Ahí va un chino con una cesta de comida tarareando una canción típica de su región.
Una roca le cae en la nuca. Yao voltea dejando de cantar pensando que se encontrará a un niño. Pero más que niño es un adolescente con el ceño fruncido.
-Eso dolió, aru, deberías tener respeto por los mayores, jovencito, aru -protesta sobándose la nuca.
-Y tú deberías alejarte de la Bestia -replica lanzando otra piedra, Yao la esquiva con esos reflejos felinos que tiene.
-¿Qué te sucede, mocoso? Yo puedo pasar mi tiempo con quien se me dé la gana, aru.
-Todo el pueblo teme por ti, no nos caes tan mal como para dejarte morir.
-¿Morir, aru? No seas dramático, aquel que ustedes llaman bestia no va a cortarme en pedacitos y comerme en estofado, aru. No sé qué les hace creer que es una bestia, pero no lo es, aru.
-Nadie le creía una bestia hasta que mató a su madre y hermanas -advierte el muchacho. Yao le mira incrédulo-. Están enterradas en su patio trasero, sus espíritus cuidan de los girasoles, por eso pasaron años sin marchitarse aun sin nadie vivo que los cuidara.
Yao, que es muy supersticioso, se asusta un poco porque tiene sentido...
Traga saliva, se da la vuelta retomando su camino a la morada de "La Bestia".
-Linda historia, aru, deberías contarla a alguien que le dé miedo de verdad.
Esa es su última palabra antes de acelerar el paso para llegar con Ivan cuanto antes.
El adolecente le sigue un poco más de tiempo, gritándole cientos de advertencias, mas, al acercarse a casa del demonio, el miedo le hace regresar corriendo al pueblo.
Yao suspira tranquilo al ya no escuchar los gritos, entra en casa del ruso con nervios. Encuentra al dueño de la morada en pleno sueño, cubierto apenas por una manta, pero con los pantalones puestos y algunas manchas de pintura en el rostro.
Le mira con ternura, dejando una caricia, suave como la pincelada de un novato.
Acomoda la comida que trajo sobre la mesa admirando la casa, tan pequeña que no se cree que vivían cuatro personas ahí.
Sale por la puerta rumbo al jardín donde sonríe satisfecho por el resultado de su trabajo durante todo este tiempo. Toma un balde que él mismo trajo, caminando con él hasta el pozo cercano, vuelve a regar la tierra y cuando por fin acaba entra de nuevo a la casa, aun con el corazón hecho un lío, sabe que le late, le late de forma exagerada, acelerada, casi siente como si no se le escapa del pecho terminará por explotarle dentro del mismo.
Sus ojos marrones detienen su vista en el ruso, que continúa recuperando las horas de sueño que no obtuvo en la noche. El chino se muerde el labio.
Podría dejar la comida e irse. Podría simplemente dejarle, quizá si era peligroso...
Traga saliva tomando dirección a la puerta de salida.
Se detiene con la perilla en la mano, se da la vuelta después de un suspiro. Se sienta en el borde de la cama donde el ruso continúa su sueño.
No deja de pensar en las palabras del mocoso.
Poco a poco se extingue el sueño del albino, abre los ojos con pesadez y lentitud, respirando lento, con algo de ojeras. Mueve la nariz percibiendo el aroma de la comida que el chino trajo. Al abrir los ojos tiene una perfecta visión de la puerta que da al baño y de la cocina, pues el espacio dentro de la casa es reducido. Muy reducido.

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Extraño (RoChu)
FanfictionYao, a poco tiempo de mudarse a Rusia, queda enamorado de las pinturas de un no reconocido artista, en concreto de un cuadro de girasoles. Como señal divina, un campo de esas flores tan bellas se encuentra fuera del pueblo en el hogar de una bestia...