Mi principe ¡SOLO MIO! «Ford & Tu»

Parte 11

La velada transcurrió como una cita normal lo haría pero cabe admitir que.. no era una cita normal.

Uno: era en un palacio.

Dos: una cita es para conocer a tu futuro novio no a un esposo.

Tres: mi hermana estaba implicado en ello.

Ella no era de las que te apoya desde las sombras evitando que sufras un colapso de nervios o vergüenza. No, ella era la que te empujaba frente a él y decía en voz alta “besalo” aún que no me figuraba la idea sonaba algo bien.

—Exelente, el viñedo de mi familia comenzará alianzas de comercio hacia Reino unido cuanto firmemos algunos acuerdos —sonrio Enrique bebiendo del vino.

—Me parece bien, aunque aún me interesa saber que quieres que te comersialice —contesto Ford llevándose la copa a los labios.

«Quiciera ser esa copa» Gemí interior mente mirando fijamente como bebía de ella y quedaba un color rojizo en sus labios por la bebida.

—Rosa... —susurro mi hermana golpeando mi brazo.

—¿Se nota? —le pregunté en francés sabiendo que Enrique no entendería pero... Stanford si.

—Te que crees, mediocre —comenzo a burlarse imitando mi mirada en Enrique recibiendo una patada debajo de la mesa.

—¿Decias algo, Rosa? —Pregunto Ford en Español para que Enrique entendiera.

—Que esta delicioso —sonrei apuntando al platillo.

—Lo se, es el favorito de mi madre —siguio Enrique ofreciendome más vino mientras yo inclinaba mi copa y me servía un poco más— se nota que todo a Sido de su agrado.

—De eso ni lo dudes —sonrio mi hermana hacia su marido quién le dió un beso en la frente con dulzura.

yo solo apoye mi mirada en Stanford esperando algún gesto lindo de su parte pero nada.

—Soñar no cuesta nada —susurre muy bajo tomando mi mano y mirando el anillo con algo se nostalgia.

Escuche cómo Ford y Enrique se levantaban sonriendo y dándose la mano.

—Es algo tarde y creo que nos iremos a dormir —sonrio Stanford bebiendo lo que quedaba de vino en un copa.

—Entendemos, mañana volaremos de regreso a reino unido con ustedes para la celebración de su boda. Si necesitan algo no dudes en decirle a la mochedumbre que se encuentras a unas habitaciónes —contesto estrechando su mano con suma alegría para después tomar la de mi hermana y desaparecer por el pasillo.

Hay estábamos yo y el caminando a la habitación que nos habían prestado pues cuando íbamos al jardín nos dejaron donde era antes de llegar así que teníamos un plano mental de donde estaría Masomenos elaborado.

—¿Estás lista para mañana, rosa? —Miro hacia abajo pasando una mano por el cabello de su nuca.

—No del todo pero no llegaré a equivocarme, ya lo ensayamos demasiado —conteste desviando la mirada.

Después de ese intercambio de palabras hubo un silencio profundo que se acabó por ser incómodo al llegar a la habitación y notar que solo había una cama.

Ya dormíamos juntos pero esto.. era peor ya que era un poco más chica.

«Ya tengo mil manera de matarte, Elisabet» pensé llegandome una mano a las cienes sobandolas un poco para después cerrar la puerta detrás mío.

—Si quieres puedo dormir en el sofá —indico el mueble de piel café que con tan solo mirarlo se notaba lo incómodo que era.

De inmediato negué descartando la idea.

—Somos esposos, eso se supondra desde mañana y dormir juntos es lo que se hace ¿No es así? —comente sacando de mi bolsa la pequeña caja que me había dado mi hermana para dirigirme al closet y tomar una pijama que ella había dejado para mí— iré a vestirme, no tardare mucho —sonrei dejando mis tacones caminando al baño descalza

—No debería importarte cambiarte aquí, en fin somos esposos ¿No es así? —siguio haciendo que mi pulso se acelerará y me asustara un poco sin voltear a verle por qué de seguro tenía la cara más roja que el labia de mi hermana— Es chiste, vístete tranquila. Yo no soy así.

—Claro, Claro —continue nerviosa cerrando la puerta detrás de mi conteniendo mi respiración que se volvía acelerada.

Dejé las cosas sobre la repisa pequeña que había hay y recargue mis manos en el lavabo respirando ondo mentalizando todo. Aún me sentía ostigada con el simple hecho de que hasta tendría que estar junto a él cada momento. No me disgustaba la idea pero... Seria algo incómodo.

Después de vestirme con el shot negro de tela y la blusa de manga corta de algodón de color negro igual trence mi cabello para no terminar con el enredado. Antes de salir volvi en mis pasos para observar la pequeña caja que descansaba junto al vestido que acababa de quítarme ¿Era buena idea abrirla? ¿Que tendría? Pensé que varias veces mordiendo la uña de mi dedo pulgar con suma curiosidad.

Como si eso me cargomiera la tome enseguida abriéndola de una mirando una nota.

Me agradeces luego 7u7

Solo arrugue la nota y la tire chisteando sobre lo absurdo que había dentro de ella.

Ropa interior de encaje negro.

Eso me esperaría de una amiga íntima, no de mi hermana con la que compartí inocencia y juegos aunque parece que la primera la perdió mucho antes que yo.

—mejor prevenir que lamentar —susurre quitándome la piyama y volviendomela a poner ya puesta la ropa que ella me había dado guardando en mi bolso bien envuelto el vestido con todo y todo.

Con suma delicadeza abrí la puerta y estaba la luz apagada y el dormido.

«Tienes suerte de maravilla, Rosa» dije inclinando la mirada, el estaba cansado y yo igual ¿Quién quedria desvelarse si sabe bien que mañana tiene que sonreír falsamente todo el día?.

Caminé hasta el otro lado de la cama y Levante la sábana de ese extremo para sentarme mirando la puerta.

Yo jamás la había cerrado con seguro y se notaba que ahora lo tenia... Ya, ya, que no va a intentar secuestrarme o matarme. Rodé los ojos riendo en silencio para después acostar mi cabeza en la almohada que se sentía tan fría pero bien para el calor que hacía.

Cerré mis ojos con el pesar de varios parpadeos hasta sentir como su mano rodeaba mi cintura y se acercaba más a mi.

Ahora sí es de emocionarse ¿No?.

—Buenas noches, rosa —susurro algo adormilado.

—Buenas noches, Stanford —susurre de vuelta algo decepcionada.