Capítulo 1

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Por suerte, esa no era la casa de Erick.

Él tenía su propio hogar, bastante grande para él y su madre pero era todo lo que ella merecía.

Al llegar a su habitación después de la noche de mejores amigos con Mey, prendió su laptop, estaba seguro de ir a San Francisco, irse de ahí por un tiempo le ayudaría mucho, tal vez más de lo que esperaba.

—San Francisco, hoteles cinco estrellas —susurró inconsciente de que lo hacía, pues en realidad estaba tecleando.

Atracciones turísticas. San Francisco.

Todo parecía genial, las exposiciones en las próximas fechas, eventos de baile, Jazz callejero, un sin fin de cosas que podría hacer allá.

De repente le llamó mucho más un anuncio, que si bien no era tan llamativo, captó su atención.

Museo Merak en venta.

Ni siquiera sabía que aún estaba "en existencia" Su padre le había platicado una vez de ese museo, era muy hermoso e importante, por una década fue la atracción más fuerte y grande de San Francisco ¿Cuánto querrían por él? De inmediato se comunicó con el dueño y accedió casi al instante a vendérselo, casi ligeramente desesperado. ¿Cómo podrían vender una joya como era ese museo?

Tenía unas horas para empacar, había llamado a Mey y estaba más emocionada que él, probablemente. Si iba a invertir en ese Museo quería verlo en persona, podría ser su nueva atracción turística, estaba muy inspirado.

Su llegada fue normal, gente iba y venía, pero le gustaba el olor, las personas, el ambiente que se percibía ahí. Su hotel era pintoresco, pero no le importaba porque su idea de los mejores viajes era pasar lo menos posible en el hotel.
En cuanto llegó dejó sus maletas y fue enseguida a el dichoso Museo. Las calles olían a gente artística, personas son trabajos malos y sueños, muchos sueños.

Al entrar a Merak lo primero que vio fue varios cuadros en cajas, figuras talladas a mano en la esquina, candelabros llenos de polvo, repisas vacías, mosaicos, pinturas, arte, por todos lados.

—Joven ¿Puedo ayudarle?

—¿Disculpa? Oh lo siento yo —volteó, un chico con una camiseta blanca casi lo que parecía un uniforme (porque lo era) y una gorra con la palabra Merak estaba hablándole.—...Yo, estaba viendo las figuras, son impresionantes.

—Verdad que sí —sonrió, que amable— Siempre se lo digo a los turistas, admiren cada detalle de aquí y llévense todo lo que puedan de recuerdos a casa.

¿Así que, eres un guía o algo así?

—Más o menos, aún no soy profesional, sólo del museo en este piso, el de arriba es otro chico.

—Bueno, un gusto, me llamo Erick. —estrechó su mano.

—Igualmente, Joel, para servirle. —sonrió.

Era agradable, aunque a decir verdad todos los guía turísticos lo eran, era parte de su trabajo, pero parecía más cálido de lo que debería, un poco más sincero que los demás, incluso los de su propia compañía.

—¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí?

—No, es decir, sí pero para mí ha sido muy poco tiempo, sólo dos años. Además están por vender el lugar así que creo que sólo será eso. —Bajó ligeramente la cabeza.

—Tal vez entonces ya no te parezca tan amistoso.

—¿Por qué dice eso?

—No me hables de usted, soy probablemente más chico que tú, apenas y tengo 19; y yo voy a comprar este lugar.

—Para ser tan joven se ve que tienes mucho dinero, este Museo es una joya, en serio lo es.

—Lo sé, por eso decidí comprarlo, soy fan de el arte en especial la cultura griega, de hecho tengo mi propia Empresa de Turismo también.

—Wow, intenso. Yo reparto pizza y soy un guía no profesional turístico —suelta una pequeña risita, parece un poco apenado.

—Eso es asombroso, me imagino cuántas pizzas puedes comer y que conoces el Museo entero.

—Sí —muestra una sonrisa medio torcida— Soy muy afortunado —agregó orgulloso.

—Por supuesto que sí.

Erick sonríe, Joel sonríe. Ambos parecen un poco confundidos, como si quisieran saber si la felicidad de ambos es por la misma razón.

—Y...

—Y... suéltalo.

—¿Usted —lo miró serio— tú, en realidad, me preguntaba si, estabas buscando guías? Aunque es obvio que ya tiene los de su empresa, perdone si luzco interesado, pero este lugar es mi lugar feliz. No me imagino en otro Museo, en verdad quisiera seguir trabajando aquí.

—Me gusta la gente honesta, y sí, no soy capaz de quitarte tu trabajo, no haría algo tan grosero como eso Joel, no soy como los típicos empresarios egocéntricos y malhumorados con una vida monótona y estrés. —El mayor suelta una pequeña carcajada.

—Nunca creí que fueras de ese tipo, mi instinto me lo dijo.

Sonrisa en el rostro de Erick, que agradable es, mucho, bastante agradable.

—Eso sí, no quiero tener trabajando conmigo a un criminal, psicopata o asesino serial.

—Ouh que mal —bufó— Justo en mis antecedentes penales.

—¿Qué? ¿En verdad? —contestó asustado.

Echó una pequeña carcajada lo que hizo a Erick relajarse de nuevo.

—Por supuesto que no.

—Me alegro, porque estaba a punto de llamar a la policía.

Necesitaron dos semanas en la remodelación del Museo, aunque le faltaban muchísimas cosas, era todo un proceso. Y ya empezaban los rumores de su nuevo dueño, si era de California, Las Vegas, Nueva York, Texas, casado, soltero, hijos, tal vez un par, exigente, huérfano. Todo tipo de cosas, muy locas por cierto.

La mansión y el Legado. Where stories live. Discover now