20 | La ira de un Howland

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     Ethan y yo subíamos las escaleras del edificio de donde se reunían los Dominis. Los demás estaban en la segunda planta, pero nosotros íbamos a la tercera. De repente escuchamos unas voces desde una de las piezas.

     —Escucha bien lo que voy a decirte —fue un susurró muy forzado. Ethan y yo nos miramos y decidimos acercarnos a escuchar. Él iba delante de mí —. Yo no hice todo esto para que lo arruinaras con tus rabietas.

     —¿Ese es Jackson? —le pregunté a Ethan en un susurro para confirmar.

     —Se parece a la voz de él.

     Nos detuvimos a unos metros de la puerta, cerca de la pared.

     —Es que verla me enferma, Jack —era Elliott —. Ver esa mocosa es como ver a Evan. Siempre jodiéndolo todo, metiéndose en donde no la llamaron.

     —Estoy mucho más seguro de que ella sospecha de ti. ¿Y quieres saber qué pasa si sospecha de ti? Va a creer que yo estoy contigo en esto, y créeme, todo por lo que luchamos se irá, Elliott. Todo, incluyendo que ella asesinara a ese chico no valdrá la pena. Yo no asesiné a Evan para quedarme sin nada.

     Sentí como el mundo se me venía encima cuando escuché esa última frase salir por los labios de Jackson. Sentí mis rodillas volverse gelatina y el cuerpo de Ethan tensarse a mi lado. Me llevé un mano a la boca sin poder creer lo que acababa de escuchar. Esto era demasiado. Comencé a hiperventilar y noté la mano de Ethan cerrarse en mi brazo para evitar que yo cayera de la impresión. Flashes de lo que sucedió cuando asesinaron a Evan llegaron a mi mente. Comprendiendo todo y la vez nada.

     —Maldita sea —masculló Ethan llenó de rabia. Yo apenas podía respirar. Las lágrimas se desplazaban por mis mejillas.

     No daba crédito, sencillamente no podía. ¿Cómo Jackson me hizo confiar en él aun sabiendo lo que hizo? ¿Por qué? ¿Cuál era su objetivo?

     Sentí nauseas, como todo me daba vueltas.

     De pronto vi que Ethan entraba a la pieza y tomaba a Jackson por el cuello de la camiseta y lo pegaba con mucha fuerza contra la pared.

     —¿Qué fue lo que dijiste? —le gruñó —. Repítelo, quiero escucharlo salir de tu jodida boca —volvió a restregarlo contra el muro. Jackson me visualizó parada en el umbral de la puerta. Sus ojos se abrieron y arrugó la nariz efímeramente haciendo ver que estaba enojado —. ¿Por qué maldición asesinaste a Evan? —no respondió —. ¡Respóndeme! —le propinó un puñetazo tan fuerte que me hizo dar un respingo —. ¡Dime que escuché mal, dímelo! —Jackson le sostuvo la mirada a su líder, como si lo desafiara —. Eres un hijo de perra. No te asesino porque quiero que sea April quien lo haga.

     Lo soltó de golpe y yo solo miraba a Jackson decepcionada y enojada. Tanto que confié en él, que me hizo hacerlo. No entendía por qué, qué lo llevó a hacerlo, a engañarme. Saber que era él quien estaba detrás de ese pañuelo negro y quien tuvo el atrevimiento de agarrar la navaja esa, y asesinar a mi hermano con ella.

     —¡Y tú! —le reclamó a Elliott, quien se encontraba con los ojos abiertos —. Tú eres otro imbécil egoísta. ¿En qué demonios estaban pensando ustedes dos? —Ethan estaba cabreado, rojo de la furia. Yo estaba anclada en el piso, no podía hablar y mucho menos mover un músculo.

     Ni Jackson ni Elliott respondieron, lo que llegó a enfurecerme mucho más de lo que ya estaba. Así que saqué el arma que traía conmigo desde que entré a los Dominis y apunté muy de cerca a Jackson. Él ni siquiera se molestó en levantar las manos al aire.

     Yo lo haría hablar de una vez por todas, maldición.

     —Me vas a explicar ahora mismo por qué demonios asesinaste a mi hermano —le dije con voz amenazante y con la vista nublada por las lágrimas. Mi cuerpo estaba lleno de rabia, ira, impotencia, decepción.

April © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora