La gente del pueblo le habla cada vez menos a Yao, creyendo que este ha sido presa de la bestia.
Muchos afirman que sufre de Estocolmo, otros que le tiene amenazado.
No falta el día en que lancen rocas a la humilde casa del ruso, que le adviertan a Yao sobre los peligros de una mala amistad con gente peligrosa.
El chino aún no se recupera del todo de sus costillas. Pero camina mucho mejor.
Ya ha pasado noches enteras en la oscuridad de la casa de Ivan, siendo solo alumbrado por el brillo de la traviesa luna que no se pierde detalle de cada noche de infinita dulzura y entrega al amor.
Yao se encuentra armando la mesa con toda la comida que trajo, siempre como si fuese banquete.
Ivan termina de dar unos retoques a su obra, una pintura de Yao entre el campo de girasoles.
—¿Terminaste? —pregunta Yao con tono paternal.
—No creo terminar hoy —contesta sincero.
—No seas tonto y ven a comer, sabes que la comida es lo más importante, aru.
Ivan le mira con una sonrisa pero pronto deja de pintar para avanzar a su comedor, abrazando a Yao por la espalda.
Comen como siempre, con una amena conversación y unos cuantos regaños amables. Pero antes de que terminen su comida alguien toca la puerta. Ambos ignoran eso, puesto que pasa seguido, son pobladores esperando apedrear a la bestia o algo así.
Los golpes a la puerta no se detienen y se hacen más intensos. Los ignoran igual.
Sin embargo una voz, muy tenue y maternal llama.
—¡Ivan!
Ambos dentro de la casa levantan una ceja, puesto que nadie sabía el nombre del ruso, todos le llamaban bestia.
El aludido reconoce la voz, sin embargo piensa que es un espejismo de su mente que intenta engañarle, niega con la cabeza.
Yao por su parte se acerca a la puerta, con dificultades pero logra llegar, la casa es más pequeña de lo que se imaginan. Le dedica una mirada a Ivan como preguntando si puede abrir.
El ruso asiente un poco, muy lento y aún sumergido en sus pensamientos.
El chino abre la puerta muy poco, lo suficiente como para ver de quien se trata.
Los ojos cafés se encuentran con una voluptuosa figura femenina, mirando bien se da cuenta que son dos figuras femeninas.
Levanta las cejas ante ellas, pues no las reconoce, no son del pueblo. Y el hecho que conozcan el nombre de la bestia es sospechoso.
La mujer más alta levanta la mano, moviendo su muñeca a modo de saludo, pero el chino cierra la puerta de golpe solo para mirar a su pareja.
—Son dos mujeres, aru —le anuncia en un susurro —, y saben tu nombre.
Ivan se ilusiona. Se levanta de la mesa caminando a la puerta, cuando está ahí, Yao le toma del brazo con fuerza. Ivan tan habituado a esto no hace mucho caso mientras abre la puerta.
Encuentra detrás de ella a sus hermanas, hermanas que presuntamente ya eran difuntas, pero la leyenda nes falsa, al igual que todo lo que se dice de la bestia.
—¡Hermanas! —suelta en un tono más infantil que de costumbre pero que no deja duda de lo emocionado de se siente.
La mujer más alta ni espera, sonríe y se le acerca a abrazarle sin notar a la figura colgada de su brazo, le acaricia el pelo de una manera maternal mientras la otra doncella se escabulle al interior de la casa, ella sí notando a la figurita del chino, frunciendo el ceño para ella, mirándole con genuino desagrado.
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Extraño (RoChu)
FanficYao, a poco tiempo de mudarse a Rusia, queda enamorado de las pinturas de un no reconocido artista, en concreto de un cuadro de girasoles. Como señal divina, un campo de esas flores tan bellas se encuentra fuera del pueblo en el hogar de una bestia...