Una sonrisa iluminaba todas mis facciones. Edward tenía el entrecejo fruncido, los labios formando una línea recta y los brazos cruzados sobre el pecho. Parecía cabreado, y con razón...
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UN POCO ANTES...
-¿Quieres parar de reírte, por favor? Nos están mirando Edward-le pedí al ver que muchos niños se paraban para ver al adolescente que se reía a carcajada limpia.
Por muy bonita que su risa fuera, me estaba empezando a cabrear. ¿No se supone que los vampiros no "deben" llamar la atención? Si no se callaba por su cuenta, iba a estrellarlo contra el árbol más cercano.
Una idea pasó por mi mente. Sonreí diabólicamente. Me levante del columpio cuenco y me dirigí hacia una niña que se había parado para observar la escena. Era mi vecina, la pequeña Amanda de la casa de enfrente. Era castaña, con dos coletas a cada lado de su cabeza. Tenía los ojos avellana y sujetaba fuertemente un osito de peluche. Me puse a su altura al llegar hasta ella. La niña posó sus grandes y curiosos ojos avellana en mí.
-¡Belli!- al instante de reconocerme se echó a mis brazos, dándome un tierno abrazo.
-Hola Amanda-dije sonriéndola.
-¿Qué haces en el parque?-cuestionó curiosamente. Era una niña muy lista. A los dos días de llegar, ya me aburría, por lo que decidí trabajar en algo. Se lo comenté a Charlie, y me dijo que los Colllins buscaban niñera. Fui a conocerlos para ver si me aceptaban para cuidar a su pequeña Amanda. Media hora más tarde ya tenía trabajo. La cuidaba cuando su madre lo necesitaba, aunque como había empezado a ir al colegio, ahora no me necesitaban. Había ido tres o cuatro veces pero Amanda me cogió mucho cariño, al igual que yo a ella. Su madre tenía un piano, y le enseñé alguna canción infantil. Se le dio muy bien, incluso se aprendió, con la ayuda de su madre, alguna otra canción que a ella le gustaba. Era bastante inteligente para su edad.
-Estoy con un compañero de clase, pero no para de reírse-fingí una mueca triste.
-¿Por qué se ríe?¿Se ríe de ti Belli?
-No, bueno no sé porque se ríe. ¿Quieres ayudarme a que deje de reírse?-le pregunté con una gran sonrisa.
-¡Vale! Pero si luego a cambio, jugáis los dos conmigo a pintar-extendió su diminuta mano ante mí. Me reí quedadamente ante este gesto. Se la estreché y luego la guié hasta Edward.
Seguía riéndose el muy condenado, y yo no veía la gracia.
Nos acercamos y cuando llegamos Amanda soltó mi mano y se acercó aún más a Edward. Al ver su rostro, la pequeña formó una gran "O" con sus labios. Se separó de él y se acercó a mí.
Hizo señas para que me pusiera a su altura. Lo hice y susurró en mi oído.
-Es muuuuuy guapo-susurró gesticulando con las manos.
Me reí interiormente. Hasta a las más pequeñas deslumbraba. Asentí dándole la razón.
Puso su dedo índice en su barbilla mientras sus cejas se fruncían. Golpeó el suelo con el pie repetidas veces.
-¡Ya sé!-exclamó al cabo de unos segundos- ¿Y si le hacemos cosquillas?
-Vamos a probar-animé.
Nos volvimos a acercar. Le hice una seña a Amanda para que esperara a mi señal.
-Uno...Dos...¡Tres!
Nos abalanzamos contra él y le empezamos a hacer muchas cosquillas. Amanda se las hacía en las costillas, mientras yo se las hacía en el cuello. Edward abrió los ojos desconcertado. Se empezó a retorcer debajo nuestro.
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El Milagro del Amor
Romance¿Qué pasaría si, la Bella que conocemos no hubiera nacido en este siglo? ¿Y si fuera diferente? Ella pensaba que estaba sola, sin nadie que la comprendiera... Pero todo puede cambiar...