Parte 13

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La vida de Stanford Filbrick Pines era una rutina, el amaba las rutinas pero poco a poco fue más inesperada llegando a tomar decisiones que lo llevarlas a problemas emocionales.

—Tienes dos opciones —le recalcó su padre mientras apuntaba a la imagen que se proyectaba en la pantalla en la sala de conferencias— La princesa Miranda de Córdoba, es española.. —mostro una foto de la rubia de ojos acaramelados.

—No son un simple objeto ¿Que pensarían de mi al saber que yo tuve la oportunidad de elegir y no ellas? —Se justificó el castaño ajustando sus anteojos.

—Debes hacerlo —Contesto Margaret su madre o como Stan solamente le decía Ma— en fin de cuentas ellas no deben saberlo. No es algo importante.

—Son detalles madre.

—Detalles insignificantes —interrumpio su padre volviendo a las imágenes— la segunda es la princesa Rosalind Dupond, es francesa. Tenemos muchas ideas con beneficiarnos con su matrimonio ya que su cuñado es el rey de España y su hermano está pronto a heredar Francia. Dos cosas importantes pero por lo que me concierne eres mejor en las decisiones burócratas —sonrio Filbrick mostrando unas imágenes de la castaña clara de ojos cafe. 

Stanford se llevó una mano al mentón, era una decisión demaciado importante por que además de ser algo comercial resultaba en ser con quien viviría el resto de su vida ya que un divorcio sería lo peor que se podía hablar de él en Reino Unido y no podría permitirse eso. No después de que eso sería mal visto ante un rey ya que si no sabía elegir con quién casarse como lo haría en una monarquía.

—La princesa de Francia —se levantó y ajusto su corbata— arreglen todo para el compromiso y que parezca que no eh sido yo quien la eligió ¿Está Claro?

Su padre asintió entregándole la agenda para que eligiera la fecha de la boda y el por instinto lo hizo al posar su dedo ensima de donde callera encontrando la fecha que lo coronaria rey.

—Boda y coronación —insinuo su hermano— ¿Que más hay de nuevo además de que te casas? ¿No te parece injusto arruinarle la vida?

—No se la estoy arruinando, Stanley. Solo estoy haciendo lo que debía hacer.

—¿¡Casarla a la fuerza es lo que tenías que hacer!? —golpeo la mesa enojado— se que está mal y me parece demaciado egocéntrico de tu estúpida parte Ford.

—No maldigas —corrigio ajustando sus lentes bebiendo del cafe.

—Yo maldigo todo lo que quiero por qué no voy a ser rey y mucho menos alguien de tu corte estirada —bufo Stan volviendo a su postura.

—Lo serás algún día quieras o no, son las normas Stanley...

—¡Que se jodan las normas si quieren! —bocifero algo molesto— yo no me quedaré de brazos cruzados mirando como le arruinas la vida a una asombrosa chica por que lo poco que se de ella es que es genial.

—¿De dónde la conoces? —pregunto Ford extrañado.

—Cada año se organiza una reunión en la cual los que no heredan los tronos se ven en un lugar en específico para desahogarse, pedir consejos o simplemente conocerse, ella solo fue por que les ayudaba a organizar. Realmente es asombrosa, se lo que te digo —alago desajustando el moño de su corbata.

—Mira Stanley.. ella como yo nos beneficiaremos con el trato de libre comercio sin recubrimientos ¿No crees que es buena idea?

—Es que me suena muy a la Era de los abuelos.

—Vendra en unos días, no quiero que la molestes o le digas incoherencias ¿Está claro?

—No —dijo directo

—Pregunte ¿Está claro? —dijo tomando a su gemelo de la corbata y ajustándola dejándose la un poco apretada, este sólo asintió sabiendo que cuando su hermano se estresaba era para dejarlo tranquilo, el nunca se enojaba ¡Era Stanford pines de quién hablamos! Pero todos tenían su límite y el suyo sería el que su propia sangre manchara su legado.

Mi principe ¡SOLO MIO! «Ford & Tu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora