CAPÍTULO 6

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Dios... ¿Pero qué he hecho? Podía haber fingido que no pasaba nada, que qué le pasaba... Pero ¡NOO! Siempre tengo que actuar antes de pensar. Y ahora tengo un grave problema. No le puedo decir la verdad, no todavía al menos. Tengo que inventarme algo, algo que sea "razonablemente posible" pero, ¡cómo narices explicas que hueles de una manera diferente, que sabes que hueles de una manera diferente y eres bastante fuerte, eh? 

-Pues miente como si la vida te fuera en ello, muchacha- dijo una...¿mini-Sophie?

-¿QUÉ NARICES HACES TÚ AQUÍ EN MI MENTE?-y voy yo y me pongo hablar conmigo misma, si es que..

-Obvio-bufó-soy tu conciencia-¿C-ó-m-o? Pero si la Sophie que yo recordaba era... ¿cómo decirlo? Malota. Era muy traviesa y siempre se estaba riendo, por lo que sería una muy mala conciencia. Aparte, iba vestida como un angelito: llevaba una especie de tiara que tenía un ovalo dorado encima de su cabeza, el pelo lo llevaba rizado y vestía una túnica blanca simple y tenía un ¿bate de béisbol?-Es que eres muy ingenua Isabella- me regañó con un falso acento italiano-y necesitas a alguien que te aconseje hasta que dejes de ser una m-a-r-g-i-n-a-d-a.

-Ehehe, baja los humitos Sophie. No necesito tu ayuda para hacer amigos-me miró con una ceja levantada cuestionando lo que acababa de decir.

-Por supuesto, por eso no tienes amigos y sigues sin novio-ladró sarcásticamente.

-Vale, vale-algo me llamo la atención-¿por qué llevas un bate de béisbol.

-Porque tu me has imaginado así. Y ahora me voy, tengo que ir a dar un paseo por los caminos de tu mente- me informó con una sonrisa de oreja a oreja. Al segundo siguiente, ya no estaba. Uff, un problema psicológico menos..

Volviendo al asunto, tengo tres opciones: a) contarle la verdad, b) mentir y mentir, c) fingir que no ha ocurrido nada e inventarme algo que explica por qué le dije que le iba a explicar algo. La a) está descartada, así que eso me queda la b) y la c). Vale, pues la que sea más simple... La c), ¿no?

Me concentré en el reloj que estaba encima de la pizarra repleta de palabras en Español. Después de acabar la "fantástica" clase de Biología, nótese el sarcasmo, salí corriendo de allí y no paré en ningún momento hasta llegar a mi última clase del día, Español. Lo divertido de esta clase es que yo viví hace muchos años en España con unos de mis tantos padres adoptivos. Pasé allí unos dos años y hice muchos más amigos que en Estados Unidos. Eran todos bastante más amables y ruidosos aunque había algunas excepciones, como en todos los sitios. Así que en esta clase, me partía de la risa al escuchar su español raro, con sus peculiares acentos y cuando se equivocaban conjugando, algo comprensible, me daba la risa tonta.

Ya sé que era un poco de mala persona, pero no me reía de ellos, me reía del lenguaje en sí. Me pasó lo mismo en los otros lugares que visité. Me pasó en España con el inglés, en Inglaterra con el francés, y así con todo. Era una extraña manía pero no lo puedo evitar.

Dos minutos y treinta y siete segundos. Treinta y seis. treinta y cinco. Solo me quedaba eso para pensar. Tenía un pequeñito plan en mente aunque podría no funcionar. Y me quedaría sola, sin saber quién era, sin amigos, sin una familia que me entendiera. Pese a que tenía a Charlie y lo quería, no me conocería nunca a fondo. No lo pondría en peligro ni lo expondría a un mundo desconocido para él solo por unos pocos años. Era por eso que yo necesitaba a los Cullen, los necesitaba para no volverme loca y sentirme como el único bicho raro de la tierra.

Sonó el timbre. Muchos estaban ya recogiendo sus cosas mientras otros ya saían por la puerta. Respiré hondo, algo que llevaba mucho tiempo haciendo en el día de hoy, y recogí mis cosas. Pasé por la puerta y fui hacia el aparcamiento. Vi mi preciosa y viejita camioneta y no pude evitar que las comisuras de mis labios se elevaran y formaran una sincera sonrisa. 

El Milagro del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora