del que me esperaba. Pero estaba bien.

--Estupendo. Pues, hasta mañana. Ya nos dirás la hora cuando nos encontremos en el hotel—Zanjé la conversación, con la intención de explicarles todo lo ocurrido a los pilares de mi vida. Pero no fue así. Paolo seguía hablando.

Atormentados FracasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora