2.

9 0 0
                                    


Quise dedicarme a Viviana por encima de cualquier otra persona, pero fue un fracaso, no porque el curso de mis planes hubiera marchado mejor; es difícil decirlo, mucho más si sabes que has conseguido algo sin buscarlo, sin querer. Una de esas noches pretendí acompañarla e invitarle a cenar; pero no me topé con ella, sino con la otra chica... Magalí, así decía llamarse.

Viviana había recibido la noticia de un tráiler que llegaba con mercadería desde Chile, así que debía encargarse de dirigirlo hasta uno de los depósitos y vaciarlos, tomando nota de los registros que figuraban de la aduana. Para no quedar mal esa noche, ayudé a Magalí cerrando el almacén y decidí llevarla, aunque fue más bien el deseo lo que me motivó.

Son situaciones que suelen ocurrir, pensaba, como una flecha que con tan mala dirección acierta en el centro de otra diana, sentía que comenzaba a gustarle. Y ella reía, y como yo trataba de actuar indiferente, se aferraba con más fuerza a mi brazo. Y hablamos de cosas parecidas a las que había escuchado con Viviana; le sorprendía que yo pudiera escribir y tramar cuentos, ella creía que sólo los mayores podían hacerlo, que ellos ya contaban con la experiencia suficiente. Reí y dije que la mentira también podría ser contada, yo entonces sería un rostro falso en el papel y, en la vida, nada más que un tipo inofensivo que leía mucho. Nos reímos. La dejé en la esquina de un parque, cerca de su cuarto. Besó mi mejilla, bordeando los labios. El sabor, la contextura... todo, todo me llevó a creer que enloquecería por ella, que aguardaría una segunda ocasión.

LOS SAPOSWhere stories live. Discover now