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Han puesto un par de cigarrillos en mi boca y los billetes enrollados no los han vuelto a cambiar desde hace tres o más semanas, son dólares falsos del Banco de la Fortuna. Imagino que ese monto hubiera servido de sobra para la revista. Hace poco abrieron este nuevo almacén, es una librería que vende al por mayor y menor, rápidamente se ha llenado de compradores compulsivos que se maravillan ante los precios e ignoran las imitaciones chinas. Cada tarde veo a Magalí y Viviana como si nada, ninguna de ellas se vuelca hacia mí, ni siquiera para expresarme desprecio; sólo la dueña me brinda atenciones, a veces me pasa un trapo húmedo y me deja brillante y verdusco, así como soy. Ahora Magalí se hace llamar Margot y hay un tipejo que quiere charlársela, pero no me llega ni a los talones. Lo observo pretendiendo a las dos y quiero ahorcarlo, y pese a que puedo hacerme una idea respecto a su destino, apenas lo percibo, siento que me arden los ojos y la rabia que tengo los enciende, en un punto fijo donde el café sólo puede volverse rojo.



FIN

LOS SAPOSWhere stories live. Discover now