Capítulo 4

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La soledad no era lo que mortificada a Erick, después de todo, había vivido solo desde que su padre falleció, eso hasta dos años después que su mamá enfermó y tuvo que pasar un tiempo con ella. Pero la mayoría de las veces Erick estaba solo, viajando, conociendo nuevas culturas; ese era él. Un ser humano lleno de preguntas con curiosidad por el mundo, y quería respuestas. Por eso no encontró mejor trabajo que ese, y formar al su propia empresa no pudo ser más feliz al darse cuenta de que iba a trabajar en lo que más amaba, estaba satisfecho con lo que tenía hasta que sintió un vacío, no laboral, más bien, sentimental.

Erick nunca dependió de nadie, ni siquiera de su propio padre cuando le dijo que haría su propia empresa algún día y éste le sugirió que podría ser accionista y ser socios. Todo eso le hizo pensar qué tal vez si dejaba que su padre lo ayudara nunca podría probarse a él mismo que podría ser lo suficientemente capaz de sobrevivir por sí solo. Así que no, rechazando aquella oferta, empezó laborando de forma individual y así ha sido siempre desde que inició con su compañía de atracción turística. Eso, hasta que conoció a Jackson, un hombre extravagante, amable y con los pies puestos en la tierra. Se conocieron en un viaje a Nueva York que le había garantizado las noches más inolvidables, y así fue, pues recuerda que terminó ebrio junto con Jack en un bar lujoso pero muy famoso por su buen whisky. Aunque al principio no era su tipo definitivamente logró conquistarlo, o era muy bueno coqueteando o estaban hechos el uno para el otro.

Definitivamente la primera opción.

Todos sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido extraño que provenía de afuera.
Con cuidado abrió la puerta y miró a todos lados, no había nada pero las puertas principales estaban cerradas. Él era el único ahí, se suponía.

—¿Quién está ahí? —nadie respondió, agarró una de las piezas pequeñas que encontró en caso de que el ladrón apareciera— ¡salga ahora o llamaré a la policía! —sacudió el jarrón que llevaba en las manos.

Y Justo cuando estaba por dar la media vuelta, la sombra misteriosa apareció detrás de él, lo que lo hizo dar un grito y caer al suelo.

—¡señor! —gritó del susto e intentó levantarlo— lo siento mucho, n-no sabía que estaba todavía aquí —lo tomó de los brazos y lo levantó por completo.

—Bueno, es obvio que sí —se sacudió su pantalón un poco— creí que irías a la pizzería.

—Sí, de hecho ya terminé mi turno —en eso, miró el jarrón en el suelo, sólo se había roto la parte frontal de éste —oiga, yo puedo pagar ese jarrón.

—De ninguna manera, no fue culpa tuya. Lo que me sorprende es que regresaras tan temprano, es un trabajo muy accesible.

—¿Temprano? —frunció el ceño— Son las doce Erick.

—¿Las doce? —miró su celular y el brillo de éste hizo que se iluminaran sus ojos.

—¿estabas llorando? —se percató de unas cuantas lágrimas y lo ligeramente rojos que se veían sus ojos.

—¿Qué? Ah, no, no. Es sólo el, el polvo— ni él mismo se había dado cuenta de que estaba llorando, tal vez demasiadas cosas en que pensar lo llevaron a tal punto lo que lo hizo sentir avergonzado como para volver a levantar la mirada.

—¿Está seguro que es el polvo? Yo limpié hoy en la mañana y soy el mejor haciéndolo.

—Tal vez no lo suficiente Joel —se limitó a contestar y se fue a su oficina para agarrar sus llaves e irse.

Joel parecía una buena persona, por el realmente muy poco tiempo que llevaba de conocerlo, claro, no era tan seguro pues lo conocía de hace unos días y no podía afirmar que no era un loco maniático pero sin duda no parecía uno. A pesar de eso no creía que fuera prudente en contarle aún su vida y menos en ese momento. Al fin de cuentas era su empleado y debía tratarlo como tal, para ser exitoso con su personal debía ser parejo con todos y respetar esa línea de trabajo que los dividía. Ni siquiera eran amigos como para decirle por lo que estaba pasando y cuáles habían sido los motivos que lo llevaron a aquel punto, porque ni él se había percatado de que al pensar en todo lo que había pasado estos últimos años, había terminado llorando.

Esas fueron razones suficientes para no poder dormir bien esa noche. Toda su vida tuvo el privilegio de vivir en una casa digna, una familia no muy grande pero cariñosa, tener padres excepcionales, el trabajo de sus sueños y Jack habría poder sido el amor de su vida pero no todo lo que deseas se cumple. Omitiendo su vida amorosa todo estaba bien con él. Excepto eso, que lo que él necesitaba ahora, era alguien que lo ayudara, que alguien viera su potencial y estuviera orgulloso de él, quería sentirse seguro como para poder recargarse en el pecho de esa persona sin tener esa sensación de que van a acuchillarlo por la espalda. Lo cual era exactamente como se sintió cuando descubrió la infidelidad de Jackson. Lo peor es que aún seguía sintiéndose así, como acuchillado por la espalda, traicionado, decepcionado de que el amor de su vida no resultara serlo del todo.

La mansión y el Legado. Where stories live. Discover now