Capítulo trece.

434 27 9
                                    


Capítulo trece.

Evelyn's pov.

Apenas en media hora, la furgoneta ya ha llegado a mi casa y están prácticamente todos dentro.

El único que falta por recoger es Dylan, y cuando mis amigos lo vean creo que van a morir de un infarto.

—Nos queda una parada más, por parte de Ev —anuncia Tess con una pequeña sonrisa traviesa.

Ruedo mis ojos cuando la escucho y noto como el resto de componentes de la furgoneta me miran con sorpresa.

Bueno, yo nunca he sido de tener muchas parejas.

Sólo estuve con Oliver, y después de lo que pasó no he sido capaz si quiera de pensar en tener otra relación.

En cuanto para en la puerta de la casa de Dylan, este ya está fuera con una gran maleta mientras mira el móvil con aire aburrido.

Alza la mirada cuando mi amiga le toca, de una forma bastante escandalosa, la bocina y yo hago una pequeña mueca cuando él nos mira divertido a causa del ruido.

Suspiro acomodándome de nuevo tranquilamente, esperando a que venga, y cuando me da por girar la cabeza todos mis amigos (menos Tessa, claro) me miran con la boca abierta por completo y los ojos abiertos por igual de par en par.

Yo les sonrío inocentemente.

—No me miréis así, sólo es un amigo. Se lo sugerí y le gustó la idea.

Me cruzo de brazos con el ceño ligeramente fruncido al sentir todas las miradas sobre mí.

Parece que van a decir algo, pero justo en ese momento Dylan entra y se callan, cerrando sus bocas de golpe.

—¡Hey! Gracias por invitarme, pelirroja. ¿Qué hay?

Su pregunta va dirigida a todos, o eso parece al menos, porque todos mis amigos se miran entre ellos y sonríen de formas un tanto extrañas, probablemente sigan bastante sorprendidos o no sepan cómo actuar delante de él.

Bueno, no todos los días invitas a un viaje de amigos al más idiota de clase que antes ni te miraba.

En eso le tengo que dar la razón a mi subconsciente.

El viaje de ida es bastante silencioso, incluso se puede decir que un poco incómodo.

Al menos, no nos comportamos como nosotros solemos comportarnos.

No estamos cantando a gritos la canción que suena en la radio, ni estamos contando anécdotas divertidas de nosotros, ni nada de lo que hacemos normalmente.

Y estoy segura de que es por la presencia de Dylan.

Y eso me entristece un poco.

No voy a dejar de ser yo misma solo porque haya alguien sentado con nosotros al que no le tenemos tanta confianza.

No me da miedo ser yo misma.

O, al menos, no ahora que puedo serlo porque no estoy en mi casa ni en mi instituto.

Cojo yo misma la iniciativa y comienzo a cantar la canción que suena en la radio subiendo cada vez un poco más el volumen de mi voz. La canción es Dandelions de Ruth B.

Tess me mira por el espejo y sonríe.

No tarda mucho en seguirme la canción, y al final todos los de la furgoneta terminan cantando junto a mí, incluido Dylan, que parece bastante más cómodo ahora.

Todo por un idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora