Capítulo diez.

506 37 13
                                    


Capítulo diez.

Evelyn's pov.

No he podido evitar tener un ataque de ansiedad al verlo.

El director ha entrado por la puerta tranquilamente con él siguiéndole los pasos y ha anunciado que volverá a estar con nosotros durante el resto del curso, y que espera que sea bien acogido.

No me hace falta preguntarme qué hace él en este momento porque se le nota.

Está buscando a alguien con la mirada.

Y sé que ese alguien soy yo.

Cuando sus ojos se encuentran con los míos, siento mi respiración cortarse de golpe.

No digo nada, me quedo mirándole en silencio.

Y cuando veo que me guiña un ojo y una sonrisa de perversión cruza por su cara, es entonces cuando pasa.

Mis manos comienzan a temblar, y me cuesta cada vez más respirar, lo cual no indica nada bueno.

Siento una pequeña punzada de dolor en el lateral de mi cabeza cuando noto miles de pensamientos y recuerdos pasar por mi mente al mismo tiempo.

Me abruman, y me hacen sentir cosas.

Cosas malas.

Me levanto de la silla de golpe, y me apresuro a salir de clase a toda prisa, tratando de sostener mis manos la una entre la otra para que dejen de temblar y notando como mis piernas también comienzan a jugarme una mala pasada.

Sé que mis amigos estarán preocupados ahora mismo, y sé que quizás debería haberles dicho algo.

Pero no me sentía capaz de hablar.

Así que he salido casi corriendo en silencio, hiperventilando por lo bajo, cuando Oliver por fin ha salido de clase.

Es entonces cuando me encuentro a Dylan en el pasillo, chocándome contra él.

Al principio me sonríe, pero luego arruga sus cejas en un gesto de preocupación cuando ve la cara de mierda que probablemente debo llevar en este momento.

Bueno, lo que me faltaba para rematar el día.

Espero que me acribille a preguntas o que incluso me lleve a la enfermería, pero su reacción inmediata me sorprende.

Tira de una de mis muñecas y me mete en el armario del conserje rápidamente.

Decido descartar la idea de preguntar porque la gente está cogiendo la manía de meterme en este maldito armario cada vez que quieren tener una conversación conmigo.

Bueno, al menos no eres claustrofóbica.

Cierto.

Y lo siguiente que hace, me sorprende aún más.

Envuelve mis brazos en mi cuerpo y me abraza con fuerza, descansando su barbilla suavemente sobre mi cabeza.

No me paro a pensar en quién es, en donde estamos, o en que quizás no deberíamos estar ahí haciendo eso.

No me paro a pensar en nada porque mi mente está a cien por hora ahora mismo.

Simplemente, y para mi sorpresa, correspondo su abrazo con la misma fuerza, apoyando mi mejilla en su pecho.

En el momento en el que siento su mano acariciando mi pelo suavemente, mi corazón deja de martillear mi pecho con fuerza, y mi respiración se vuelve regular de nuevo, logrando calmarme.

Todo por un idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora