4. Escuadrón.

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La resistencia. A decir verdad, esperaba que fueran un sinfín de hombres musculosos, llenos de tatuajes que se limpiaran los dientes con cuchillos afilados. Obviamente esas cosas solo ocurren en las películas bien elaboradas. La realidad es distinta, y es una en donde jóvenes amistosos comparten asientos todos los días para desayunar, almorzar y cenar. En donde a cada uno se le es otorgada un arma que deben proteger como a su vida, por ende, deben permanecer con ella a toda hora, recargada y preparada para entrar en combate en cualquier momento. Los escuadrones se conforman por cuatro personas, de las cuales un sujeto debe ser el líder del equipo, el resto debe acatar sus órdenes.

No sé qué esperaba cuando llegué aquí, pero sin duda, no esperaba sentirme tan cómodo.

— Capitán Jonlan, ¿Cómo es que ha llegado a ser tan viejo sin que le hayan llevado los Korn? —Pregunté la segunda mañana, luego del entrenamiento, cuando era él quien comandaba a los novatos.

— ¡Nolo! —Me reprendió Max. — Disculpe sus modales, Capitán, mi amigo se cayó de la cama cuando era pequeño. —Mintió él, apenado y me dio un codazo en un costado.

— No, no. No te disculpes. —Comentó él, con una pequeña risa. — Es una buena pregunta, sin dudas. En términos simples, no pueden rastrearme porque rechacé el chip implantado.

— ¿Chip implantado? —Preguntamos al unísono.

— Anda, es verdad que apenas es su segundo día aquí. No sabemos cómo, pero es un hecho que los Supremos han implantado chips en los cerebros de todo el mundo a lo largo de los últimos cien años, más o menos. Y créanme, no estoy exagerando cuando digo ¨todo el mundo¨.

¿Supremos? ¿Chips de rastreo? ¿Todo el mundo? Joder, esto es más planificado de lo que cualquiera pudiera imaginar. Pero, claro, no es que la invasión y conquista de todo un planeta sea algo que pueda tomarse a la ligera e improvisando.

— Espere, Capitán, ¿quiénes son los Supremos? —La pregunta que planteó Max era la misma que me planteaba yo.— Creí que los únicos aliens que nos habían atacado eran los Korn.

— Que va. Esos descerebrados tan solo son el músculo de la invasión, aunque no es algo que yo les pueda confirmar, tan solo es información que nos ha brindado otro campamento al norte.

— Pero, ¿entonces po-

— Chicos, hacen demasiadas preguntas. Cada cosa a su tiempo, eso es algo que la edad me ha enseñado. —Se excusó el capitán mientras se daba la vuelta y se despedía con la mano.— No olviden practicar su puntería, aunque sin desperdiciar demasiada munición, nunca se sabe.

El sujeto era amable, aunque no sabría distinguir si es por hospitalidad hacia lo nuevos reclutas o por su personalidad.

La noticia de saber que había más de una raza alienígena implicada en esto era aterradora, a pesar de lo despreocupada y camuflada que la hiciera sonar el capitán Jonlan. Y aún peor, el hecho de saber que nos han implantado chips de no sé qué en la cabeza y nunca lo hemos notado. Quizá por eso saben quienes cumplen los treinta, quizá por eso saben cuando mentimos, quizá por eso la cabeza de mi hermano explotó, quizá-

— Hey, Nolo. No le des tantas vueltas al asunto, ¿vale? —La voz de Max y el tacto de su palma en mi hombro me devolvieron a la realidad, lejos de tantas suposiciones de las cuales no tenía ninguna prueba.— Mejor vamos a practicar nuestra puntería con Ruby.

— ¿Eh? —Volví la mirada, sintiéndome avergonzado sin motivo alguno.— ¿Por qué con Ruby?

—Tiene la mejor puntería del campamento, lo ha dicho Zack ayer. —Me miraba realmente confundido, como si mi pregunta no tuviese sentido.— ¿Por qué otra razón sería?

— No es nada, viejo. Solo pensaba en voz alta. —Introduje las manos en los bolsillos de mi pantalón, comenzando a caminar hacia la cabaña de las chicas, en el extremo opuesto a las habitaciones de los chicos.— Este lugar es demasiado irreal, ¿no? Encontrar esto, reforzarnos así, hacer este tipo de amistades. Parece muy lejano a la verdad.

— No te confundas, Nolo. Puede que todos nosotros seamos muy jóvenes, pero te aseguro que las miradas de todos estos rebeldes irradian venganza. Todos quieren acabar con esta invasión sin sentido... Todos queremos lo mismo, por eso estamos aquí. Para eso vinimos.

Estaba a punto de darle la razón, después de todo la tenía, pero nos interceptó un Zack muy ajetreado.

— ¡Hey, chicos! —Respiraba pesadamente, como si tuviera horas buscándonos.— Tengo horas buscándolos. —Ah, eso lo explica.— A que no adivinan de lo que me he enterado.

— No me digas, ¿hay más granadas en el almacén de armas? —Comenté en un tono divertido.

Zack puede parecer un chico rudo, por su físico, e incluso pedante, pero ha resultado ser una persona muy amable, y un aficionado por las armas grandes y los explosivos.

— ¿Qué, en serio? —Por un momento se le iluminaron los ojos de la emoción, a lo que Max y nos arrojamos una mirada cómplice, quizá para aliviar la tensión sobre la conversación de hace un momento.— Esperen, es mejor que eso. —Si Zack decía que era mejor que una granada, en verdad debía ser algo bueno.— Me han dicho que Jonlan ha asignado un nuevo escuadrón.

— Oh, eso es... Bueno. —Max y yo nos mirábamos confusos.

— Conformado por Ruby, mi persona ¡Y ustedes dos!

Ahora las miradas de confusión eran más confusas.



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Espero sus votos y opiniones.

F.<3

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