t h r e e

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 Lunes. De regreso al trabajo. A pesar de que había dormido tan sólo cinco horas, me sentía exenta de cansancio. Amanecí feliz y la razón giraba entorno a cierto pelinegro con quien me había quedado hasta tarde mensajeando. Minutos después de llegar a casa la noche anterior, recibí su mensaje. De ahí en adelante, no paramos de hablar. Y claramente, mi sonrisa fue imposible de borrar. Jackson encerraba tantas cosas maravillosas de sí mismo que me daba gusto conocer poco a poco. Cada aspecto de él me encantaba. 

 Ay, el amor; amor... hace tanto no lo sentía.

 Me alisté apresuradamente para salir a mi jornada laboral, ya que no quería demorarme en mi primer día de regreso. Lo que menos necesitaba era una reprenda de la supervisora o los comentarios chismosos de mis compañeras. Aunque creo que ya ni eso podría molestarme. Me coloqué mi saco, tomé mi bolso y emprendí camino. 

 Me era imposible dejar de pensar en Jackson. Aquel chico se había ganado mi corazón de una manera increíble. Recordaba nuestros besos de ayer y anhelaba por más, pero a la vez, deseaba abrazarlo con todas mis fuerzas y sentir su corazoncito latir contra mi cuerpo. Oler el hechizante aroma en su cuello y ver fijamente esos saltones y oscuros ojos. 

 Aún no sabía cuando lo vería de nuevo. En nuestra charla habíamos acordado vernos lo más pronto posible. Jackson me dijo que buscaría un momento libre de su horario esta semana. Por el momento me conformaba con poder mandarle mensajes en tanto tuviese ratitos desocupados sin ningún cliente o sin la atención de las encargadas sobre mí. 

 Los tacones ya me molestaban, pues me había desacostumbrado rápidamente a ellos en las semanas anteriores. Para mi suerte me había puesto el pantalón negro y no la falda de tubo del uniforme laboral. Fui al baño para arreglarme un poco y quitarme los zapatos por unos minutos. Mientras acomodaba mi camisa blanca y volvía a abrochar el distintivo con mi nombre, mi celular sonó. Terminé de cerrar el alfiler de gancho y desbloqueé el aparato para revisarlo. Mi corazón se aceleró y mi semblante reflejó la gran alegría que sentía. Un mensaje de Jackson. 

Hola Claire, ¿cómo estás? ¿Cómo amaneciste? Moría por verte hoy, pero mi horario no me lo permite. Estoy triste por ello :c 
Sin embargo, pensar en ti me hace sentir mucho mejor. Te extraño. 

 Aw, el chico era un diabetes agudo. Lo adoraba. No poder verlo hoy me desanimaba un poco, pero era obvio que no nos veríamos todos los días. Lo entendía. En cuanto los dos tuviéramos una tarde disponible la aprovecharíamos para tener una cita. Nuestra primera cita.

 Respondí a su mensaje y luego me calcé los zapatos. Me miré una última vez en el espejo para acomodar mis mechones de cabello y regresé al negocio, pasando por entre los pasillos de góndolas. 

 Dos horas más tarde ya casi terminaba mi turno. Me encontraba envolviendo como regalo un perfume que había comprado un hombre para su esposa; fue difícil ayudarlo a elegir, pues ni si quiera sabía que fragancias eran de su preferencia. Una vez colocado el moño y entregado el paquetito al cliente, la supervisora me pidió que organizara la sección de cremas antes de retirarme. En mi ausencia, hubieron muchos cambios; nuevos productos que no conocía, más repisas, secciones y, para mi sorpresa ahora la tienda promocionaba el tan aclamado gel de baba de caracol. A lo mejor valía la pena probarlo... 

 El local estaba moderadamente lleno, la gente entraba y salía constantemente. Terminé de acomodar la repisa y miré por encima buscando a mi supervisora, sin embargo me encontré con unas cuantas compañeras de trabajo apiñadas en la caja registradora cuchicheando con la vista en dirección a la puerta principal. Me giré a ver que había llamado tanto su atención e inmediatamente sentí como mi corazón se aceleraba a una velocidad desmesurada. Allí estaba, parado y buscando con la mirada expectante por todo el lugar mientras se ponía de puntitas o inclinaba la cabeza para ver entre los pasillos. 

Helado para Dos ~ [Jackson Wang] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora