El templo del Kitsune

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En un bosque apartado de las civilización se encontraba un pequeño templo.

Leyendas y rumores (sobre todo los rumores) se expandían por todo el pequeño pueblo y lo recorrían de punta a punta.

Decían que allí habitaba una persona, la cual era un tanto peculiar; algunos lo describían como un hombre mitad bestia, otros como un espíritu animal con forma humanoide e incluso habían quienes juraban que era alguna especie de Dios. La mayoría creía que era algo relacionado a los zorros, ya que en algunas ocasiones les pareció ver un par de orejas y varias colas entre los árboles (y que el lugar se llamara "el bosque del zorro plateado" no ayudaba demasiado).
Pero todos concordaban en que él protegía aquel bosque a toda costa, por eso cada año los pueblos iban hacía ese templo para dejar sus ofrendas como agradecimientos ya que ellos creían que él los protegería de los desastres venideros.

Al pasar los años, pocas personas se presentaban en la fecha acordada para llevar las ofrendas. Lo hicieron por un par de décadas, hasta que al final dejaron en el olvido ese templo. Este quedó abandonado por mucho tiempo, totalmente descuidado; la maleza crecía por entre las grietas en el duro suelo y el moho era notable a simple vista, terminó siendo literalmente, parte del bosque.

Un día un chico de piel blanca como la porcelana, ojos verdes brillantes como esmeraldas y cabello castaño como el chocolate, apareció con una ofrenda para el zorro, suplicándole que salvara a su hermano que se encontraba gravemente enfermo.

El zorro al principio ni se inmuto con la súplica del pequeño pero este comenzó a derramar lágrimas, haciendo que el zorro se ablandara un poco.

—¿Quieres curar a tu hermano?

El chico se asustó al escuchar una voz proveniente de detrás de un grueso tronco.

—¿Q-Quién eres? —dijo con voz temblorosa el pequeño chico.

—¿Acaso no me conoces? ¡Yo soy la deidad de este templo y protector del bosque del zorro plateado!

—¿Entonces podrías ayudarme? —su voz seguía temblorosa, tenía una mezcla de miedo y excitacion, al fin podría sanar a su querido hermano mayor.

—Depende, todo en esta vida tiene un precio a pagar.

—¿Qué tengo que hacer? Haré cualquier cosa pero por favor, ayudalo.

—Normalmente con esa ofrenda sería suficiente, aunque no lo será esta vez, quiero algo que siempre he deseado y codiciado desde que los humanos comenzaron a visitarme, hace un par de siglos atrás. —el zorro jugueteaba con sus manos mientras le contaba al humano sobre su ansiado deseo.

—¿Qué deseás?

—Quiero que te quedes aquí, en este templo conmigo, para siempre.

—¿Si lo hago, mi hermano estará bien?

—Sí. Si te quedas aquí podré hacer aun más que eso.

—Lo haré, ¿por lo menos me dejarás despedirme de él, no?

—Esta bien. Antes de te vayas quiero saber tú nombre.

—Me llamo Misaki Takahashi ¿tú?

—Akihiko. —fue la corta respuesta que escucho del zorro.

Misaki volvió corriendo con su hermano para despedirse. Le dejó unas moras que había encontrado en el bosque mientras volvía, también  junto a los frutos dejo una nota.

Al volver con Akihiko este se sorprendió al verlo bien. Era una "persona" con el cabello largo que le llegaba casi hasta la cintura de color plateado lo cuales parecían filos hilos de plata. Ojos del más profundo y hechizante violeta que se pudiera encontrar entre los zafiro. Akihiko era alto, fuerte y esas orejas junto a las muchas colas (nueve para ser exactos) le daban cierto aire de ternura y aunque pareciera raro para alguien de más de mil años; inocencia.

—¿Misaki, volviste?

—Sí, siempre cumplo mis promesas. —Misaki sonrió radiante.

—Es que hace mucho le pedi a un humano lo mismo que a ti. Él nunca volvió.

Misaki al ver la tristeza en los ojos de Akihiko no dudo en abrazarlo, ambos querían que ese dulce momento durara para siempre.

Ellos pasaron muchos siglos juntos.
Misaki recordó como Akihiko le robo su primer beso y su primera vez. Él, era feliz y su hermano Takahiro también lo era, al recuperarse de su enfermedad pudo casarse al fin con su prometida y tuvieron un pequeño al cual llamaron Mahiro Takahashi.

La leyenda de el templo volvió a resurgir y a pasar de generación en generación.

Dicen que si visitas el templo con tu persona predestinada el Kitsune te dará su bendición, y así podras pasar toda tu vida con la persona a la que amas, justo como como el.

Fin

Junjou Romántica (Historias cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora