Girasol

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Moscú.

En una galería de arte, prestigiosa, los azulejos son de color crema, en diseño mixto con amarillo. Las paredes blancas y planas, tan pálidas que parecen lienzos, a la espera de que alguien con talento les acaricie con su pincel para volverlas obras maestras.

El techo es de cristal blanco, cuelgan de él unas bellas lámparas con luz blanca, perfecta para acentuar la belleza en las obras del magnífico pintor: Ivan Braginski, mejor conocido en su medio como Россия.

La galería es, considerada por algunos  expertos, la más maravillosa de Moscú y ante la crítica de otros, la más hermosa de toda Rusia.

Se entra por un jardín, un jardín de flores hermosas, girasoles más que nada.

Una fuente engalana el centro de dicho jardín, dulce agua corre por ella, bañando las aletas de peces asiáticos de colores brillantes.

Miles de visitas al mes confirman el prestigio de la galería.

Pero es por las pinturas que la gente asiste.

La belleza de cada cuadro deja perplejo a quien las mira.

La perfección en la composición, el color en cada lienzo.

Pero sobretodo los sentimientos que cada obra guarda en su interior y que la misma no tiene miedo de gritar a cada espectador.

La gente se para a contemplar cada cuadro, a la distancia apropiada, con ojos de asombro, bañados en miel de inocencia.

Gente estirada, estudiantes de arte, críticos de renombre, gente rica, gente pobre, extranjeros, pueblerinos, nativos, pintores, maestros y escritores, todos asisten a tan aclamada galería de arte, así como todos voltean su mirar a la doncella que anda con un vistoso vestido de seda roja.

Su cabello castaño, tan largo, tan fino, cae dulce sobre su espalda, lacio como la naturaleza no suele premiar, suelto.

Hay quien admira los ojos ámbar que posee la dama, sus pasos son silenciosos, a comparación de las otras doncellas quienes andan con tacones.

Sus rasgos indican que no es una doncella local, una extranjera de tierras lejanas, sin lugar a duda, aquella que se acerca, con un andar pausado, hasta el autoretrato de Россия, obra reciente, obra que tardo mucho en llegar y lo hizo sólo motivada por la presión del fanático, inspirada por el arte popular holandés, sin duda.

Una obra más artística que biográfica.

La doncella cruza la línea de seguridad, escandalizando a los presentes, colocando sus finas manos sobre el óleo en la mejilla del autor.

Con suavidad acerca sus labios a los pintados, besando la pintura, un beso tan sutil, pero que, a la vez dura mucho.

Las personas miran alarmadas tal acto.

Los agentes de seguridad se acercan, aunque el beso ya ha finalizado, la misteriosa mujer se separa tan suave como lo inicio.

Algunas personas cotillean sobre el parecido que tiene la dama con las obras, la mayoría de ellas, tiene el cabello igual que la modelo y los ojos similares, además que el parecido físico no parece coincidencia.

—Cuánto tiempo esperaron tus labios por los míos —susurra en su lengua materna, el mandarín, antes de ser separado por los  guardias.

No escucha la riña de los hombres, parpadea con lentitud continuando su andar, mirando cada cuadro con extremo interés, con particular atención.

Es una curiosa señorita quien se acerca a preguntar.

—Disculpe, madame, ¿Es usted quién  está en la pintura? —seguro es Francesa, su acento la delata.

Extraño (RoChu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora