15. Lágrimas.

43 6 18
                                    

La paz que se sintió durante unos breves segundos fue absoluta, hermosa y relajante, lo cual causó que me cuestionara la teoría que la mayoría de las personas afirmaba sobre la muerte: es sólo un segundo de dolor comparado con una eternidad de tranquilidad.

Pero, yo no había sentido dolor alguno, sólo el palpitar frenético de mi corazón y el escozor en mi pierna por la bala incrustada en ella.

A pesar de eso, seguí aferrándome al cuerpo de Alyssa, buscando refugio en sus brazos para amortiguar el miedo que surgía en mí.

Aunque... ¿Se puede sentir miedo después de la muerte?

— ¡Maldición, ¿cuanto tiempo más planean seguir con sus cursilerías?!

La voz de Max rompió cualquier duda que hubiera surgido en mí. Volví mi mirada para verlo, allí de espaldas contra los sacos, y frente a él un Korn humeante, el que seguramente estuvo a punto de asesinarnos, pero ahora yacía inerte boca abajo.

— ¿Max... que diab-

— ¡Cierra la jodida boca y empieza a disparar!

Me arrojó una de las armas que disparaban energía, mientras aún seguía un poco confundido, pero solté el cuerpo de Alyssa para poder tomarla en el aire y observarla durante un momento.

Era distinta a las otras armas que poseían los demás, esta era de un color marrón oscuro, como si estuviera hecha de madera de roble viejo pero resistente, apreciando los detalles en la empuñadura y el cañón.

— ¡Reacciona de una puta vez! —Volvió a gritar el rubio mientras trataba de cubrirse de una nueva balacera.

En ese momento, un par de balas enemigas chocaron con los sacos que nos resguardaban por el frente, y el impacto provocó que estos se sacudieran y liberaran escombros.

Alyssa gimió de miedo mientras seguía encogida frente a mí, entonces volví a la vida y al presente.

Tomé el arma con fuerza y firmeza, adoptando la misma posición que mi mejor amigo tenía. De esa manera sería más fácil defenderme y atacar a la vez, mientras que la chica de mi lado pareció percibir mis acciones ya que también se colocó de la misma forma, a excepción de que cubría sus oídos con ambas manos.

Las balas seguían aumentando en nuestra contra, al igual que disminuía la distancia entre las bestias verdes y nosotros.

Al parecer el resto de los anteriormente presentes en la reunión habían logrado escapar, ya que toda la atención de los Korns se mantenía en nosotros tres.

Al instante, un pensamiento quizá egoísta o crédulo cruzó mi mente, y no pude evitar expresar mi confusión en voz alta.

— ¿Por qué te quedaste? —Mi tono de voz era elevado para poder llegar hasta donde el rubio estaba sin que mis palabras fueran distorsionadas entre las explosiones de las armas enemigas.— ¿Donde están los demás? ¿Donde quedó Ruby?

La última pregunta no estaba planificada, pero no podía retractarme una vez que había gritado su nombre.

— Me quedé porque tú seguías aquí igual de indefenso que amoroso. Los demás están rodeando el bosque para llegar al campamento e intentar salvar provisiones. —Intentó asomarse por encima de los sacos una vez que la balacera terminó, pero apenas asomó los ojos tuvo que volver a su posición original al ser recibido por otra marea de balas, lo cual provocó que maldijera muy alto.— ¿Y qué demonios te importa Ruby ahora? ¡Concentraté en sobrevivir y salvar a tu novia!

Inmediatamente me fijé en Alyssa, que estaba un poco más calmada y había apoyado sus manos en el suelo para soportar el estremecimiento de nuestra barrera a causa de las balas, pero al instante se cubrió el rostro después de las palabras de Max.

Rebeldes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora